Turismo aventura a la capilla de Ailinco
Mil personas, entre crianceros y turistas, festejaron en un paraje del norte neuquino
NEUQUEN (AN).- A caballo, en bici y de a pie. Crianceros, ciclistas, turistas aventureros y escaladores confluyeron en el paraje Ailinco -al pie de la Cordillera del Viento- para compartir junto a una capilla de adobe la festividad de la Virgen de Lourdes.
La fiesta y las aventuras fueron completas: Por primera vez se consiguió reunir a un millar de personas para este acontecimiento que tiene fuerte raigambre en el norte neuquino. Es que la virgen de Lourdes es la patrona de los crianceros del norte neuquino, un lugar que de a poco desnuda sus encantos.
Ellos, los crianceros, son los hombres que en invierno dan cobijo a sus animales en las zonas bajas y que en verano trepan las montañas para que las chivas coman los pastos tiernos. Este año, los criollos compartieron con turistas de todo el país sus costumbres y creencias. La iniciativa, que lleva adelante el Copade, se realiza dentro del plan Raíces de la secretaría de Turismo de la Nación que tiene un programa que se llama Argentina de a Caballo.
Los escaladores llegaron a la cima del volcán Domuyo el domingo. Fueron 18 los deportistas que escalaron hasta la cumbre del macizo, a 4.709 metros de altura. En tanto, 36 jinetes recorrieron 120 kilómetros por un inexplorado camino de montaña atravesando pequeños valles y arroyos en una travesía «sorprendente e increíble», tal fue la definición de Grisel Parada, una de las mujeres que participó de la cabalgata. Los jinetes hicieron noche en distintos lugares, donde compartieron mate y mote, empanadas y tortas fritas. También chupilcas y guitarreadas. «Había gente de la zona con la que compartimos vivencias de aquí y de allá», describió Parada.
Paralelamente un grupo de 18 personas pedaleó 95 kilómetros de un circuito de mountain bike para también llegar a Ailinco, previa escala en las increíbles lagunas termales del paraje Aguas Calientes. Sobre sus caballos y tal como lo hacen todos los años, crianceros de la zona desandaron el camino que une a Tricao Malal y Ailinco. Desde un bebé de cuatro meses hasta un matrimonio de sesenta y tantos, todos partieron a la capilla de Ailinco.
Así, el lunes, un millar de personas, entre locales y visitantes, participó de las festividades por la virgen de Lourdes.
La capilla es de adobe y tiene piso de tierra. Fue construida a principios de la década del «60 y allí funcionaba un boliche de campo que no era más que un galpón. Con la llegada del cura Marcelo Gardín surgió la posibilidad de transformar el boliche en una capilla. La virgen de Lourdes no tardó en cosechar adeptos a raíz de que la familia que era dueña del edificio había traído imágenes de ella desde Chillán, Chile.
El lugar se ha transformado en un punto de encuentro de los veranadores de la zona quienes año a año renuevan su fe religiosa. La tarde del lunes encontró a locales y visitantes festejando el 11 de febrero. Este año, sin dudas, todo fue distinto.
«Hubo un almuerzo popular, que podríamos denominar a la canasta, donde todos pusimos un poco. La idea es poner en valor, darle difusión a la gastronomía criolla, más el aporte que hacemos los que vamos desde acá», sostuvo el coordinador del Copade Alvaro Villegas mientras recordaba el ternero a la parrilla que comió el lunes.
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