“Tristeza en nuestros jóvenes 200 años”

Para expresar mi sentimiento con respecto al Bicentenario necesito hacer una breve síntesis de lo que pasó y que se entienda por qué me siento triste en este aniversario. Un poco antes de 1810 los jóvenes alumbrados, como se denominaba a los que se sentían iluminados por los grandes pensadores de la época, iluminados por los brillos de las nuevas ideas surgentes en Europa –luchas por las libertades, igualdad, fraternidad y propiedad– ya se reunían conspirativamente en la jabonería de Vieytes, lugar de donde comenzaron a salir las estrategias para cortar los lazos con España; algunos de aquellos iluminados fueron Castelli, Belgrano, Paso, Mariano Moreno y Moldes. Por esos años se peleaba por lograr un comercio equitativo entre nuestro joven país y el Viejo Mundo; por ejemplo, Inglaterra. Era conocida la riqueza de nuestro continente y se juntaban grandes sumas que de una u otra manera salían del país. Prueba de ello es el baúl capturado al fugitivo virrey Sobremonte, en el que había 1.291.323 pesos plata; una pequeña parte de esa fortuna se repartió entre los que la rescataron y el resto –más de un millón– fue embarcado hacia Londres. O como pasó un poco más adelante, en el gobierno de Rivadavia, cuando quedó una deuda externa de 30.000.000 de pesos, o la fuga de 400.000.000 de pesos en el segundo gobierno de Yrigoyen. Dentro de estas ideas y luchas de independencia comenzaba a surgir otro concepto muy importante, a mi entender: el hecho de que si el pueblo elige a alguien para que lo conduzca y administre y ese “contrato” no se cumple el pueblo tiene derecho de deponerlo, y ésta fue la base de la construcción jurídica y política que se sostuvo el 22 de mayo. En esa época surgieron los “chisperos”, encabezados por Domingo French y Antonio Luis Berutti, que el 21 de mayo ocuparon la Plaza de la Victoria con unos seiscientos hombres armados para pedir el cese de Cisneros y llamar a un Cabildo abierto. Saavedra calmó los ánimos y confirmó tal pedido. De hecho, el 25 el pueblo se juntó y ante los hechos por todos conocidos surgieron distintas figuras, como Juan José Castelli –denominado el “gran orador de mayo”– y su primo Belgrano. Por una jugarreta del destino el gran orador –Castelli– murió el 12 de mayo de 1812 debido a un cáncer de lengua, pobre, calumniado y escéptico acerca de la marcha de la revolución, por lo que se le adjudicó una de las frases más conmovedoras de nuestra historia: “Si ves el futuro, dile que no venga”. Qué triste premonición... pero a la vez es como si realmente hubiese conocido el futuro. Con el correr de los años vamos teniendo una historia, aunque corta, muy llena de hechos buenos y no tanto, otros repetitivos y algunos muy tristes. No quiero ser negativo en mi homenaje al Bicentenario pero realmente creo que la sangre de nuestros héroes –San Martín, Rosas, Dorrego, Güemes, Belgrano, Peñaloza y tantos otros– no sirvió para regar el jardín de la memoria. Por ello es como que volvemos a estar siempre pidiendo un cabildo abierto y hoy, al cabo de –repito– una joven historia, no recordamos algunos de los pedidos de hace 200 años: que tengamos libertad, seguridad y propiedad y que se cumpla el contrato de administrar, “gobernar” con respeto al mandante, el pueblo. Juan Carlos Garzi DNI 7.687.512 Neuquén

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