Tránsito complicado

por: ELIZABETH HOISCHEN

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Se harán controles más estrictos, habrá más agilidad en los trámites y se buscará consensuar y no confrontar con la gente.

Ese es el perfil que quiere imprimirle Alberto Weretilneck al área de Tránsito y Transporte, que esta semana cambió de responsable.

Fue una sorpresa la decisión. Jorge Bell llevaba diez años al frente de ese sector. Había empezado con Julio Arriaga, en un cargo mucho más amplio. Era como una especie de superinspector de todos los inspectores municipales en el anterior gobierno.

Cuando asumió Weretilneck fue uno de los pocos funcionarios que sobrevivió en su cargo. Sólo que el actual intendente decidió desdoblar las áreas y lo dejó como director de Tránsito y Transporte, sacándole otras responsabilidades. Tenía poder por sobre los jefes de Tránsito y Transporte respectivamente, pero no total autonomía: respondía a la secretaría de Fiscalización y Organización Interna, que actualmente está en manos de Alfredo Muruaga.

Fue uno de los puntos que le jugaron en contra. Muruaga se habría quejado en algunas ocasiones porque Bell no cumplía sus directivas.

Internamente veían cómo el ahora ex director había convertido a Tránsito y Transporte en su propio territorio. Que hacía y deshacía. Pero además, veían que varias directivas que emanaban desde del Juzgado de Faltas, buscando profundizar los controles en casos puntuales, no se cumplían. Se le reprochaba falta de celeridad en los trámites que le encomendaban.

Esto sumó. Pero la gran gota que rebasó el vaso fue la dilación en poner mano dura a la empresa Centenario por circular en la ciudad sin la habilitación correspondiente. Se lo pidieron y no lo hizo. O hizo muy poco. Y eso colmó.

Weretilneck tomó la decisión en un círculo muy chico de funcionarios. De todos modos, días antes de la reunión de gabinete en la que se anunció el remplazo, circuló un rumor. Quizás por eso Bell anunció el pasado fin de semana que este año habría controles más estrictos y anunció una serie de medidas a implementar para mejorar el tránsito en la ciudad.

No le sirvió. Tampoco haber sido en estos años el paragolpes de todos los problemas de tránsito y transporte en Cipolletti. Porque la autonomía que le reprocharon, también protegió a Weretilneck. Si había quejas de taxistas y conductores siempre iban dirigidas a él, no al intendente. Bell no expuso a Weretilneck y terminó exponiéndose demasiado. Confrontando demasiado.

Su puesto no será cubierto por nadie. Ahora, Muruaga estará sobre las jefaturas de Tránsito y Transporte, que también cambiaron de rostro. «Se busca un perfil distinto», informaron tras el remplazo.

No son pocos los desafíos que se avecinan para los nuevos funcionarios. Es un secreto a voces que hay micros interurbanos que realizan un servicio urbano cuando no está permitido, que todos los días la 9 de Julio se convierte en un festival de taxis truchos que levantan pasajeros rumbo a Cinco Saltos, y que la noche, a pesar de los supuestos controles de alcoholemia, sigue siendo un gran problema.

También deberán hacer algo de una vez por todas con las mujeres que cobran el estacionamiento en la zona céntrica. Algunas tratan con prepotencia a los automovilistas y cobran lo que quieren. Hasta llegan a exigir pagos inexactos, como si fueran las únicas dueñas de decir cuándo una persona estacionó.

Este sistema, que tenía como fin solidario ayudar a las desocupadas, se fue desvirtuando por la falta de controles. Nadie sabe si estas mujeres realmente rinden los 10 centavos de los 50 que deberían cobrar por hora. Tampoco si hacen excepciones.

Es tiempo de empezar con los controles más firmes, más allá de pregonarlos.