Todo es poco

La semana en Bariloche en la opinión del periodista Daniel Marzal, sobre los casos de intoxicaciones con monóxido de carbono.

Redacción

Por Redacción

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Cuando se habla de la preocupación por la “inseguridad”, las miradas suelen recaer sobre los robos, arrebatos, hurtos, salideras, violaciones y otros crímenes. También genera obvios temores la multiplicación de incidentes de tránsito.
Pero en esa misma línea hay otras amenazas con menos prensa. Entre las más siniestras y desatendidas está el monóxido de carbono.
El último domingo una familia completa (dos adultos y tres niños) se salvó de milagro, porque uno de ellos tuvo náuseas en plena madrugada y sirvió como alerta para el resto, que pidieron de inmediato ayuda a los bomberos de Ruca Cura.
Se habían intoxicado con el gas inoloro e inodoro que brotaba de un artefacto de calefacción defectuoso. Fueron trasladados al hospital y se recuperaron en pocas horas.
La historia tuvo en este caso final feliz, pero pudo terminar en una tragedia.
Tal vez por casualidad, esta misma semana Protección Civil del municipio puso lanzó un ciclo de charlas preventivas para evitar intoxicaciones con monóxido y también para conocer las medidas básicas de atención cuando aparecen los síntomas.
La campaña es una obligación impuesta por ordenanza desde el año pasado.
En Bariloche el antecedente más triste y cercano de muertes por monóxido de carbono es el que les costó la vida a Claudia Ocampo y sus dos pequeños hijos de 6 y 3 años, quienes fallecieron el 19 de agosto de 2015. Por aquel hecho está procesada la dueña del departamento que alquilaban.
Si se incluyen los incendios de vivienda fácilmente evitables hay que recordar también los casos fatales de Mario Hualpa -un obrero de 36 años fallecido el 17 de marzo en la toma 29 de septiembre- y de Lautaro Pastene, un chico de 14 años que quedó atrapado en su casa envuelta por el fuego el pasado 26 de octubre, en el barrio Mutisias.
Si de procurar seguridad se trata, la implementación de más y mejores campañas que exhorten a revisar calefactores y otros implementos y difundan medidas de acción ante una emergencia nunca será un exceso.
Un aspecto, al menos, en el que la “mano dura” puede realmente salvar vidas. Y sin contraindicaciones.

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