Tener madres que viven del sexo
Los hijos de estas mujeres tienen historias distintas. Algunos lo asumen con naturalidad. Otros prefieren esconderlo. Pero “para todos es una realidad con la que tendrán que convivir”, piensa Adriana Balaguer, autora de “Hijos de Putas”.
Los hijos de Silvia, de Rosa, de Katy, de Marian, María Ester. Los de Nélida, Milena, Sandra, Gladys y Susy nacieron y viven bajo la sombra del insulto. Para ellos sus madres no son “prostitutas”, tampoco “trabajadoras sexuales. “Son hijos para los que sus madres son madres, que para vivir venden sexo”, dice Adriana Balaguer, autora del libro “Hijos de Putas: tener madres que viven del sexo”. Algunos lo asumen como un hecho natural, inmodificable, irreprochable. Otros prefieren esconderlo o disfrazarlo. “Para todos” –escribe- “es una verdad con la que tendrán que convivir”. En esta charla, Adriana Balaguer cuenta a rionegro.com.ar por qué escribió este libro, cómo fue recopilar los 10 testimonios que lo componen, qué prejuicios tuvo que vencer a la hora de encararlo y a qué conclusiones arribó. Somos tan ambiguos que usamos el “Hijo de Puta” para insultar, para designar a un asesino, para nombrar a quien es capaz de cometer las peores bajezas y también lo usamos como muestra de afecto, de genialidad, de grandeza, ¿no? Es cierto. Parte de las contradicciones con las que cargamos los seres humanos. Pensá que también llamamos putas a las mujeres que tienen sexo sólo por placer y no necesariamente con amor…Denominar cosas tan distintas con una sola palabra o expresión es, sin duda, una forma terrible que tenemos de simplificar, de hacer la vista gorda. ¿Cómo nació la idea de recoger estas historias y luego publicarlas en forma de libro? ¿Por qué escribir sobre los hijos de las putas? Hace varios años que genero contenidos periodísticos de y para mujeres. En la actualidad, dirijo www.mujeressinfronteras.com , escribo para Yahoo! Mujer…Un día sentí que estaba hablando de y para mujeres con las que compartía realidad, códigos….Sentí que si bien somos mujeres que en algún momento sufrimos la discriminación, tenemos muchas más herramientas para salir adelante. Y pensé quienes eran las que realmente la pasaban mal. Y hacia allá fui. Primero consideré que entre las mujeres más desprotegidas y discriminadas estaban las prostitutas, y después me di cuenta que aún mas discriminados deberían estar sus hijos, que hasta habían nacido con “el estigma de la mala palabra”. A buscar esas historias de vida me dediqué desde entones. Cada testimonio tiene su particularidad y entre todos arman un entramado que permite abordar la realidad de la prostitución. ¿Qué elementos comunes encontraste? Que son historias de hijos que no guardan un rencor especial ni para con sus madres ni para con la sociedad que los ha discriminado. Aunque sí noté un deseo de que se haga justicia con sus vidas, que se sepa por lo que pasaron y que, como en la historia de Angela, “paguen los que tienen que pagar” (NR: Al final del libro cuento que Angela, hija de Silvia, me pide que diga que la prima que la cargaba diciéndole que su madre era una “puta” está hoy presa por secuestro extorsivo). ¿Por qué afirmas que no describís un mundo subterráneo? Porque no hay que ahondar mucho para encontrar prostitutas con familia…Están esperando a sus hijos en la puerta de la escuela, van al supermercado, van a la escuela. Si bien hablas de los hijos de las putas, son ellas el eje, ¿no? Me dio la impresión de que con tu trabajo intentás romper el mito o el prejuicio, sin duda muy tranquilizador para algunos, de que la prostitución –de alguna manera- se elige. ¿Es así? Creo que aunque existen muchos condicionamientos sociales (económicos, culturales) en un punto se elige. Si no, no se entiende por qué los hijos de algunas prostitutas, compartiendo historias muy similares con sus madres, no siguen sus pasos. Las feministas afirman que ninguna mujer nace para puta. Sospecho que a partir de la crudeza de lo que escuchaste y viste, lo pudiste constatar. Está claro que ninguna mujer nace para puta. Nadie sueña con vender su cuerpo, con tener sexo con personas que no le agradan…Pero a muchas les es muy difícil salir. Es un círculo vicioso: quién me va a dar trabajo de otra cosa, de qué voy a vivir… En estos días se difundió un informe de la ONU sobre la trata de personas para explotación sexual. Dice que es uno de los negocios más rentables y que es una forma de esclavitud que aún persiste. ¿Vos coincidís con este triste panorama? Absolutamente de acuerdo. Decidí no escribir sobre los hijos de estas mujeres víctimas de la explotación sexual porque estamos hablando de mujeres secuestradas, que son drogadas para ejercer la prostitución y cuyos hijos, seguramente, sentirán que les han privado de sus madres y que eso es un delito…. ¿Cómo supiste a quién debías o necesitabas entrevistar? ¿Cómo fueron las entrevistas? ¿Qué cosas se te presentaron como dificultad y qué cosas te sorprendieron? Hice un trabajo de producción periodística muy minucioso. Me llevó mucho tiempo dar con las historias, sobre todo porque busqué diversidad de casos. Hasta entrevisté madres y abuelas, sobre todo porque algunos hijos ignoraban sobre sus madres y su trabajo. Aquí traté de reconstruir la relación madre/hijo a partir de lo que me contaban. Con algunos de los protagonistas me reuní varias veces, con otros mantuve apenas una larga entrevista…Lo más difícil fue preguntar sin ahondar sus dolores, sin profundizarlos. No era esa mi intención. Cuidé mucho cada historia sencillamente porque eran sus vidas y merecen respeto. ¿Qué prejuicios propios, en tanto ideas previas, tuviste que vencer para poder encarar las entrevistas? Fui creyendo que iba a encontrar personas oscuras, sin ilusiones, descreídas del amor. Y conocí gente que la pelea como cualquier otra persona. ¿Todas las entrevistas que realizaste están incluidas en el libro o hiciste una selección de varias? ¿Si es así que criterio utilizaste? Publiqué todas las entrevistas que realicé. Hubo algunas historias que terminaron tras el primer contacto telefónico. En algunos casos, porque no querían hablar. En otros, porque sus historias iban en el mismo sentido de otras ya realizadas y elegí. Imagino que el proceso de escritura te llevó tiempo. Cada testimonio es una voz distinta, distinto ritmo, distinto color. ¿Por qué elegiste escribirlo como un relato de no ficción? Porque me parece más contundente la realidad. Jamás hubiera podido imaginar esas vidas… Marcela Serrano dice que un libro es siempre una tabla de salvataje. ¿Quisiste salvar a alguien con él? A todos ellos. Si íntimamente sufrieron por lo que les tocó en suerte, por lo menos quería que sintieran que no había sido en vano. Que supieran que había “otros” a los que les podía interesar conocerlos. Hay historias que son muy duras y dolorosas. Otras, me dejaron humor, me hicieron pensar “bueno, no es tan terrible ser hijo de una puta”, es tan complejo, doloroso y maravilloso como ser hijo en general y que la peor parte se la llevan ellas, las putas. Cada uno tiene la madre que le toca. “Victimizarse” porque te tocó una que no es políticamente correcta, me suena a excusa. Somos dueños de nuestras vidas…Y de lo que nos toca vivir. De todo, aprendemos. Natalia López natalial@rionegro.com.ar
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