Qué hay detrás de ChatGPT Serch, la nueva apuesta de OpenAI

Los riesgos y consecuencias de dejar en manos de la IA las búsquedas en líneas.

¿Qué riesgos existen si se deja en manos de la inteligencia artificial la práctica de las búsquedas en línea? Como si se tratara de pequeños ataques orquestados contra Google, OpenAI anunció que ahora ChatGPT también funcionará como motor de búsqueda.

Días atrás, Perplexity AI, una prometedora compañía estadounidense, había mostrado sus intenciones de avanzar en el modelo de negocio de las consultas web. El monopolio, sin dudas, está en manos de la empresa californiana, que concentra más del 90% de las consultas en internet.

La corporación liderada por Sam Altman adelantó que lanzará un motor de búsqueda al que denomino ChatGPT Serch. La última apuesta del líder de la IA podría ser considerada una competencia directa de Google porque esta iniciativa podría afectar el tráfico de internet en las búsquedas de noticias, resultados deportivos y otros contenidos que a menudo son de último momento.

En principio la nueva función conversacional estará disponible para los usuarios premium, pero se presume que con el tiempo la herramienta se generalizará. Meses atrás, OpenAI había lanzado una versión preliminar de prueba para un reducido grupo.

No está de más recordar que la versión original del bot de ChatGPT fue lanzada en 2022. Pese a que se alimentaba de enormes cantidades de datos en línea, hasta el momento no podía responder a preguntas sobre acontecimientos actuales.

ChatGPT Serch y los riesgos


La jugada de OpenAI se da luego de los cambios que Google realizó en su motor de búsqueda. A partir de ese momento es posible ver resúmenes generados Gemini, que aparecen con frecuencia junto a los resultados.

El objetivo principal de esta función es obtener una respuesta rápida ante la consulta en línea y evitar así que se tenga que visitar un sitio específico para obtener información.

Ante los cambios implementados por Google, las críticas no tardaron en aparecer. Además de afectar el tráfico a los sitios web, el resumen que propone el gigante muchas veces sigue arrojando datos falsos, lo cual demuestra el riesgo de las “alucinaciones” en las que muchas veces caen los chatbots de IA.

Por otro lado, el giro dado por las empresas para que sus chatbots ofrezcan noticias recopiladas trajo como consecuencia algunos dolores de cabeza en los medios de comunicación.

The New York Times fue uno de los primeros en demandar a OpenAI y a su socio Microsoft por presuntamente violar derechos de autor. Los diarios Wall Street Journal y New York Post también demandaron a Perplexity, otro motor de búsqueda que utiliza IA, por similares motivos. Los ejemplos abundan.

Al respecto, OpenAI explicó que su nueva herramienta se creó con la ayuda de socios del sector de la información. La empresa también se comprometió a incluir los enlaces a las fuentes utilizadas. Las dudas se despejarán con el correr del tiempo.

Las consecuencias de ChatGPT Serch


Ante el panorama que plantea esta situación, ChatGPT Search de OpenaAI no será el “asesino” de Google, consideró el sitio especializado en tecnología TechCrunch. Para este medio, el nuevo producto de búsqueda es “impresionante en algunos aspectos” pero, por ahora, sigue siendo “demasiado poco práctico para usarlo como motor de búsqueda diario”.

En ese sentido, seguir incorporando la IA a la vida diaria también dejará consecuencias. Una investigación, cuyos resultados se publicaron en la revista Nature Computational Science, alertó sobre la necesidad de reducir la basura electrónica, en particular la asociada con los grandes modelos de lenguaje como ChatGPT, Copilot y Gemini.

Si no se toman medidas para reducir los residuos asociados a la inteligencia artificial generativa, esta se multiplicará por mil hasta 2030 y provocará un enorme desafío ambiental. Los gigantes tecnológicos compiten de manera desenfrenada por desarrollar más herramientas basadas en la IA y eso está dejando su huella en el planeta, alertaron los especialistas.

En julio de este año, Google había informado que sus emisiones de carbono aumentaron un 48% en cinco años debido al auge de la IA. La cifra también evidencia el voraz consumo de energía que tiene esta tecnología.


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