En el instante en que se aburren, miran hacia arriba y, con tono dulce, preguntan “¿tenés jueguitos?”. Aunque puede que las tecnologías digitales hayan hecho mucho para salvarlos del aburrimiento y alivianan un poco el cansancio de los adultos, la psicología y las neurociencias emiten sus advertencias sobre el fenómeno de exceso de pantallas en los más chicos.