Subir al Lanín, una aventura llena de emoción para el fin de semana largo
La expedición que requiere obligatoriamente el acompañamiento de un guía de montaña. El volcán tiene 3.776 metros de altura, y hacer cumbre es una experiencia que no se olvida.
“La experiencia al Lanín es hermosa pero se necesita estar entrenado. Intentarlo sin estarlo es para pasarla mal. Es una montaña muy demandada en Argentina, pero no hay que subestimarla”, dice Andrés Holzmann guía de trekking en cordillera que desde 1998 lleva a grupos a la cumbre con Alquimia expediciones y abre la puerta para salir a coronar al gigante neuquino.
Subir al volcan Lanin es un clasico, y generalmente se hace por su cara norte. Luego de ascender desde la cumbre se ven hacia el sur los lagos Huechulafquen y Paimún, y en días despejados, el Tronador; al norte, los lagos Tromen y Quillén; y al oeste, en Chile, el volcán Villarrica. Es la montaña más alta de la zona y su forma cónica que sobresale de la Cordillera de los Andes, un icono de la región.
El ascenso al Lanín es una actividad que se realiza en dos días y una noche. El primer día comienza con una caminata de cuatro o cinco horas en las que se avanza desde la base hasta la zona del refugio y el segundo día la caminata es de 15 a 17 horas, de acuerdo a las características del grupo.
En esta jornada se tardan unas 7 horas desde el campamento de los domos hasta la cumbre, unas tres a cuatro horas de regreso de la cumbre a los domos, y para llegar a la base, son unas tres horas más, incluyendo descansos y comidas.
“Durante todo el año se puede subir al Lanín. En invierno se puede hacer, pero lo hace muy poca gente. La temporada de verano empieza en octubre y termina en abril, después de Semana Santa. El mejor momento es ahora, en noviembre y diciembre, que es cuando los grupos tratan de armarse una salida antes de fin de año y la montaña está muy linda porque es cuando más nieve tiene, y el clima está mejor”, destaca Andrés.
En enero, febrero, marzo también se sube pero la montaña está más pelada, lo que hace que el ascenso sea con más roca y acarreo y se ponga más difícil desde lo físico. En estas fechas, cuando se vuelve se hacen tramos de culipatín, pero en verano es todo con las piernas y en el acarreo es difícil. Se disfruta mucho, porque en lo que es clima, es muy lindo.
“Hacer cumbre es muy emocionante, por todo el esfuerzo, la preparación, los gastos, son muchas cosas para concretarlo. La cumbre es algo hermoso, pero no es todo. Es muy importante disfrutar la experiencia en sí. Los que no hacen montañismo se quedan con eso de que si no hacen cumbre es una frustración y yo creo que lo que vale es la experiencia”, subraya Andrés.
Nunca se camina rápido, se hace tranquilo, se sacan fotos pero es muy largo, por eso hay que entrenar. Hay un equipo necesario y obligatorio que hay que llevar y que los guías le detallarán al contratar la excursión. Grampones, piquetas y casco lo dan los que ofrecen la actividad. La actividad sale $33 mil, los dos días para los que tienen todo el equipo. Quienes no lo tengan pueden alquilar uno por 14 mil pesos.
Precios
- $33.000
- los dos días para los que tienen todo el equipo.
- $14.000
- sale alquilar los equipos.
Estar entrenado
La expedición es de dificultad técnica baja o media, pero exigente desde el punto de vista físico. Andrés Holzmann explica que cuando se habla de estar preparados, es ideal que salgan normalmente en la montaña. Muchas veces no es posible porque vienen de zonas que no hay pero es un entrenamiento de resistencia, si uno va al gimnasio dos o tres veces por semana o juega al paddle, no alcanza.
«Hay que entrenar piernas, llevar mochila en la espalda, porque esto generalmente no se entrena y cuando llega todo cambia y hacer actividades de resistencia, caminar o correr pero de larga duración. Además de varios meses, no unos días antes. Hay gente que se dedica a preparar grupos o se puede hacer solos, pero apuntar a esto», aconseja Andrés.
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