Stevie Ray Vaughan, la leyenda de la «esperanza blanca» del blues

A 30 años del genial guitarrista que modernizó al blues al crear un novedoso sonido músicos argentinos lo recuerdan y analizan su legado.

En la tormentosa noche del 27 de agosto de 1990, moría a los 35 años, al estrellarse en Wisconsin el helicóptero que lo trasladaba en plena gira, Stevie Ray Vaughan, el guitarrista que creó un estilo que fusionaba el tradicional género con un estilo «pirotécnico» ligado a un linaje roquero.
Tanto al frente de su propio trío Double Trouble como en colaboración con artistas como David Bowie, para quien aportó su guitarra en éxitos como «China girl» y «Let´s dance», entre otros, el guitarrista dejó un huella que dio paso a una nueva era dentro del blues, que propició la aparición de jóvenes nuevas figuras, como el caso de Robert Cray, por citar apenas un ejemplo.

Oriundo de Texas, el guitarrista también llamó la atención por su novedosa imagen, caracterizada por el uso de sombreros y por su especial cuidado en la vestimenta a la hora de presentarse en público.
«Para mí es un artista que representa el blues en la época de la posmodernidad porque fue muy particular su forma de tocar y su imagen. Marcó algo muy interesante porque su sonido era una mezcla de Jimi Hendrix con Albert King», destacó el líder de La Mississippi, Ricardo Tapia, al ser consultado por Télam sobre este artista.

Stevie Ray Vaughan luchó por años contra sus adicciones.

Y amplió: «Lo técnico era bastante característico en él porque había mezclado cosas de varios artistas, había inventado un sonido con sus micrófonos y su forma de grabar, pero la característica que más veía la gente era su look. Por todo eso, colocó al blues en lugares donde no se escuchaba».
Además de todas estas cuestiones que dieron nueva vida al blues, el impacto que tuvo la irrupción en escena de Stevie Ray Vaughan se potencia por haber ocurrido en momentos de predominio de los sintetizadores en el panorama mundial de la música contemporánea.
Así lo remarcó a esta agencia el guitarrista Gabriel «Conejo» Jolivet, exDulces 16, Pappo´s Blues y Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, entre otras bandas; quien apuntó que «su aporte fue invalorable porque, junto a Mark Knopfler, volvió a poner a la guitarra en la palestra cuando todo era teclados, algo muy blandito».


«Además, hizo que la gente considerara al blues porque tocaba ese estilo texano que, aunque los puristas digan que no es blues, porque no era negro y esas cosas, el tipo era un guitarrista con un corte blusero muy importante. Me deshago en elogios hacia él», acotó.
Por su parte, Daniel Yaría, el músico que encabezó Magnum 44 y Yaría Brothers, entre otras agrupaciones, suscribió estos dichos al manifestar que «en esa época, en el blues no estaban saliendo guitarristas, solo estaban las leyendas como BB King o Albert Collins, y él dio el puntapié para continuar ese estilo».
«Tocaba con cuerdas con un calibre más grueso y afinaba medio tono más bajo para sacar un sonido bien gordo y poder estirar perfectamente bien. A mí, particularmente, lo que más me gusta de él son los riffs. Tienen mucha personalidad. Es único. Lo escuchás y lo reconocés de inmediato», analizó.
Pero tanto Tapia como Yaría también hicieron hincapié en su particular forma de cantar, con un característico color en su voz que, al igual que en su impronta como guitarrista, podía dar cuenta de influencias de distintos géneros musicales.

Hijo de un padre alcohólico, Stevie tomó a su hermano mayor Jimmie como modelo y protector, por lo que decidió también adoptar a la guitarra como su instrumento, al igual que él.
El primer contacto del pequeño con las seis cuerdas se produjo cuando le regalaron un instrumento de juguete, pero con el que demostró que era capaz de copiar cualquier melodía que escuchara, lo que propició que le compraran una guitarra real.
Así comenzó a tocar en diferentes bandas, en donde asombraba con su estilo, hasta que finalmente encabezó su propia agrupación, con el baterista Chris Layton y el bajista Tommy Shannon, a la que bautizó con el nombre de Double Trouble.

Pero aunque su modelo hogareño fue su hermano, lamentablemente Stevie copió a su padre en el hábito de beber alcohol desde muy chico, lo que lo condujo a una fuerte adicción que, con el añadido de un excesivo consumo de cocaína, le traería graves problemas.
«Stevie puede ser el mejor guitarrista de todos los tiempos pero no vivirá más allá de los 40 años si no deja ese polvo blanco», dijo a finales de los 70 la leyenda del blues Muddy Waters, cuando el joven artista impactaba con sus habilidades musicales pero también acumulaba problemas con la ley por sus nocivos hábitos.
Su autodestructivo comportamiento iba a la par de una creciente fama en el ambiente que tuvo su gran impacto en el prestigioso Festival de Jazz de Montreaux, en 1982, en donde dividió las aguas con su novedoso estilo, en una actuación que nadie pudo ignorar.


En los años siguientes, el guitarrista registró discos memorables como «Texas flood» y «Couldn´t stand the weather» y sumó horas de vuelo con artistas del rock y el blues que ansiaban contar con sus servicios.
La traumática experiencia al grabar «Soul to soul», en 1985, dieron la alerta al músico para que iniciara el camino de la rehabilitación, lo que le valió regresar a la escena totalmente limpio y con bríos renovados.
En ese contexto, en 1990 inició una gira mundial junto a su admirado Eric Clapton, que lo iba a traer a la Argentina el 5 de octubre, con un show en el estadio de River Plate, pero la trágica noche del 27 de agosto, cuando ocupó el lugar en el helicóptero que correspondía al exCream, selló su destino.
«Yo trabajaba en ese momento en un programa de televisión e iba a entrevistarlo. Cuando me enteré de la noticia, se me cayó el alma al piso. Me hubiera encantado conocerlo», recordó Jolivet.
«No tenía techo. Una lástima haberlo perdido tan joven y no haber podido disfrutar más de su arte», concluyó Yaría, al resumir el sentir de millones de guitarristas que hasta el día de hoy dan cuenta de su influencia en la forma de abordar la interpretación del blues.

Télam


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