Yo Corro fue un éxito en Las Grutas: emoción y alegría en la playa más linda

Alegría, disfrute y entusiasmo. Con esas emociones como bandera se vivió una nueva edición del Yo Corro en Las Grutas, que, en su sexta presentación, demostró que ya hay fanáticos del evento y que la propuesta logra reunir a toda la familia, que se prepara para gozar a pleno de la naturaleza y del placer de hacer deporte.

Esta vez llegaron al podio Maximiliano Penchulef, de Gral. Conesa, un ‘profe’ de educación física y guardavidas que ya había hecho punta en la primera competencia que, hace unos años, se organizó en el balneario. Le siguieron Luciano Galván, un neuquino que es personal trainer y hace 8 meses está radicado en San Antonio, y Javier Gómez de Dolavon, Chubut, que llegó en tercer lugar.

Entre las chicas se destacó otra vecina de San Antonio, Eliana Berde, que llegó en primer puesto, la siguió Elizabeth Changazzo y tercera fue María Grigera, de Luis Beltrán.

Claro que la carrera, de 6 km, es recreativa, y eso se vio más que nunca, porque volvieron a cobrar protagonismo las historias de muchos participantes que, al cruzar el arco de llegada, pusieron en juego mucho más que adrenalina y ganas de pasarla bien.

Entre los más emotivos estuvo Sebastián Inalaf, que es de San Antonio y corre junto a su hija Milagros, de 9 años, a la que traslada sujeta a su pecho en una mochila adaptada, porque la nena nació sin brazos ni piernas. Su llegada provocó el aplauso de espectadores y corredores, que se conmovieron con la alegría del dúo, que el año pasado hizo su debut en el evento.

“Esta vez hacía mucho calor, pero fue hermoso correr” contó la niña, mientras lucía orgullosa la medalla que le cedió su papá.

Otro momento de pura emoción fue la llegada de Mónica Brizuela. Ella tiene 61 años y es de Quilmes, Buenos Aires, el balneario es ‘su’ lugar para tomarse vacaciones y esta vez corrió, pero para celebrar. “Más que correr caminé, porque vengo de vencer un cáncer de mama, y esto fue un renacer” contó, deslumbrante de alegría. Como este año su trayecto sería más calmo optó por sumarse a los eco runners, que limpian la playa a medida que la recorren. La sorpresa fue que se convirtió en una de las que más basura juntó. “Eso no fue tan lindo, porque había hasta pañales en algunos lugares de la playa” se lamentó, poniendo el acento en la necesidad de “cuidar este destino tan lindo”.

Con respecto a la organización, todo arrancó alrededor de las 8.30, cuándo los corredores se reunieron en la cuarta bajada para participar de una actividad de pre calentamiento. Entre bailes, risas y ejercicios de elongación el grupo fue ganando entusiasmo y, a las 9, llegó el momento de la largada.

El enorme arco rojo fue una puerta imponente que atravesó una colorida marea de corredores, que fundieron el verde y azul de sus camisetas con los colores del mar, que los escoltó en calma durante toda la competencia.

El trayecto los llevó hacia la primera bajada, allí hacia la cuarta nuevamente y luego hasta las playas ubicadas al sur, desde las cuales pegaron la vuelta para retornar al punto de partida.

El sol, que comenzó a brillar a pleno, volvió desafiante el último tramo, pero todos, a su ritmo, completaron felices el recorrido, ya sea trotando, caminando o corriendo.

Los que llegaron primero batieron tiempos récord, porque, apenas pasados los 20 minutos, ya estaban sorteando el arco y recibiendo su medalla.

“Vinimos directo de Conesa sólo por el Yo Corro, y ahora regresaremos, porque esta tarde trabajamos como guardavidas, como siempre” contó Penchulef, que fue el primero en llegar a la meta. Su amigo Víctor Barra, que es bañero como él, se mostró complacido del logro. “Empecé a correr para recuperarme de un desgarro de tibia y peroné. Desde ahí no paré. En el primer Yo Corro que participé también fui ganador, y ahora volví a hacer punta. Pero lo que me mueve es lo lindo del desafío” destacó, con orgullo.

Luego de la llegada de los adultos fue el turno de los más chiquitos, que, llenos de euforia, recorrieron el tramo propuesto, que fue más corto y adaptado para ellos.

La simpatía y el empuje de los ‘peques’ se ganó las sonrisas de todos. Aunque hubo muchos que, a pura espontaneidad, le pusieron más chispa a la competencia. Como Lorenzo, de 8 años, que le sacó la remera a su tía postiza porque se decidió a correr a último momento, y enfundado en esa prenda casi tan grande como él atravesó feliz el arco de llegada.

Otra de las protagonistas de esta edición kids fue Luana, de Chimpay. Con sus 8 años convenció a su abuela y a su tía, Evelyn Flores, porque ella quería viajar para poder correr. La inscribió su mamá, y llegaron a Las Grutas especialmente para el evento. “Como juego al fútbol y me corro todo sabía que me iba a ir bien” compartió la nena, mostrando la medalla.

Lo cierto es que la actividad fue un éxito de convocatoria y llenó de colorido el balneario, en el que vecinos y turistas se plegaron a compartir el disfrute de todos los corredores, que, por un rato, hicieron suyas las playas.

Como dato alentador, cabe destacar que, esta vez, fueron muchos los que prefirieron transitar más lento el trayecto, pero llevar una bolsita e ir juntando los desechos de la costa. Ellos mezclaron su disciplina deportiva con su amor por la naturaleza, y dejaron impecables las playas tras su paso. Una tendencia que comenzó en eventos anteriores y que, por fortuna, está en alza.

Cabe recordar que la propuesta contó con el respaldo de Betsur y Casinos del Río, mientras que Pardo, Sancor Seguros, Gatorade, el Parador de Playa «La Cuarta», Club Río Negro y RN Radio se sumaron como acompañantes, para garantizar el éxito de la jornada.