Doña Rosa la mapuche a la que Jesús le lava los pies, en el Vía Christi de la Patagonia
En la estación 10 “El lavado de los Pies” del Vía Christi de Junín de los Andes, Jesús y Doña Rosa Cañicul protagonizan un acto de amor. Era la Pillen Cullen de su pueblo una mujer que en la Patagonia dejó su legado.
En un bosque de la cordillera neuquina, justo en ese fragmento de paisaje en el que el Volcán Lanín se levanta como la cúpula de una catedral, hay un Vía Christi que representa el camino de Cristo hacia la cruz, pero también simboliza los abusos con los nativos. En una de las estaciones, está el lavatorio de los pies a los discípulos, pero en la escultura, hay una mujer. Frente a Jesús el rostro de piedra de la mapuche Rosa Cañicul cobra vida y su recuerdo es el eco de la lucha de su pueblo.
El Faro, producido por Radio y Televisión del Neuquén (RTN) y dirigido por Esteban Hoffmann, dónde se la ve, se la escucha y se la puede sentir.
El artista Alejandro Santana es el artífice de la obra que brilla en el cerro La Cruz de Junín de los Andes. Recorrer sus esculturas es ser testigos de la comunión y la armonía entre la cultura católica y la mapuche. Escultor consagrado, arquitecto de profesión, Santana es reconocido en el mundo y cuando los recuerdos lo llevan hacia la ya fallecida abuela Rosa, elige explicar primero, el concepto intercultural de la alegría.
“La alegría es un signo de Dios, está en los Evangelios, y también la abuela me habló de eso”, dice. Desde el más allá, el “cultrún” marca el ritmo; ese tambor hecho de madera y cuero de potro que Rosa golpeaba con su mano huesuda en las ceremonias habla de la alegría.
“En el cultrún, está la pisada del choique que simboliza al charito que es el pichón y cuando uno lo ve es muy gracioso, esos ojos saltones, el peluche que tiene en la cabeza, sobre un pico que parece estar risueño y da esa sensación de felicidad que es un regalo de Dios. Se lo ve en muchas culturas de Latinoamérica. Doña Rosa Cañicul para mí era alegría, un ser de luz. En Junín de los Andes y en toda la cercanía, nos iluminó con su vida y su sabiduría. Pero sobre todo su coherencia”, relata.
Doña Rosa nació en Paimún, en la Bahía Cañicul que lleva su apellido como nombre y a los pies de Volcán Lanín, muy cerca del río Chimehuín que por estos días se llena de aficionados a la pesca con mosca. Luego, Parques Nacionales hizo una campaña para sacar a la gente de sus tierras y para eso, les quemaban las casas. A Doña Rosa se la quemaron y debió dejar ese lugar. Se instaló la Costa del Malleo, un paraje situado 25 kilómetros al norte del pueblo. Allí se hizo su rancho y después la provincia le hizo una casita rural, donde pasó sus días.
A Rosa, la buscaban de cada comunidad para hacer las rogativas (ceremonias) dentro de todas las comunidades porque era la Pillén Cullén, la que conocía todo el ritual.
“Ella fue como el eslabón que hizo falta para unir. Durante mucho tiempo se fue perdiendo el conocimiento, la cosmovisón de la cultura mapuche. Quedaron pocos que pudieron trasmitirlo, y hoy volvieron a revivir, pero se habían silenciado. Hasta el mismo mapudungún, volvió, pero mucho tiempo al que hablaba le cortaban la lengua y por eso no se lo transmitían a sus hijos. Gracias a Dios hoy hay otra mirada”.
Así se conocieron
Cuando Santana estaba creando el Vía Christi, al lavado de pies, quería hacerlo con una abuela representativa y Pedro, uno de los chicos que trabajaba con él, le habló de la suya. Pero cuando llegaron a proponérselo, vieron que no sería tarea fácil convencerla.
“Al principio yo me enoje. Vino un sobrino. Nosotros queremos sacarle filmación. Sí, ustedes están acostumbrados a aprovecharse de uno. Al rato llegó Santana, también lo reté. Después me dieron los sueños, y me puse contenta”, dice a la cámara en el documental El Faro, producido por Radio y Televisión del Neuquén (RTN) y dirigido por Esteban Hoffmann, dónde se la ve, se la escucha y se la puede sentir.
“Parece que lo soñó y en el sueño, le decían que tenía que venir a posar. Los pueblos mapuches, como los cristianos, en los sueños reciben mensajes y le dan mucha importancia porque son como mensajes que vienen de Dios”, cuenta Santana.
Doña Rosa tomó la decisión de formar parte del parque escultórico, pero no fue fácil. La familia se enojó. Le decían que se metía con el santo que tiene un nombre huinca. “Si hablan contra de mí, se van a pescar de mí”, vocifera ella en el documental que les respondió e hizo lo que quiso. “A ese Santana, lo dejó Dios para que haga esa cosa. Después, mi amigo Santana, después que lo reté”, dice en la pantalla y lanza una risa que le achina los ojos e ilumina.
La idea de Alejandro, era que haya un modelo vivo. Las figuras las hace en arcilla primero para luego llevarlas a la piedra. “Lo que no imaginé era que iba a conocer un ser tan maravilloso. Ella venía con su hueca y tomábamos mate, empezamos a charlar y ahí nos hicimos amigos. Era una persona que te llenaba el corazón, y eso también es algo que te viene de Dios”, dice sin dudar el artista.
Recuerda que cuando se inauguró la estación del lavado de pies, llegaron personas de siete comunidades diferentes a hacer una rogativa. Hicieron una fogata a las cinco de la mañana antes con sus oraciones, “porque la que estaría allí, sería una mujer que ellos reconocen como santa”.
En el 2001 trabajaban a pleno en el Vía Christi porque había fondos de Nación que habían sobrado de la remodelación del Santuario, pero llegó la crisis y se quedaron sin fondos para seguir. Justo pasó por Junín Cristina Miguens, que era una señora que hacía donaciones, subió y se contactó con ellos. Por su sugerencia, armaron la fundación comunitaria Huiliches para seguir la obra, primero con aportes de Miguens y después de Provincia y Nación.
En esa comisión estaba doña Rosa y fueron elaborando el proyecto, que Cristina se lo llevó a Bergoglio. No quería solo retratar el dolor, si no salir de ese esquema. “La religiosidad criolla, es compartida, juntos podemos ver que en el otro, cosas que se han dejado de lado. Por ejemplo, en el Catolicismo, el tema de la naturaleza, la pachamama, la diosa madre y lo femenino en Dios, porque es Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres veces varón, que viene de una mirada machista que se concebía en la época que se tradujo la Biblia. Pero esto de ver al rostro materno de Dios como decía Leonardo Boff, nos lo da el intercambio con la cultura”, dice Alejandro.
Para terminar asegura que la abuela Doña Rosa en Junín de los Andes y en toda la cercanía, iluminó con su vida, con su alegría y su sabiduría. Pero sobre todo su coherencia.
“Ella era alegre, era verla y compartir una risa. Desde luego que hay cosas que pasan que son dolorosas, pero era un ser divino, muy lindo. Fue una suerte dar con ella,porque fue una maestra para todo el equipo de trabajo ¿Quién no la conoce a la abuela Rosa en la zona de Junín y toda la Patagonia? A todos nos dejó algo.
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