Una joven crea desde macetas hasta lámparas con el plástico que no suele reciclarse
Josefina Diez creó Mar sin Plast, una iniciativa que recibe los plásticos que, a diferencia del PET, no cuentan con un circuito formal de reciclaje y les da una nueva vida al convertirlos en objetos cotidianos. Además, abre las puertas de su taller para enseñar sobre la importancia y el potencial del reciclaje.
Un cesto cargado de envases vacíos de plástico, ubicado en la vereda y próximo a la puerta de entrada de Mar sin Plast, indica el lugar donde se recepciona todo ese material que logró salvarse del tacho de basura. Mar sin Plast es un emprendimiento familiar que apuesta a generar conciencia en la gestión de residuos plásticos. Nació en pandemia con el objetivo de reducir el mayor número posible de plástico que se desperdicia en la ciudad de Mar del Plata a partir de reciclar el material y fabricar productos de uso cotidiano.
Desde el 2020, cientos de envases de shampoo, potes de queso, yogures, dulces, bidones, productos de limpieza y tapitas llegan diariamente a las manos de Josefina Diez (29 años), licenciada en Gestión Ambiental en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), especializada en Comunicación y Ambiente (UNLP).
La preocupación por dar un segundo uso a los plásticos —uno de los elementos más contaminantes para el ambiente—, impulsó a Diez a realizar y difundir un video en redes sociales en el que invitaba a la comunidad a llevar sus plásticos al taller con la promesa de otorgarles una segunda vida. “El video lo lancé en plena pandemia y me sorprendió lo rápido que se viralizó, quizás tuvo que ver con el aumento de toma de conciencia sobre el cuidado del ambiente en un momento en el que nos encontrábamos todos aislados”. La respuesta de sus seguidores la sorprendió, el número creció en pocos días y sobrepasó toda expectativa. Así comenzó el Proyecto Mar sin Plast, con el que se propuso en septiembre de ese año realizar una acción concreta para intentar mitigar el impacto de los plásticos en la basura de su ciudad. “El plástico es el material que marcó nuestra era y el que más utilizamos diariamente”, argumenta.
Mar sin Plast recepciona plásticos tipo 2 (polietileno), tipo 5 (polipropileno) y tipo 6 (poliestireno). Los tipos de plásticos se pueden encontrar debajo de cada envase. Estas son las únicas de las siete variedades que hay en total que no tienen un circuito formal de recuperación, a diferencia del PET que sí tiene un circuito de reciclado. “Elegí el plástico que faltaba reciclar en el mercado”, resume Diez. De todas maneras, a su taller también llegan botellas de agua o gaseosa pero no las recicla, solo las junta y entrega a cooperativas de la zona encargadas de recuperar PET, entre otros materiales reciclables.
Por semana recibe aproximadamente unas veinte bolsas de consorcio en su punto de acopio principal, ubicado en la calle Urquiza 5022 de la ciudad balnearia. “Me interesa limitar los puntos de acopio porque es una manera de controlar la cantidad de plástico que ingresa y, además, porque es la mejor forma de que se vinculen y conozcan el proyecto. Está bueno tener contacto directo cuando vienen a dejar sus bolsas; siempre están invitados a subir y conocer donde trabajo y los objetos que realizo con sus plásticos”, explica. También se pueden acercar los plásticos para Mar sin Plast al local de Luleå Mindful, ubicado en la calle 14 de Julio 2479, y en distintas escuelas de la ciudad.
Qué se obtiene con el plástico reciclado
Entre los productos con plástico reciclado que más se piden se encuentran las macetas, las lámparas, bebederos y comederos para mascotas. Aclara que mayormente se producen por encargo, por eso en su taller no tiene “showroom”; se encuentran solo algunas pocas piezas a la vista.
En 2021, distintas instituciones, escuelas y organizaciones se contactaron para encargar productos de forma mayorista. Entre los pedidos que recuerda Diez, se encontraban llaveros, credenciales para congresos, medallas para entregar en clubes y espacios educativos y suvenires para resignificar el concepto de los regalos empresariales.
Cuando analiza con qué otras experiencias se nutrió su proyecto, va directo a Precius Plastic, una iniciativa europea guiada por un grupo de profesionales que enseñan a reciclar plástico de manera artesanal en talleres a baja escala y que recomienda seguir. Al ingresar a esta plataforma también accedés a información sobre el tipo de maquinaria adecuada que deberías adquirir para reciclar cada tipo de plástico, un catálogo de productos que sirven de inspiración para comenzar a fabricar en forma casera e información general basada en evidencia sobre el poder contaminante de los plásticos en el mundo.
Educar: el gran foco de Mar sin Plast
Mientras apila una serie de planchas realizadas con material recuperado, Diez hace lugar en la mesa para una nueva ronda de mate. En estos años, se sienta y dice, recuperó unas diez toneladas de plástico que fueron convertidas en objetos. Si bien cada año fue creciendo la cantidad de volumen de plásticos que recibió, no tiene previsto escalar su microempresa para obtener mayores niveles de producción. El foco, en cambio, está en brindar capacitaciones y charlas (presenciales y online) en escuelas, universidades, organizaciones y empresas para concientizar sobre la importancia de recuperar el plástico y, al mismo tiempo, para enseñar cómo transformarlo en un futuro objeto.
“Primero me interesa educar y concientizar y es a través de la utilización del reciclado y la elaboración de productos donde encuentro la clave para cambiar hábitos en la gente. Cuando la vecina que trajo su envase de shampoo puede verlo convertido en maceta hay otro impacto”, apunta.
A partir del 2022, Diez comenzó a recibir escuelas y universidades en su taller. Las primeras la contactaron a través de las redes sociales preguntándole si podían acercarse con los estudiantes para conocer qué hace Mar sin Plast y cómo lo hace. “A lo largo de una hora brindo información precisa sobre el grave problema de la contaminación del plástico en el mundo adaptada a la edad de los alumnos que vienen de visita, con el agregado fundamental de mi propia experiencia en el terreno del reciclado y la fabricación de objetos, detallando hallazgos, pero también errores, con la intención de que cualquier persona aprenda a replicar esta iniciativa con el camino un poco más allanado”.
Para este año tiene planificadas las visitas de 23 escuelas de Mar del Plata y la zona (Balcarce, Miramar, Mar chiquita). Desde que comenzó a recibir colegios, contabilizó unas 40 instituciones tanto públicas como privadas de la zona. También la contactaron escuelas de otras provincias para tener charlas virtuales durante los próximos meses.
La experiencia de las docentes
La escuela Mar del Plata Day School visitó el taller de Diez en mayo del año pasado luego de ponerse en contacto con la iniciativa a través de las redes sociales.
La demanda de realizar esa visita nació del propio colegio: “Con los alumnos de tercer grado trabajamos en un proyecto enmarcado dentro de los objetivos de desarrollo sostenible y uno de los temas era el cuidado del ambiente; así llegamos a los plásticos relacionados con nuestra ciudad y a Josefina”, cuenta la docente y coordinadora del área de Inglés Grace Gilardoni.
Según la docente, la charla que recibieron los estudiantes “fue muy completa y con impacto directo en sus vidas cotidianas”. Además de recibir una explicación adaptada sobre la importancia de cuidar el planeta, se les preguntó qué sabían acerca del reciclado de plásticos y se les presentaron los tres tipos de plásticos que Diez recicla. La emprendedora también les enseñó cómo los tritura y los transforma en un objeto ayudado por distintas maquinarias presentes en su taller.
“Con todo lo aprendido los chicos armaron una campaña de recolección de residuos plásticos que se amplió a todos los niveles de esa escuela. Durante los meses siguientes, a su vez, se trabajó en la clasificación de esos plásticos recuperados”, remarca Gilardoni y dice que “cuando pasó Josefina a retirar los bolsones llevó distintos productos listos para que toda la escuela pudiera conocerlos”.
Además de lograr recuperar plástico y aprender a separarlo, los estudiantes pudieron aplicar todo lo aprendido en distintas disciplinas, entre ellas Ciencias Naturales, Ciencias Sociales y Matemática. “Pudimos conectar contenidos de la vida cotidiana con contenidos significativos que van a hacer que los chicos lo apliquen no solo en la escuela sino en la vida”, agrega la docente.
Por su parte, la escuela San Antonio María Gianelli ya visitó por tercer año consecutivo Mar sin Plast. La docente de sala de 4 de ese colegio María Virginia Ortiz detalla: “En mi sala trabajamos la importancia de las 3 R —reducir, reutilizar y reciclar—, entonces aprenden qué sucede con la basura y con todo aquello que se puede recuperar. Luego de la visita al taller de Josefina, los chicos pudieron incorporar el concepto de manera más palpable”, dice Ortiz.
Por eso vuelven cada año, tras observar a sus alumnos “impactados” al entrar en contacto con las máquinas. “Al ver que todos podemos hacer algo concreto por el ambiente se sienten estimulados a separar plásticos y pensar en nuevos objetos que eviten que esos materiales se conviertan en basura. Ya nos pasó varias veces que los padres nos cuentan que sus hijos les piden separar la basura en casa y recuperar los plásticos. El cambio es inmediato”.
La importancia de hacer red
¿Con qué otros actores sociales trabajan Mar sin Plast? “Con los emprendedores locales vinculados al cuidado ambiental estamos en red, nos conocemos y consultamos con frecuencia”, apunta Diez. Al momento, se encuentra trabajando con una colega que recupera textiles en Mar del Plata, con Regenera, una cooperativa que recupera residuos orgánicos, y con otros recuperadores de diversos materiales de la zona. También intercambian saberes y trabajo con Reaccionar, una iniciativa de la Ciudad de Buenos Aires.
“Junto a los emprendedores ambientales de la zona ponemos en común saberes, dudas y posibles soluciones a problemas cotidianos. También nos apoyamos en las redes sociales para que cada uno de nuestros emprendimientos adquieran mayor visibilidad”, dice. Y proyecta: “Para este año tenemos previsto mezclar distintos materiales —plásticos, textiles y otros materiales reciclables— y probar de diseñar objetos en conjunto entre varios emprendedores con el objetivo de ofrecer una alternativa sustentable en productos corporativos”.
Por otro lado, la fundadora de Mar sin Plast trabajó en conjunto con la carrera de Diseño Industrial de la Universidad Nacional de Mar del Plata durante el 2022 y 2023. “El proyecto apuntó a pensar mobiliario urbano con plástico reciclado para la comunidad. Los alumnos que visitaron el taller trataron de trabajar con el material recuperado con las técnicas que les transmití en mi espacio. Fue muy buena la experiencia”, considera.
Actualmente, Diez está por lanzar un curso online sobre iniciación al reciclaje artesanal, pensado especialmente para docentes: “A partir de la inquietud de aprender a reciclar para trabajar las problemáticas ambientales desde acciones concretas, muchas escuelas me pidieron capacitación”.
Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones, una alianza entre Río Negro y RED/ACCIÓN.
Comentarios