Una barilochense vendió más de 100 sombreros artesanales personalizados a todo el país en un año

En plena búsqueda de trabajo, Florencia Galasso creó "Heme Boshi", un emprendimiento que ya recibe consultas de todo el país. La convocaron a participar en un desfile del diseñador Roberto Piazza.

Casi sin pensarlo, la barilochense Florencia Galasso ideó un emprendimiento que, a menos de un año, la posiciona como referente a nivel nacional. Fabrica sombreros de manera artesanal y personalizados para cada cliente. Son piezas únicas: todos los modelos son diferentes en colores, decoración y grabado.

«Hacemos sombreros a la antigua. Cada sombrero es único. No vas a ver dos sombreros iguales. Cada uno está hecho en base al cliente», indicó la mujer de 34 años que, hasta un tiempo atrás, soñaba con estudiar medicina.

«Existen desde siempre. Cada década estuvo marcada por un sombrero. Es más que un accesorio: te acompaña, ayuda a prevenir del sol, la nieve, la lluvia. Al poder personalizarlo, el cliente elige cómo decorarlo y su forma de expresarse queda manifestada ahí», agregó.

Como materia prima, emplea el fieltro, un material de cientos de capas de lana merino prensada. «Se hace un tratamiento al sombrero para darle rigidez pero que, a la vez, quede blando», comentó.

Infinidad de colores y de modelos. Foto: Chino Leiva

Heme Boshi nació en agosto del 2023. En ese momento, Gallaso no tenía trabajo. Siempre le había fascinado la moda y por ende, los sombreros y de casualidad, entendió que por ahí estaba su camino.

Una tarde, la mujer empezó a buscar sombreros con la intención de comprarse uno. Entre las pocas opciones que encontró, los precios eran excesivos. Entonces, se propuso fabricarlo por sí misma. El desafío la sedujo y decidió realizar un curso en Buenos Aires.

De regreso a Bariloche, compró materia prima y decidió instalar el taller en su casa del barrio Melipal. Desde entonces, no paró.

Florencia realizó un curso en Buenos Aires. Foto: Chino Leiva

A modo de práctica, fabricó los primeros cinco sombreros hasta que llegó el primer pedido desde Ushuaia. Un muchacho estaba interesado en un modelo de Fedora, «el clásico triangular», de color beige. Ese primer encargo generó tantos nervios que el ejemplar salió mal. El cliente le envió una foto mostrándole que el sombrero no le calzaba del todo bien. De inmediato, Galasso le envió un nuevo modelo y esta vez, la nueva foto del sombrero que recibió fue perfecta.

El proceso creativo

Galasso emplea la lana merino como materia prima. «También tenés fieltro de conejo o castor aunque no son tan nobles como la lana merino. Es más dura, más resistente, al igual que la lana cuando se moja: es imposible que traspase el agua», describió.

Leandro Veliz está a cargo del manejo de las redes sociales. Foto: Chino Leiva

En un primer momento, no tenía un estilo definido. Por eso, la idea fue que cada sombrero se diseñara de manera personalizada. Que el cliente eligiera todo. «Así empecé a hacer piezas únicas; no hago sombreros en serie. Se fue dando solo. Si uno mira el perfil de Instagram, es raro ver el mismo modelo«, indicó.

Días atrás, una pareja que está a punto de casarse le encargó dos sombreros con un pudú en la copa. Sucede que tienen un emprendimiento de cabañas representado por este animal. Por dentro, el accesorio tenía grabadas las iniciales de cada uno y la fecha de casamiento. «En este caso, hicimos un prensado de cuero hecho a mano en el momento. El sombrero es para su momento más preciado; de modo que ser parte de ese momento, es algo divino«, dijo.

Florencia Galasso, la barilochense que brilla con sus sombreros personalizados. Foto: Chino Leiva

A un año de la creación del emprendimiento, Galasso lleva fabricados más de 100 sombreros. Si bien un primer momento, la impulsora del emprendimiento pensaba más en el público barilochense, recibió pedidos de los más diversos rincones del país.

No se cansa de enumerar situaciones. «Me llegaron a pedir un sombrero con modelo de corazón de color amarillo, todo flameado, para usar en un casamiento. Otro, confeccionado con diferentes tipos de tela que va cosido y con un leve grabado», contó. Dijo que otro cliente pretendía ponerle a su sombero «todo lo que uno pueda imaginar: hasta el grabado de una tortuga marina. Otro encargó un sombrero cowboy flameado, grabado con el diseño de la mano de Fátima».

Recordó también un encargo desde un pequeño pueblo de Córdoba. «Me pidieron un sombrero de campo. Me dijeron que Correo Argentino es lo único que llegaba y me acuerdo que lo envié a ‘Lote número 30´. Era la única indicación», mencionó.

Su taller está ubicado en el barrio Melipa. Foto: Chino Leiva

En la próxima semana, Galasso tiene previstos tres desfiles. Uno en un bar, otro del que participarán las candidatas a Reina de la Nieve a beneficio del hospital Ramón Carrillo y hasta un evento del diseñador de moda Roberto Piazza, junto a otros cuatro diseñadores patagónicos.

«Un día me llegó un mensaje de Benjamín de Jesús preguntándome si quería desfilar para Roberto Piazza, una eminencia de la moda. Medio que desconfié porque el mensaje era muy escueto, pero resultó ser real. Benjamín de Jesús trabaja con Roberto Piazza en todo lo que es los desfiles. Es coach y tiene 20 años en el Teatro Colón y quería incluir en el desfile a emprendedores de Bariloche», relató. Este hombre descubrió el emprendimiento a través de un reel de Instagram donde quedó fascinado con los sombreros.

Florencia Galasso, la barilochense que brilla con sus sombreros personalizados. Foto: Chino Leiva

Hoy, Galasso está focalizada en el mercado argentino. El objetivo es sentar buenas bases para convertirse en una marca conocida. El público extranjero todavía no es prioridad. Pero no falta mucho. «A veces, uno piensa en lo que crecimos en tan poco tiempo y es impactante. Quiero que sea una marca real conocida y llegue a todo el público. Que todos tengan su sombrero«, concluyó.

El proceso del sombrero

El primer paso es realizar un tratamiento al sombrero para que adquiera rigidez. Esto toma un día, pero hay que dejarlo secar otros dos. El paso siguiente es el moldeado que suele demorar dos días.

La quinta jornada de trabajo está destinada a la decoración y los accesorios. Luego, se termina de embalar el producto para su traslado. «Lo más engorroso es estirar el fieltro porque es todo a mano y a veces, viene muy duro. Termino con las manos hechas polvo», dijo.

Leandro Veliz, su mano derecha y amigo. Foto: Chino Leiva

Galasso destacó la constante ayuda de su padre que conoce de artesanías. Su pareja también colabora con el manejo del cuero. En tanto, su mejor amigo, Leandro Veliz, cumple un rol crucial: se encarga de publicitar la marca a través de las redes sociales. El 90% de las ventas se concretan a través de las plataformas, vía virtual.

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