Un emprendimiento familiar de avellanas se abre camino en el mercado de los frutos secos en Cipolletti

Alberto Capellan y Gloria Rodríguez reconvirtieron su chacra y hoy se dedican al cultivo de avellanos. El emprendimiento es familiar, pero se abre camino dentro del mercado chocolatero de la cordillera de Neuquén y Río Negro. 

Alberto Capellan y Gloria Rodríguez son propietarios de una chacra de Cipolletti, actualmente cuentan con una producción innovadora en la zona ya que se dedican al cultivo de avellanos. La finca está ubicada en cercanías de la isla Jordán y tiene ocho hectáreas que llegan a producir cerca de 20 mil kilos de avellanas por año.

Tras varios años de intenso trabajo, la chacra de Cipolletti comenzó a dar los primeros frutos. Se trata de un emprendimiento familiar de avellanas, un tipo de cultivo que cada día suma más adeptos en la región.

Alberto, tiene de más de 70 años, junto a su esposa decidieron reconvertir la producción que durante muchos años perduró en su familia, ambos son nietos de antiguos productores de frutas de pepita y carozo. Cuando compraron la chacra de sus abuelos, hace 15 años sabían que no querían continuar con la producción de peras y manzanas en un mercado tan inestable, conocían la experiencia de sus abuelos y padres y querían evitar ese tipo de producción. Juntos decidieron emprender en la producción de avellanos.  

Avellanos de la chacra Capellan.

En el Alto Valle son escasos los productores que se dedican a este tipo de producción. “La mayor producción del país está en Viedma con 600 hectáreas, en el Alto Valle seremos tres o cuatro productores de avellanas. Es el fruto seco menos conocido, pero de a poco se va adaptando al mercado”, aseguró Capellan.   

La decisión de reconvertir la chacra fue esencial para iniciar con la producción. “Desde que decidimos reconvertir la chacra evaluamos qué producción queríamos tener. De frutos secos hay tres variedades: nogales, almendros y avellanos, que es lo que menos hay en todo el valle. Nos decidimos por los avellanos y plantamos ocho hectáreas». 

A diferencia de los otros frutos secos las avellanas requieren menos inversión, todo depende de cómo el productor maneje el cultivo. Una vez realizada la plantación los avellanos tardan entre seis y siete años en dar sus frutos. “Es un negocio y para que sea rentable requiere mantenerlo y dedicarle tiempo”. 


El destino de la producción: los chocolateros


Por hectárea la producción supera los 2.500 kilos, si es muy buena la cosecha a veces llega a 3000. Pero este volumen de frutos no alcanza para que sea un producto que se pueda exportar y como no es suficiente las avellanas se comercializan en el mercado interno. El kilo cuesta alrededor de $3.000.

Capellán aseguró que “hay un mercado interesante en el valle y en la cordillera, en Bariloche y San Martín de los Andes con los chocolateros. Ellos son los principales clientes y se ven atraídos por la calidad del producto”.  

Avellanas en pleno crecimiento.

Desventajas de la producción


Una de las desventajas es que en la zona hay poco apoyo técnico para la producción de avellanos. En este punto, Capellan manifestó que en el Alto Valle no hay ingenieros o técnicos especializados en este tipo de cultivo y que se valen del apoyo de algunos especialistas del INTA Alto Valle, pero también de la experiencia de los productores de Chile.  

Explicó que «el país vecino concentra el mayor cultivo de avellanos con 24 mil hectáreas, algunos productores viajan a Viedma a contar sus experiencias”. Incluso, Alberto para poder desarrollar su producción viajó a Chile a aprender de sus compañeros y capitalizar experiencia. 

Otra desventaja, es que los pequeños productores compiten con los productos importados que ingresan al país a menor costo. La diferencia en la calidad es notoria, ya que el proceso de los productores valletanos es natural, sin conservantes, ni aditivos.

Según el INTA, a nivel mundial el consumo va en aumento, pero las plantaciones no alcanzan a cubrir la demanda por lo que se debe recurrir a la importación para completar el abastecimiento del mercado interno. «La demanda insatisfecha hace que este cultivo sea una opción potencial para el desarrollo productivo en la región”. 

La chacra:

Por año llegan a producir 20 mil kilos de avellanas. Por kilo, las avellanas del valle cuestan alrededor de $3000.

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