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Un emprendimiento de Bariloche apuesta a traspasar las fronteras

Se trata de la fábrica de alfajores sin gluten “Mamacha”, una iniciativa de tres mujeres. El proyecto surgió a partir de la creación de un espacio educativo para sus hijos y terminó como una apuesta a la reinserción laboral.

La fábrica de Mamecha está en el kilómetro 13 de la avenida Bustillo. Foto: Chino Leiva

“Mamacha” se gestó ocho años atrás en el oeste de Bariloche durante encuentros de crianza. En un primer momento, sus impulsoras comenzaron a vender alfajores entre amigos y conocidos. Poco a poco, el emprendimiento se fue afianzando, fue ganando adeptos y, el 8 de marzo recibió el aval del Senasa como marca libre de gluten. De modo que los alfajores podrán traspasar las fronteras de Bariloche.

Todo comenzó allá por 2016, cuando once mujeres decidieron generar un espacio educativo para sus hijos, con un jardín de primera infancia. Una educadora acompañaba a los niños de 10 a 14 y mientras tanto, las mujeres se volcaron a comercializar bolsones del Mercado Comunitario. Recuerdan que llegaron a vender 200 bolsas de verdura por fin de semana, constituyéndose como uno de los nodos más importantes del Mercado Municipal.

Poco a poco, también empezaron a producir alimentos para vender y una de las ideas fue fabricar alfajores. El primer producto fue el alfajor negro de algarroba con dulce de leche.

La fábrica de Mamacha está en el kilómetro 13 de la avenida Bustillo. Foto: Chino Leiva

En medio de ese proceso, uno de los niños presentó una alergia y las mujeres decidieron abocarse a la producción sin gluten. “En ese momento, era una novedad y nos parecía bien sostener eso. Era una oportunidad de encarar por este lado: un producto rico, sabroso que no tuviera TACC”, señaló Rocío Leuthold, una de las fundadoras de Mamacha, junto a Catalina Ramella y Bárbara Anguita.

Los alfajores perduraron en el tiempo así como también la amistad y el amor. Hoy nuestros pibes tienen 11 años”.

Rocío Leuthold, una de las tres fundadoras de la firma Mamacha.

El proyecto de los alfajores se sostuvo en el tiempo. Las mujeres alquilaron una casa en el kilómetro 13 de la avenida Bustillo que lograron habilitar como fábrica. Resaltaron que Mamacha logró sobrevivir “a Macri y a la pandemia”, pero en agosto del 2022 se dieron cuenta de que el crecimiento tenía techo ya que, al no contar con un sello, estaban limitadas a vender solo en Bariloche.

“Pensamos: listo, hasta acá llegamos. pero hubo una vuelta de giro, un tornado que nos atravesó”, advirtió Leuthold.

Después de gestiones que se extendieron por más de un año, las mujeres consiguieron el sello RNE (Registro Nacional de Elaboradores) para establecimientos elaboradores de alimentos libre de gluten.
“Ahora pudimos solicitar el RNPA (Registro Nacional de Producto Alimenticio) que nos da la posibilidad de comercializar el producto por fuera del ejido municipal. Se solicita uno por cada producto: en este caso, conseguimos la habilitación para los primeros tres productos, el alfajor blanco de frutos rojos, el negro de dulce de leche y el conito bañado. De a poco, se nos van abriendo otras puertas”, relató Leuthold.

La fábrica de Mamacha está en el kilómetro 13 de la avenida Bustillo. Foto: Chino Leiva

Hoy Mamacha tiene una oferta de 20 productos: dulces y salados, como panificados y pizzetas. A las tres dueñas, se suma un equipo de cuatro empleados en la cocina y cuentan con una logística tercerizada, como el reparto y el diseño de etiquetas. Actualmente, venden a locales que revenden sus productos, dietéticas, cafés, hoteles, restaurantes y cabañas. El sello otorgado por Salud Ambiental permitirá abrir nuevas posibilidades en todo el país.

“Vamos aprendiendo sobre la marcha. Ninguna de nosotras es directora de empresas, ni estudió para eso. Ni tenemos posibilidad financiera para decir: ‘Invierto para avanzar tranquila´. Siempre fue todo a muy a pulmón”, destacó al tiempo que recalcó que la empresa es artesanal. “Hay personas amasando las tapitas de alfajor, rayando naranjas, los alfajores se rellenan a mano. No se elabora de manera industrializada. Queremos crecer; ese es nuestro objetivo”, planteó.

La fábrica de Mamacha está en el kilómetro 13 de la avenida Bustillo. Foto: Chino Leiva

Espacio de juegos y catarsis maternal

Cuando se les consulta a las mujeres el por qué del proyecto, señalan que “todas estaban criando a sus hijos, sin un trabajo en relación de dependencia”. La idea fue emprender alguna tarea en conjunto para reinsertarse en la vida económica, aunque “con hijos a cuestas”. “Necesitábamos un ingreso económico para seguir avanzando a nivel personal, no solo en la maternidad. Nunca imaginamos llegar a ser empresarias de alfajores”, acotan.

Pero, en un principio, el objetivofue otro muy diferente. “Nos conocimos en un taller de embarazadas. Y la idea fue juntarnos un rato con los críos. Si alguna tenía ganas de llorar o estar sola, que pudiera ir al lago, por ejemplo y las demás nos quedábamos con los críos. Se armó una grupalidad. Nos hicimos amigas”, contó Leuthold.

El desafío del encuentro fue generar un espacio de juego para los chicos, “al margen de la catarsis maternal. Los niños fueron el disparador, pero de a poco, empezamos a pensar en la economía”.

¿Por qué el nombre Mamacha? “Porque somos un grupo de madres y mamachamos la vida. No solo nuestros hijos crecen: también crecemos juntas. Maternar sola, a veces, es difícil. Y siempre decimos que nos unió la maternidad”, concluyeron.

La fábrica de Mamacha está en el kilómetro 13 de la avenida Bustillo. Foto: Chino Leiva

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