Un banco de bicicletas para que todos puedan ir a trabajar, estudiar o pasear

Desde 2020 la ONG Voy en Bici crea bancos de rodados en escuelas, cárceles y comedores de la Ciudad de Buenos Aires y cinco provincias argentinas. Ahí prestan las bicis a estudiantes de bajos recursos que deben recorrer grandes distancias hasta el aula y corren el riesgo de desertar, internos que tienen salidas transitorias y trabajadores de sectores vulnerables que afrontan un gran gasto en el transporte para ir hasta su sede laboral.

Durante el aislamiento ocasionado por la pandemia de coronavirus, la bicicleta se convirtió en una opción para trasladarse o pasear minimizando las posibilidades de contacto con otros y, por lo tanto, de contagios. Sin embargo, ya lideraban el fenómeno de movilidad sustentable que permite un transporte no contaminante y de bajo costo.

Con estas premisas en la cabeza nació Voy en Bici, una ONG que surgió en la localidad bonaerense de Pilar y crea bancos o depósitos de bicicletas en escuelas, centros comunitarios o comedores y penales para prestárselas a quienes necesitan desplazarse para ir a estudiar o trabajar diariamente. O, simplemente, para tener un vehículo con el cual salir a pasear. “Voy en Bici emerge en enero de 2020 como una iniciativa inclusiva y sustentable de Julio ‘Coco’ Antuñano, quien buscaba solucionar la falta de oportunidades laborales para las personas de barrios emergentes, debido a las distancias entre el domicilio y el posible trabajo”, cuenta Juan Cruz Gregorini, el otro impulsor del proyecto, quien lo lidera desde que falleció Antuñano. 

Los emprendedores sociales calcularon, en base a los testimonios de los usuarios de los comedores de Pilar donde también ayudaban, que cuando alguno de los vecinos de las zonas vulnerables accedía a un trabajo, un 25 % del salario se iba en transporte. También habían detectado que las distancias y los costos también complicaban la asistencia de los chicos a la escuela, tanto en zonas urbanas como rurales. Así que decidieron recolectar rodados que les donaban amigos y conocidos y repararlos para cedérselas a los que las necesitaban para viajar. 

Reunieron las primeras bicis en marzo de 2020, pocos días antes de las medidas de aislamiento social y arrancaron el proyecto a pulmón. “Al comienzo las bicicletas se entregaban como donación particular, sin contraprestación, luego decidimos dotar al proyecto de una idea innovadora, que permita generar más oportunidades para todos, equidad, inclusión y movilidad compartida. Así nacen los bancos de bicicletas, que son lugares estratégicos dentro de comunidades que solemos definir, para que a partir de allí se asignen quienes serán los primeros beneficiarios de las bicis. Esta idea es original y propia. Hemos creado los primeros bancos de bicicletas del país y de Sudamérica en escuelas rurales, centros comunitarios y penales”, precisa Gregorini. Y remite al balance anual que la ONG, que tiene su sede en la localidad bonaerense de Pilar, divulga en sus redes: “A fines de 2023 Voy en Bici contaba con 22 bancos en cinco provincias: Neuquén, Santiago del Estero, Misiones, Entre Ríos, Buenos Aires y también en la Ciudad de Buenos Aires”.

Un banco de bicicletas creado en Colonica Celina, Entre Ríos, para que los chicos puedan ir y volver de la escuela. (Imagen: gentileza Voy en Bici)

Cada año Voy en Bici suma a su circuito unos 200 nuevos rodados con la condición de que quienes los toman los devuelvan cuando ya no los necesiten. En 2023 hubo 261 donantes particulares, quienes se contactaron a través de las redes sociales o la página web, además de empresas colaboradoras, las cuales, sponsorean talleres y actividades o suman su apoyo en forma de insumos para reparar las bicicletas o logística, para transportarlas. “En el equipo de voluntarios contamos con siete bicicleteros, entre hombres y mujeres —cuenta Gregorini— pero además algunas compañías y colegios privados, apelando a la responsabilidad social, generan jornadas de voluntariado o workshops en las que los participantes meten mano sobre las bicicletas y aprenden habilidades blandas y trabajo en equipo. Entonces, esos vehículos reparados vuelven a rodar en comunidades necesitadas”.

De los diez bancos de bicicletas que el proyecto concretó durante 2023 solo uno fue en el conurbano bonaerense, en el hogar El Alba de Longchamps. Los otros nueve se ubican en escuelas rurales de las provincias de Buenos Aires, Misiones, Santiago del Estero y Neuquén. “Notamos que en las escuelas rurales del NEA, por ejemplo, domina una alta deserción escolar en las secundarias. Nuestro propósito entonces es garantizar el acceso de niñas y adolescentes a dichas escuelas solucionando el tema del transporte”, argumenta el emprendedor social. Y están los datos que dimensionan ese impacto: “Con el objetivo de medir de qué manera Voy en Bici genera un impacto ambiental positivo hemos realizado una medición de los kilómetros recorridos por los alumnos que recibieron bicicletas en escuelas rurales durante 2023: un total de 25.000 kilómetros”, cuenta. Y ejemplifican: los nueve alumnos que recibieron bicis en un centro de apoyo escolar de Añatuya, en Santiago del Estero, recorrieron una distancia promedio de 12 kilómetros diarios y los 28 adolescentes de la Reserva Yryapú, en Misiones, un promedio de 4,1 km cada día. 

Sin embargo, la apuesta a la economía circular de Voy en Bici no se termina con la cesión de las bicicletas. También apuesta a la capacitación en el arreglo y mantenimiento de rodados como herramienta de inserción laboral para los adolescentes y adultos de los comedores, las escuelas y los penales en los que funcionan los bancos y para que la propia comunidad pueda ocuparse de que estén en perfecto estado.

Las donaciones de rodados, la principal forma de acrecentar la flota del proyecto. (Imagen: gentileza Voy en Bici)

“Estamos contentos con estos cursos que nos inculcan valores, el hábito del trabajo y un oficio para cuando salgamos. Hoy sacamos doce bicicletas reparadas que van a comedores y merenderos. Una tiene un canasto y está preparada especialmente para una maestra que vive muy lejos de la escuela en la que trabaja”, cuenta Alejandro, uno de los internos del penal de San Martín, encargado del taller de reparaciones. En los penales, los bancos de bicicletas sirven a personas privadas de su libertad que tienen salidas transitorias.

Bicicleteada de las mujeres participantes en el taller de Girodias, en Trenque Lauquen. (Imagen: gentileza Voy en Bici)

Otra de las participantes en las capacitaciones es Lucía, una maestra rural de Girodías, una localidad de apenas 200 habitantes cerca de Trenque Lauquen (Buenos Aires). Ahí llegó Voy en Bici con un taller de mecánica de bicicletas y otro de habilidades interpersonales e inteligencia emocional en el que participaron 17 mujeres de la zona, que no solo sirvió para enseñarles a reparar los rodados, sino también para empezar a conocerse y organizar actividades para sus tiempos de ocio. “Valoramos mucho esos talleres, que unen lo productivo que es el arreglo de bicicletas con lo emocional. Tuvimos oportunidad de charlar y escucharnos las unas a las otras”. 

Para las chicas y mujeres de esa localidad bonaerense la bicicleta no fue solo un medio de transporte sino también un factor de unión. “Armamos una bicicleteada para las chicas del pueblo a una estancia que se llama San Alfredo. Fueron 21 kilómetros. Todo un desafío personal y grupal porque íbamos alentándonos unas a otras. Fue una gran oportunidad para conocernos, así que ya estoy pensando en organizar otro paseo”, cuenta la docente.

Los impulsores del proyecto: Julio Antuñano y Juan Cruz Gregorini. (Imagen: gentileza Voy en Bici)

Proyección 


En la ONG están convencidos de que su proyecto es escalable. Que puede llegar a más provincias del país e incluso multiplicarse en cada una de ellas. “Entendemos que estamos dando una solución a la movilidad sostenible y activa de personas de bajos recursos, creemos que este es el medio alternativo más eficiente más inclusivo y económico que se le puede brindar a la sociedad, sobre todo en escuelas o comunidades rurales, así que trabajaremos fuerte en ello para seguir creciendo y llegar a más empresas para poder traccionar más fondos”, argumentan.

También cuentan que sus limitaciones pasan por las posibilidades de financiamiento tanto para las reparaciones como para la logística y el transporte de los rodados. Por eso apelan a una estrategia múltiple de presentación del proyecto para subsidios internacionales y nacionales. Algunos talleres tuvieron financiamiento de la Agencia Francesa de Desarrollo, la embajada de los Países Bajos y otros de empresas y colegios privados. Pero además, en 2021 fueron invitados a exponer en un Congreso de Movilidad Sustentable de la ciudad española de Bilbao su propuesta de un banco mundial de bicicletas: la iniciativa apunta a replicar esos depósitos para préstamos en todas las regiones del planeta y permitir las donaciones entre los lugares donde hay más rodados como China y Holanda, a los que tienen menos. El resultado fue que llegaron consultas de Perú y El Salvador de emprendedores sociales interesados en replicar la idea en esos países y otros de América Latina. 

Para escalar el proyecto y llegar a todo el país Voy en Bici necesita, además de rodados, contenedores y depósitos para guardar las bicicletas y crear los bancos en comedores, merenderos, capillas y ONG. También vehículos para transportarlas y fondos para organizar la logística. “Nos consideramos emprendedores sociales y lo nuestro es articular las tres patas: empresas, ONG y Gobierno; por el bien de la sociedad y de las comunidades más vulnerables”, sintetizan los amigos, convencidos de que las dos ruedas son la solución a varios problemas de la sociedad. 


Este contenido fue originalmente publicado en RED/ACCIÓN y se republica como parte del programa «Periodismo Humano», una alianza por el periodismo de calidad entre RÍO NEGRO y RED/ACCIÓN.



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