Milagro en el cerro Catedral: paso de estar en coma a recuperar su vida

Conrado Tenaglia perdió el control mientras esquiaba en Bariloche, perdió el casco y se golpeó fuertemente la cabeza. Estuvo al borde de la muerte, pero después de 40 días, despertó. Juana Libedinsky plasmó la historia en un libro.

El diagnóstico cayó como un balde de agua fría. Traumatismo encéfalocraneal grave, con una lesión axonal difusa, escala 3 de Glasgow. «Si uno busca en Wikipedia, tenés 90% de posibilidades de muerte o estado vegetativo«. Esa mañana de agosto de 2019, un imprevisto en el cerro Catedral marcaría un antes y un después en la vida de la familia Tenaglia.

El matrimonio de Juana Libedinsky y Conrado Tenaglia vivía en Estados Unidos, junto a sus dos pequeños hijos. Al igual que cada temporada, visitaban Bariloche.

Un 27 de agosto, Conrado, el abogado padre de familia, descendía por una de las pistas del cerro cuando de repente, perdió el control y cayó. Empezó a rebotar cayendo por la nieve hasta que perdió el casco y su cabeza golpeó fuertemente contra una piedra. Quedó a pocos metros de un arroyo que estaba congelado hasta que llegó la patrulla de rescate.

«Vi cuando se cayó. Estábamos esquiando con un gran amigo que se tiró para intentar atajarlo como si fuera la final de la copa del mundo. Me gritó que siguiera para abajo, que había que llamar a los patrulleros», recordó la periodista y escritora.

Solo recuerda el momento después, en la ambulancia rumbo al sanatorio San Carlos, cuando un anestesiólogo le daba palabras de aliento a Conrado a pesar de que no escuchaba. No dejó de hablarle en ningún momento.

«Cuando supe que Conrado estaba comprometido, me di cuenta de que no volveríamos a Nueva York y desde el hospital, me puse manos a la obra para rearmar la vida en Argentina. Busqué un colegio para mis hijos que hablaban bien castellano, pero no leían», señaló la mujer.

Conrado permaneció internado en Bariloche apenas unos pocos días. De inmediato, se convocó a un vuelo sanitario que lo trasladó al Hospital Fernández en Buenos Aires. Lo que siguió después fue un largo proceso de recuperación, contra toda estadística.

Mientras tanto, Libedinsky afrontó la situación como pudo. Como lectora compulsiva, no dejó de leer por un minuto. Ella misma se sorprende por haber leído tanto en una situación tan extrema.

«Leí desde libros de cocina -aunque no cocino-, hasta ensayos tesudos, libros infantiles, novelas de misterios y asesinatos. ¿Qué se me había dado por buscar todo este tipo de libros? Para llegar a un final feliz», planteó. En un momento, recordó, se volvió adicta a las novelas de Agatha Christie que había leído tiempo atrás.

Juana Libedinsky es periodista y escritora. Foto: gentileza

«Empecé a leer teoría literaria sobre novelas de crimen y decían algo interesante: cuando hay momentos de grandes crisis personales o mundiales, la venta de este tipo de tipo de novelas sube muchísimo. Si para el final de la novela se reestablece el orden y el bien triunfa cuando uno enfrenta situaciones de descontrol total de panico recibir ese mensaje, es la palmada en la espalda que uno puede necesitar», describió.

A fines de enero, tras cinco meses de internación, la familia Tenaglia regresó a Nueva York. A Libedinsky no le gusta hablar de milagro sino más bien de una cadena de gente que «fue haciendo todos los pasos bien». «En las películas, alguien que está en coma en un hospital, de golpe abre los ojos y extiende los brazos hacia su esposa agradeciéndole por haberlo acompañado. La siguiente toma es en la casa donde lo esperan los niños con globos de colores. Acá, nada que ver», bromeó la mujer.

La recuperación de Conrado fue gradual y extremadamente lenta. Sin embargo, un año después, en enero de 2020, ya estaba de regreso en su oficina.

La historia materializada en libro

«No quería ser la heroína de nada. Ni un canto a la resiliencia. Quería hacer una buena historia y contar sobre grandes libros, pensando más que nada en el lector«. Libedinsky presentó su libro «Cuesta Abajo». No fue a modo de brindar una especie de guía de autoayuda. Como escritora, sintió que esa historia era digna de ser contada.

«En última instancia, siempre cuando uno escribe, hay algo de exorcizar los propios demonios terapéuticos y demás. Pero yo no quería que ese fuera mi objetivo. Cuando contaba una y otra vez la misma historia, me daba cuenta de que causaba interés, que tenía elementos», especificó y agregó: «Muchos amigos periodistas me remarcaron que no suele pasar de una historia que te cae en la falda como si nada. Si uno trabajó toda la vida escrbiendo, me pareció que era el ejemplo a seguir. Buscar un buen objeto literaio que se sostuviera solo. Que no solo fuera una cuestión de vanidad mía«.

Su libro fue recomendado por el médico que atendió a Conrado, el neurólogo Ignacio Previgliano, en un Congreso Argentino de Neurología.

La autora admitió que pese a que no fue el objetivo, la sorprendió la cantidad de gente que, tras haber vivido una situación muy grave, dijo haberse sentido acompañado por el libro porque, en definitiva, describió, «la historia es un elogio de la normalidad«.

«¿Cuál fue el vínculo de Conrado con su propia historia hecha libro?», consultó este diario. Su esposa hizo hincapié en que el hombre no recuerda nada. «Fueron 40 días que se le borraron de la cabeza. Para alguien de tan bajo perfil, su interés por el libro fue todo un acto de generosidad y de respeto profesional hacia mi«, comentó.

«Cuesta abajo»


Luego de la presentación del libro en Estados Unidos y distintos rincones del país, la periodista y escritora Juana Libedinsky lo hará nada menos que en el lugar donde ocurrió el accidente. Será este jueves a las 17 en el Club Argentino de Ski en Villa Catedral. «Es más emocionante de lo que esperaba aunque volví varias veces a Bariloche después del accidente», confió.

Conrado, aseguró, no recuerda nada porque perdió la conciencia. «Se le apagó la televisión, como quien dice. Mis chicos ya lo habían superado. A nadie le importaba mucho. Yo soy la que mantiene esos recuerdos, la memoria de todo el asunto», dijo.

Tras el accidente de su esposo, Libedinsky resaltó la reacción de los barilochenses, desde los patrulleros, los trabajadores de la ambulancia, el médico que lo intubó cuando no respiraba hasta los instructores de esquí que se ocuparon de sus hijos durante el momento de más conmoción. «Estuvimos rodeados de una nube enorme de cariño de gente que no conocí«, señaló.

¿Por qué «Cuesta Abajo?»

Sin ir más lejos, la historia arranca con Conrado esquiando «cuesta abajo», sin freno hasta que cae. Pero después de accidente, la autora del libro reconoció haber atravesado situaciones «rarísimas». «Cuando volvimos a Nueva York, me atacaron dos veces en el subte, algo que nunca me había pasado. Mi mamá entra en coma por un shock séptico. Se sucedieron cosas malas, una tras de otra. Y yo que había sido tan fría, tan lógica, empiezo a sentirme cuesta abajo y sin freno», detalló.

Advirtió que «fue la literatura y el escribir» lo que le permitió tomar el control de la situación. «Hay un tango de Gardel que se llama Cuesta Abajo y justo es su primera película en Nueva York. Habla de la historia de un argentino en Estados Unidos al que le empieza a ir mal y no se puede frenar. Me sentí muy identificada», concluyó.

Vacaciones históricas en Bariloche


Juana Libedinsky recordó que cuando Parques Nacionales loteó el cerro Catedral en los años 70, sus padres fueron de los primeros en comprar un terreno y construir. Desde entonces, vacaciona en la ciudad lacustre. «Cuando me casé con Conrado, él era abogado para un estudio británico pero vivía en Estados Unidos y una de las condiciones implícitas era que las vacaciones siguieran siendo en Bariloche. Todos los meses de agosto venimos», indicó.

Luego del accidente y pasada la pandemia por Covid, la familia volvió a la ciudad cordillerana de vacaciones. «Con lo que pasó, la ayuda en Bariloche vino en todas formas y todas las edades también. Como Francisco Montanelli, el hijo de unos queridísimos amigos, que tras el accidente se quedó pegado a Conrado hasta que estuvo en la ambulancia. Él considera que fue una especie de un ángel de la guarda cool y gran esquiador», comentó.

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