Turismo en las cavernas de Neuquén, el plan después de 21 años de cierre
Se estudiaron las cavernas de Cuchillo Curá, de las más extensas de Sudamérica. La preocupación máxima es el impacto humano dentro de un lugar único.
Los tesoros de Neuquén vienen de su tierra, pero en este caso no de Vaca Muerta, sino de las cavernas. Las cuevas de la provincia son de las más importantes del país, por lo que creció el interés de poder convertirlas en una oferta turística, luego de 21 años de estar cerradas al público. Las primeras experiencias se centran en el sistema cavernario de Cuchillo Curá, cercano a Las Lajas, el más grande de Argentina y uno de los extensos de Sudamérica. Sin embargo, hay miedo por la conservación de lo que la naturaleza tardó miles de años en construir.
Cuchillo Curá tiene cuatro cavernas: del Templo de 1.827 metros, del Gendarme con 1.691 metros, del Arenal con 837 metros y de Los Cabritos con 830 metros. El sistema, con casi cinco kilómetros de extensión, es el más largo encontrado en el país hasta el momento. Las cuevas se formaron durante el jurásico superior, como parte de un acuífero formado por un curso de agua subterráneo y lagunas superficiales. En la superficie hay yacimientos arqueológicos que incluyen antiguas pinturas rupestres.
Fue en febrero del año pasado, durante el aniversario de Las Lajas, cuando la intendenta María Angélica Espinosa le pidió al gobernador, Omar Gutiérrez, que se desarrolle el turismo de cavernas, que se llama «espeleoturismo». Desde el 2001 se prohibió el ingreso a todas las cuevas de la provincia. En este caso, la propuesta es que los visitantes puedan recorrer algunas de las cavidades porque no todas son seguras y poder ver con sus propios ojos un paisaje que solo se presentaría en una pantalla.
El recorrido por las cavernas ofrece estalactitas en los techos y estalagmitas en el suelo, las que, cuando se juntan, forman columnas de sedimentos. Las paredes muestran capas de sedimentos de distintos colores y las alturas de los lugares van cambiando a medida que se avanza. A la posibilidad de estar en un espacio con casi nula injerencia humana, se le suma la posibilidad de ver fauna única, ya que es endémica (o sea que solo crece en ese espacio).
Las cavernas están a 12 kilómetros de Las Lajas, en las inmediaciones de una laguna con el mismo nombre y dentro del área natural protegida Cuchillo Curá, de 400 hectáreas. Desde el Gobierno recordaron que se creó en el 2003, a raíz de la lucha de distintas ONG espeleológicas provinciales y nacionales para que cesara la explotación minera que se estaba realizando en la superficie, donde se encuentran las cavidades, y que hacían peligrar su integridad. Esta lucha había comenzado en los ’80 según recordó en un artículo Gabriel Redonte del Grupo Espeleológico Argentino (GEA).
El primer paso: formar rescatistas
Un año después del pedido de Espinosa se firmó un convenio entre el Consejo Federal de Inversiones (CFI) y la Fundación de la Universidad Nacional del Comahue para el Desarrollo Regional (Funyder). También el Ministerio de las Culturas diseñó el estudio “complementación de los estudios espeleológicos de base en el sistema cavernario Cuchillo Curá”, con Redonte como coordinador.
En marzo se realizó el taller de introducción al espeleosocorrismo, o sea, cómo hacer rescates en las cavernas. La convocatoria fue grande: bomberos, policía, defensa civil, gendarmería e infantería. Lo articularon el Municipio, el departamento provincial de espeleología y la Comisión Nacional Argentina de Espeleología – Unión Argentina de Espeleología. El objetivo es formar el Grupo de Espeleosocorro Las Lajas (GELL), aunque aún falta un largo camino por recorrer.
Hay estudios de las cuevas del 2003, aunque los primeros recorridos fueron en los ’70 y la primera investigación en 1982. Ahora, profesionales de la Universidad, los actualizan con mejor tecnología y más información. Además se realizaron dos recorridos, uno en marzo y otro en junio.
El jefe de departamento de Espeleología, el geólogo Santiago Bassani, resaltó que las tareas fueron desarrolladas por biólogos, espeleólogos, geógrafos matemáticos del GEA, con más de 30 años en el estudio de este sistema cavernario, y la participación de geólogos de la cátedra de geotécnica.
El gran momento, pero con recomendaciones
El sábado 15 fue el gran momento del turismo de cavernas en Neuquén y ocurrió en Las Lajas. Con una charla abierta se entregó el informe final sobre los estudios espeleológicos del sistema cavernario Cuchillo Curá. Se trata de información que se usará para definir acciones de manejo y gestión ambiental, para un «posible desarrollo espeleoturístico de alguna o algunas de sus cavidades» se indicó desde el Gobierno.
El informe releva la estabilidad de las cuevas, su fauna endémica, tiene un mapa de su topografía, un relevamiento de los espeleotemas (estalactitas y estalagmitas) y cómo se formaron. A la vez, se sumaron recomendaciones:
• Trabajo en conjunto para la gestión del área entre la dirección provincial de áreas Naturales protegidas y la de patrimonio cultural.
• Dar continuidad a los estudios espeleológicos, principalmente de estabilidad de las cavidades y del ecosistema cavernario. Efectuar el estudio de estabilidad en la caverna del Templo.
• Diseñar un plan de monitoreo ambiental de las cavernas.
• Formar el Grupo de Espeleosocorro Las Lajas.
• Considerar y/o ejecutar las acciones recomendadas para cada problemática identificada en el listado de conflictivas y acciones propuestas del informe final.
• Avanzar en el diseño de un proyecto espeleoturístico ambientalmente sostenible. Debe contemplar la complejidad de las cavidades y la fragilidad de su ecosistema como prioridad de conservación. Si se acepta, los trabajos serían durante la primera mitad del 2023 y se daría un curso de espelosocorrismo para residentes de Las Lajas durante abril.
Las preocupaciones
Hasta marzo de este año, Daniel Cocco estuvo al frente del Grupo Azul Espeleológico y de Montañismo (GAEMN), rol que hoy está a cargo de Gustavo Zingaretti. La asociación, creada en 1987, fue parte de los recorridos en las cavernas de Cuchillo Curá.
Para Cocco, la apertura de las cuevas al turismo es una preocupación. Reconoce que sería un recurso económico y que se trata de un espectáculo, pero, justamente por eso resalta que «hay que cuidarlo».
Remarcó la presencia de la fauna endémica, que es muy vulnerable y de lo difíciles que son los rescates, con camillas donde se mete a la persona herida y que muchas veces hay que arrastrar mientras el socorrista avanza gateando.
Para poder explicar la magnitud del impacto humano en las cavernas, Cocco describió que, en general, son bajas y si alguien toca el techo con el casco puede romper las estalactitas: una de 10 centímetros tarda 10.000 años en formarse y «uno la puede romper en un segundo».
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