Tren Solidario: cruzan el país para ayudar e insistir con que vuelvan los viajes de pasajeros
La iniciativa nacional pasó por la región, combinando la tarea humanitaria y el apoyo al medio de transporte, con historias de vida que quedaron marcadas para siempre.
Río Negro fue el destino elegido para el 52° viaje del Tren Solidario, la propuesta que busca demostrar que es posible el regreso del tren de pasajeros y, a la vez, acercar apoyo a las ciudades que crecieron junto a los ramales.
Con 246 voluntarios a bordo, 27 integrantes de la coordinación y cinco expertos del Cuerpo Argentino de Socorrismo, el contingente partió de la estación Haedo, Línea Sarmiento, el pasado miércoles 6, a primera hora, para luego conectar con la Línea Roca y cruzar los kilómetros que los separaban de esta provincia. Desde allí siguieron los rieles que supo dejar vacíos el “Zapalero”, tras la privatización aplicada en los ‘90.
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Con posteos en redes sociales para mostrar el paso por cada estación, los protagonistas compartieron el cálido recibimiento que tuvieron en Río Colorado y Darwin, localidad donde ya los encontró la medianoche. Chimpay a las 2 de la madrugada fue la última parada antes del descanso y los preparativos para entrar al Alto Valle a primera hora del viernes.
En el andén de Allen, junto a la Asociación Museo Municipal, los esperaba la nostalgia de Alicia Miranda, por ejemplo, barilochense, criada en el Cerro Otto, clasificadora jubilada del empaque. Ella viajó por última vez en tren en 1965, a los 14 años, el día que se mudaron a la localidad, por eso al enterarse de esta visita se acercó emocionada.
Algo parecido le ocurrió a Alicia Cecci, vecina ligada a los años de gloria del ciclismo local, que escuchó en la radio el aviso y dejó lo que estaba haciendo para llegar a tiempo. Finalmente se acomodaron “Coquita” Santillán y su esposo Oscar Muñoz, junto a la bandera de los motoqueros del grupo “Sin Fronteras”, después de dejar sus donaciones, para representar a su hijo Raúl, que por cuestiones de salud no había podido llegar.
Todo fue emoción cuando poco antes de las 10 se vio la luz de la lámpara frontal a distancia y la bocina empezó a motivar la precaución de los demás conductores. Con los colores celeste y blanco flameando desde la cabina se pudo ver a la formación, encabezada por una locomotora del Tren Patagónico, completarse luego con tres vagones del Museo Nacional Ferroviario, traídos para mostrar cómo eran el cine y confitería “a bordo”.
Convivir 50 horas
La logística de los viajes del “Tren Solidario” no sólo implica el contacto con las ciudades a visitar y las instituciones a beneficiar, sino también el viaje a bordo de los casi 250 pasajeros que reservan simbólicamente sus butacas aportando cada uno, la cantidad de 15 kilos de donaciones, desde alimentos y ropa, hasta juguetes y útiles.
Esa es la particularidad que hace distinta a esta experiencia, comparada con otros envíos de ayuda al interior del país: son esos mismos voluntarios los que eligen cruzar el país para ver cara a cara a quienes reciben los aportes. Ellos mismos son los que armaron las cadenas humanas para descargar los bultos, clasificados y rotulados, mientras la coordinación, a cargo de Maria de los Ángeles García, chequeaba los datos de cada referente institucional. Entre ellos cuidan el código de convivencia implícito para mantener la limpieza de pasillos y baños, cuidar las pertenencias y la buena comunicación, garantizar el compartir y promover el clima fraterno en cada coche. Momentos de guitarra, mate y algo para comer son lo que garantizan que la gente siga eligiendo volver en cada nuevo llamado publicado en la página trensolidario.org.
Alejandra Di Natali fue una de las que se puso en la fila para ayudar. Con dirección actual en Buenos Aires, compartió con RÍO NEGRO que justamente había nacido en Allen, aunque vivió muy pocos años en la ciudad. El viaje le resultaba tan movilizante que se comunicaba entre susurros, porque había perdido la voz y directamente lo asociaba a algo anímico. Muchas emociones juegan por dentro en vivencias como éstas y el regreso a ese tiempo de infancia.
Daniel Arduini y Leopoldo Uriarte, por otro lado, ostentaban en la inmensa lista de voluntarios el prestigio de estar entre los que más ediciones llevan viajando con el “Soli”, como le dicen con cariño. Ferroviario activo el primero, se había pedido días de vacaciones para seguir entre rieles, disfrutando en este caso, de una lucha que él también defiende. Después de 15 viajes solidarios cumplidos, reconoció que siente un “amor especial” por lo que se vive y recordó ediciones patagónicas anteriores como las realizadas hasta Zapala o Jacobacci, el año que llegaron después de la caída de cenizas provenientes de la erupción del Cordón Caulle. “Ahí llevamos alimento para el ganado también”, evocó.
No faltó el que relatara el festejo por el triunfo en el último Mundial de Clubes, como contó Roberto López, de Podestá, al señalar que la victoria de la “Scaloneta” contra Francia los encontró en la soledad de Laguna Paiva, en el centro de Santa Fe. La expectativa es tanta que quienes no viven en CABA para la partida, se suben en la estación de su ciudad y sino, se van en colectivo hasta la gran urbe, para salir rumbo a otro punto del país.
Leopoldo es el que recuerda los orígenes, cuando todo comenzó en 2001. Lleva 40 viajes en su haber y hoy es el que todos cuidan, conscientes de que tiene nada menos que 79 años. Cordobés pero establecido en Olivos, integra también el Ferroclub Argentino, con el que han restaurado y preservado coches de hasta 1890 e incluso más antiguos. “Para la gente esto es un llamado a la esperanza, un espaldarazo para que las autoridades tomen conciencia de que el servicio puede llegar”, valoró.
Entre pasajeros de sitios tan distantes como Tucumán y Montevideo, Uruguay, Claudia Zabala contó su experiencia como vecina oriunda de Cañuelas, que trabaja en su comunidad con otros de espíritu solidario como ella, con quienes articulan para canalizar la ayuda que consiguen. Grupos en Facebook y de What’s App son la forma que tienen de seguir en contacto hasta que surja un nuevo desafío.
Y como la siembra es a futuro, los más grandes van preparando a los más nuevos, como en el caso de Marcela, docente del Conurbano bonaerense, que vino con varios de sus alumnos de Nivel Medio para juntar vivencias y trasladar lo vivido a una actividad curricular que luego compartirán en el aula.
“Los sistemas pueden convivir”
La llegada a Cipolletti, punto final del recorrido, incluyó la personificación del emblemático guarda de la estación tocando la campana, gracias al uniforme original que lució Enrique Díaz Colodrero, integrante del Museo Ferroviario. Le salió al encuentro para recordar viejas épocas Marcelino Bustos, quien supo ser cambista y que hoy vive con 77 años cerca del Club Marabunta. Custodios de la esmerada maqueta que atesora la institución y de un valioso archivo en exhibición, Diaz Colodrero, Miguel González y Lautaro Vega fueron los anfitriones del acto que se realizó a la vera de calle Fernández Oro.
Allí Sergio Rojas, titular de Rieles Multimedios y de la revista que impulsa esta iniciativa, junto a su esposa María de los Ángeles García, fueron recibidos por Fabián Gatti, ministro de Gobierno, Trabajo y Turismo, junto a la presidente del Concejo Deliberante local, Karina Álvarez y Julio Sosa, representante del sindicato “La Fraternidad” y presidente de la Sección Ferroviaria de la Federación Internacional del Transporte (ITF), entre otras autoridades.
En conjunto coincidieron en que la experiencia registrada en otros países es la prueba de que puede funcionar un sistema “multimodal” entre los distintos tipos de servicios, incluso sin el requisito de que estén bajo control estatal. Destacando la labor del Tren Patagónico en la Línea Sur, entre discursos oficiales y charlas de butaca, sobrevoló el anhelo de llegar con rieles argentinos hasta Chile, para saldar una deuda de conectividad histórica. Cipolletti y Villa Regina declararon la visita solidaria de interés municipal.
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