Tras el decaimiento, el Bosque de Arrayanes se renueva

Diez años atrás, numerosos ejemplares de la Península Quetrihué se debilitaron con la caída de ceniza volcánica y la ausencia de lluvias. Hoy, la situación es alentadora.

En el verano del 2013, exactamente diez años atrás, el guardaparque Pablo Fiad detectó la pérdida de follaje y cambios del color de la corteza en varios árboles del Bosque de Arrayanes, en la península Quetrihué. Ese lugar es visitado por unos 150 mil visitantes al año.

Estos signos de decaimiento del bosque generaron alarma y motivaron un relevamiento por parte del personal técnico del parque nacional Nahuel Huapi e investigadores del Conicet que comprobaron la presencia de hojas y ramas secas, la caída masiva de hojas, una escasa floración y la corteza de los árboles llamativamente descolorida. Ya no del típico color canela sino grisáceo.

Este hallazgo coincidió en los árboles ubicados en los sectores más cercanos al sendero de uso público.
“Estas condiciones se observaron con posterioridad a la erupción del volcán chileno Cordón Caulle en 2011 y, durante los dos años siguientes de sequía y altas temperaturas. Este pulso de estrés hídrico impactó en los árboles, especialmente en los más expuestos al sol, con menor humedad”, resumió el intendente del parque Nahuel Huapi, Horacio Paradela.

En 1971 se creó el parque nacional Los Arrayanes que abarca toda la península Quetrihué. Foto: gentileza

Durante las cuatro temporadas siguientes, se impulsaron estudios para monitorear los cambios en la fisonomía de los individuos afectados y evaluar si esa condición se mantenía o empeoraba. El resultado fue alentador.

Paradela aclaró en que la afectación del bosque no es total y “hay parches de arrayanes en buen estado, mucho más vigorosos que aquellos expuestos a la luz solar con menor reserva de agua”.

Necesidad de humedad

El estudio científico permitió concluir que los ejemplares de arrayán ubicados bajo el dosel de otras especies (coihues o cipreses) tenían “una menor afectación y hasta ausencia de síntomas; mientras que los individuos más expuestos (sin el follaje protector de otras especies) mostraban una corteza gris, una mayor pérdida de hojas y hasta algunos individuos muertos”.

¿Por qué se genera esto? Paradela fue contundente: “El arrayán es una planta que necesita mucha agua. Vive en sectores húmedos y, esa humedad la capta de manera subterránea y a través del ambiente húmedo”. Si bien no supo indicar cuántos ejemplares resultaron afectados en los últimos años, dijo que la proporción no es mayoritaria.

En 1999 los técnicos de Parques Nacionales comprobaron que el sendero entablonado había propiciado la regeneración de arrayán. Foto: gentileza

Este bosque es único: esa densidad de arrayanes no se ve en otros lugares del parque nacional”,

dijo Horacio Paradela, intendente del parque nacional Nahuel Huapi.

Proceso de renovación

Los árboles más frágiles se visualizan principalmente a lo largo del sendero. “Por fuera del sendero, no encontramos esas condiciones. No todo el sendero está decaído”, aseveró Paradela.

“¿Se agravó la situación en la última década?”, preguntó este diario. “Todo lo contrario”, sentenció. Aseguró que es posible hablar de “un proceso de renovación del bosque y no de su muerte” ya que hay ejemplares nuevos que crecieron de forma natural y otros que surgieron a partir de la producción de plantas en el vivero de Isla Victoria. Este proyecto fue financiado por el Ministerio de Ambiente de Nación y, entre 2017 y 2018, se incorporaron 1.200 plantas nuevas en el bosque.

Paradela advirtió que no se debe intervenir sobre las plantas decaídas y débiles. “Las plantas tienen ciclos naturales y deben responder naturalmente. Hay bosques que, por su longevidad, pueden sufrir un proceso natural de caída de árboles. Mueren naturalmente”, mencionó.

Pero, aclaró, que en el caso del Bosque de Arrayanes “no se identifica ese proceso. Lo que aconteció tiene que ver con otro fenómeno, como el estrés hídrico y la caída de ceniza volcánica”.

Más allá de las copas de árboles afectadas, destacó que se ha podido observar crecimiento en los sectores laterales: “Renacen gajos en los costados. Ahora estamos evaluando si estos arrayanes lograrán nuevamente un porte importante o se modificará la altura”.

Ceremonias mapuches por el Bosque

En 2013 y 2015, cuatro comunidades mapuches llevaron adelante una ceremonia en el Bosque de Arrayanes para lograr el equilibrio en los cursos de agua de ese sector y la humedad necesaria para que los árboles se recuperaran.

Lorenzo Loncon, werken de la Lof Paicil Antriao, recordó que, tras la erupción del volcán chileno Cordón Caulle Puyehue, “hubo como un shock”. “Se tomaron medidas con hidrolavadoras para lavar los arrayanes y la ceniza, pero no fue suficiente”, dijo.

Consideró que “el problema del bosque no es solo que se está secando sino que hay un desequilibrio histórico”. Sucede que, si bien el Bosque de Arrayanes se publicitó como “un bosque puro”, fue el resultado de una serie de intervenciones de manejo forestal y ganadero. A partir de 1942, se procedió a la tala de cualquier individuo que no perteneciera a esa especie.  

Loncon planteó que, después de las dos ceremonias mapuches, “hubo un renacer de gajos que parecían secos”.


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