Trabajaba en Invap, con los incendios forestales se hizo bombero y fundó un cuartel en Bariloche

En su barrio, al oeste de la ciudad, Carlos Bruna padecía constantes incendios forestales. Se organizó con otros vecinos e instaló la base de operaciones del cuartel Ruca Cura en su casa. Sus hijos eran los encargados de tocar la sirena en cada emergencia.

Carlos Alberto Bruna trabajaba para Invap. Vivía al oeste de Bariloche, en una zona boscosa, junto a su esposa y sus cinco hijos. Nunca había imaginado la posibilidad de ser bombero, pero los constantes incendios forestales a pocos metros de su casa, lo llevó a concebir la idea y hacerles la propuesta a otros vecinos que también decidieron asumir el desafío.

De esta forma, nació el cuartel Ruca Cura que hoy funciona en el kilómetro 11 de la avenida Bustillo y, junto a Melipal y Campanario, tiene la inmensa tarea de cubrir la vasta zona del oeste de la ciudad. En ese momento, 32 años atrás, el destacamento tenía como sede la casa de Carlos. Y cada vez que había alguna emergencia, eran sus hijos quienes subían al altillo para hacer sonar la sirena.

“Yo vivo en el barrio Casa de Piedra y en Villa Jamaica siempre nos prendían fuego porque los vecinos buscaban leña para el invierno. El viento en este lugar es predominante del noroeste. Hasta que llegaban los bomberos de Melipal y del Centro, pasaba mucho tiempo. Todo se demoraba mucho”, relata Bruna, de 71 años, hoy retirado.

Recuerda que un domingo, un vecino preparó un asado y arrojó las cenizas frente a su casa. A las pocas horas, se terminó generando un incendio en Casa de Piedra que se propagó al barrio Pájaro Azul, bordeando el cerro hasta el predio de Piscicultura. “Trabajamos casi tres días. Invap, a través de (Héctor) Otheguy, ofreció palas y cascos. Ahí los vecinos decidimos empezar a reunirnos y yo ofrecí mi casa como base”, acota.

Uno de los vecinos donó un “carrito mochilero”; otro, una bomba de agua. Consiguieron tres tanques de agua de 200 litros. Así, de la nada, empezaron a intervenir en incendios forestales.

Carlos se retiró años atrás. Hoy, tiene 71 años. Foto: gentileza

“Con 600 litros no hacíamos nada, pero, al menos, apagábamos. Así empezamos. Luego se hizo un trámite en la municipalidad y la intendenta donó un camión volcador. Conseguimos, por otro lado, un tanque de agua de 5.500 litros y el que nos vendió el tanque quería un camión volcador. Así lo cambiamos”, expresa risueño.

En un comienzo, los destacamentos del Centro y Melipal les pedían colaboración.

El entonces jefe del Splif, Roberto Molina, se radicó en el barrio y los capacitaba. Sumó varias mangas. Los bomberos de Centro, en cambio, ayudaban a pintar las letras del camión.

“En un principio, la base de operaciones era mi casa. Mis cinco hijos iban al altillo a tocar la sirena cada vez que pasaba algo. Y salíamos como estábamos vestidos, aunque fuera en chancletas”, rememora. Cuenta que tenía una camioneta Ford Falcon rural de la que enganchaban el tráiler de 200 litros.

Tres de sus cinco hijos siguieron su camino. Foto: gentileza

Dos años después, tras intensas capacitaciones y salidas, surgió formalmente el cuartel Ruca Cura, de la mano de “seis o siete vecinos”. Bruna atravesó intervenciones de madrugada, con la lluvia, con nieve, e incluso con la erupción de un volcán. Le tocó pasar innumerables noches en el cuartel.

Ante cada pregunta, Bruna se emociona, suspira. Comparte anécdotas con cada detalle. Y se siente orgulloso de ser bombero. “Yo trabajaba en Invap -reconoce- y la vocación surgió de la necesidad. Yo quería vivir en un entorno rodeado de árboles y la gente nos prendía fuego. En realidad, todos los que nos juntamos queríamos preservar donde vivíamos. Ahora estoy jubilado, pero me encantaron esos años”.

En las décadas en que estuvo activo como bombero, Bruno asegura que, en dos ocasiones, estuvo en peligro y se salvó de milagro. La primera fue durante el incendio de Catedral. “Con un compañero nos tuvimos que meter debajo del camión y el fuego nos pasó por arriba. Arriba del camión había dos tanques de combustible que, afortunadamente, no se prendieron fuego”, plantea.

El cuartel Ruca Cura cumple 32 años. Foto: gentileza

“Luego de pasarles por arriba, asegura, el fuego se cruzó al cerro San Martín y agarró varias casas de Villa Los Coihues”.

El segundo hecho que dejó marcas fue en el tramo que une Catedral con el arroyo Casa de Piedra, donde está la sede de Vialidad Nacional. Bruna recuerda cada instante: “Estábamos trabajando en medio del campo y de golpe, uno de nuestros compañeros nos grita que salgamos porque había cambiado el viento. Empezamos a correr, pero escuchábamos el avance del fuego atrás. Nos terminó pasando por arriba nuestro. No sé cómo zafamos los dos”.

Ante cada salida, advierte este hombre, siempre se piensa en lo peor. En Ruca Cura, una sirena significa rescate de persona o incendio forestal; dos sirenas corresponden a un choque vehicular y tres, a un incendio estructural. “Cuando suenan dos, uno sabe que puede encontrar cualquier cosa adentro de un vehículo y me han tocado momentos difíciles”, afirma.

Bruna siente que marcó el camino porque tres de sus cinco hijos, Román, Paula y Lucas, continuaron su camino. Dos de ellos son oficiales, todos fueron abanderados y pudieron desfilar los cuatro en varias ocasiones. Este jueves, Día del Bombero Voluntario, será el turno de su nieto Mateo que, con solo 17 años, jurará como bombero.

“Agradezco haber tomado la decisión de ser bombero, igual que mis compañeros. Hoy estamos jubilados y ahora salen los más jovencitos. Y también mi familia tiene ese sentimiento de cumplir con el prójimo. Cuando suena una sirena, yo sé que alguien me necesita”, concluye.

Escuchá la entrevista a Carlos Alberto Bruna en «Digan lo que digan», por RN radio.

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Carlos Alberto Bruna trabajaba para Invap. Vivía al oeste de Bariloche, en una zona boscosa, junto a su esposa y sus cinco hijos. Nunca había imaginado la posibilidad de ser bombero, pero los constantes incendios forestales a pocos metros de su casa, lo llevó a concebir la idea y hacerles la propuesta a otros vecinos que también decidieron asumir el desafío.

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