«¿Te animás a ir misionar al norte neuquino?», le dijo Don Jaime de Nevares hace 50 años y así empezó esta gran historia

En 1972, un cura de barba y jean llegó a Andacollo en un Mehari: el obispo lo había designado sacerdote misionero del  norte de Neuquén. Isidro Belver se alojó en un cuarto de la capilla de Andacollo sin luz ni agua y empezó a recorrer la tierra de la que nunca se iría. Luego dejaría los hábitos y encontraría otros caminos para hacer algo por la comunidad. El largo enojo de Don Jaime, la reconciliación y las fotos y los recuerdos de aquellos inolvidables viajes para descubrir ese mundo puro y noble que desde entonces elige cada día.

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