Tacuifí, el largo y sinuoso camino que no llegará a lago Escondido

RÍO NEGRO recorrió la traza del acceso que la Justicia ordenó que se abriera y que desemboca en la mansión del magnate inglés Joe Lewis. Pero antes, existe un condominio de ingreso restringido donde lo público y lo privado viven en confusión.

Fernando Oyarzo dice que tiene 81 años, pero seguro que tiene más. Se crió en estas tierras que alguna vez no necesitaron de un dueño, pero ahora, en estas circunstancias, recomienda no seguir por ese camino vecinal, largo y sinuoso, sin permiso de Montero. Es el paso Tacuifí, que en mapudungun significa un saludo, algo así como “tanto tiempo”. Sobre su traza la Justicia le ordenó a la provincia de Río Negro que abriera la ruta pública hacia el lago Escondido, a cuyo alrededor se extiende la estancia del multimillonario inglés Joseph Lewis.

Este expediente judicial tiene más de una década y la apelación que este mes se resolvió es sobre un fallo dictado en febrero de 2013. Como la fiscalía de Estado de la provincia, que es el estudio de abogados del Estado, anunció que apelará la decisión de una cámara de apelaciones de Bariloche, puede decirse que la orden no está firme.

El fallo ahora ratificado ordena que el Estado mantenga un camino de acceso. En esto no hay discusión, pero el fiscal de Estado, Gastón Pérez Estevan, dirá en su apelación que no se refería al camino “corto” de Tacuifí sino del largo, intrincado y de montaña, por el sudoeste.

“Mediante sentencia de fecha 22 de febrero de 2013, se condenó al Estado provincial a realizar un nuevo camino de acceso al lago, para lo que debe expropiar grandes cantidades de tierras, realizar obras, entre otros puntos. En virtud de este fallo, se han realizado las distintas apelaciones y demás instancias para revertir los alcances de este fallo”, comunicó el gobierno la semana pasada.

El camino en cuestión arranca en El Foyel, un paraje que pertenece al ejido de la comisión de fomento de El Manso. Este diario lo recorrió el martes pasado y llegó hasta donde don Oyarzo recomendó no seguir.

Fernando Oyarzo se crió y envejeció en tierras cercanas al lago Escondido. Foto: Chino Leiva

La tranquera que indica el inicio de un camino vecinal fue reemplazada hace años por un portón de alambre tejido y desde que la Fundación Interactiva para Promover la Cultura del Agua (Fipca) organiza, al promediar el verano, su marcha por la soberanía hacia el lago, lo que cierra el paso es una reja construida con material tan poderoso que resulta infranqueable.

“Camino rural privado. Circule con autorización de los vecinos, quienes lo construimos y lo mantenemos. Gracias por su colaboración”, advierte junto a la reja un cartel que, en vez de estar firmado por los cohabitantes de ese sector, lleva la autoría de la Comisión de Fomento de El Manso; todo un contrasentido.

Por las dudas, una de las cámaras de seguridad de última generación que suelen verse dentro de la estancia controla el paso en el inicio del camino. Por si fuera poco, un comercio polirrubro que atiende justo ahí hace de improvisado vigilante.

Además de recorrer paisajes de lo más variados (arroyos fáciles de vadear, ñires, pinos, cipreses y, a lo lejos, altos cerros de punta en blanco), el camino pasa por campos con animales (vacas y ovejas, esencialmente), viviendas y galpones hasta dar con el río Foyel, que es tributario del Manso, cuya cuenca desemboca en el Pacífico.

Aquí no hay puente (a diferencia de algún arroyo que fue entubado y otros que se vadean). Lo que ocurre es que en esta zona es donde arranca la estancia Lago Escondido, que pertenece a la empresa Hidden Lake, cuyos principales accionistas son Lewis, de 85 años, y su hijo Charles.

En este punto comienza el camino Tacuifí, con una reja forzada. Foto: Chino Leiva

El camino de Tacuifí termina, ya dentro de la estancia, en la cabecera este del lago Escondido. Para llegar a la costa hay que pasar por la mansión que Lewis levantó para él hace casi dos décadas, algo que lógicamente no le hace mucha gracia a nadie, no solamente a él.

Después de media docena de “marchas de la soberanía” por sitios de lo más variados (el camino de alta montaña y los intentos por acceder por Tacuifí, navegación y denuncias de secuestros incluidos), la campaña no ha resultado.

Lago Escondido se ha consolidado allí, se diversifica en los servicios que presta (ganadería, generación de energía, trabajos viales, alquiler de helicópteros y ahora internet satelital) y se gana el apoyo de algunos vecinos y mantiene una tensa relación con otros. Puede decirse que la campaña fracasó, en parte porque es espasmódica.

La política de defensa de la estancia Lago Escondido tiene recursos y da resultado. Prueba de ello es que, luego de algunos ataques aislados, los movimientos violentos de reivindicación mapuche jamás pudieron penetrar en ese enclave.


Paul o Joe



Paul McCartney compuso “The long and winding road” a finales de la década del 60 en Escocia y la editó en 1970 (“Un camino largo y sinuoso”, lo tradujeron en Argentina) como parte del último disco de The Beatles. Lewis tenía 33 años en ese entonces; había heredado la empresa de catering de su padre y abierto su propia discoteca en Londres. Ahora vive en un yate de enorme envergadura con sede en Bahamas, uno de los miembros del Commonwealth británico, y desde allí gobierna un grupo económico con ramificaciones en la gastronomía, el deporte y la energía.

Un cartel advierte que se debe circular por el camino Tacuifí con autorización de los vecinos. Foto: Chino leiva

Compró a la familia Montero (que habían llegado allí desde Chile décadas antes) las tierras que rodean al lago Escondido en 1996 a través de una empresa argentina y con la ayuda de su hombre fuerte en Argentina, el barilochense Nicolás van Ditmar.

La operación fue denunciada por irregular en la Justicia; los fiscales acusaron a los compradores y a los funcionarios nacionales y provinciales que permitieron la venta de esta enorme porción de tierra en zona de frontera a un extranjero, mediante un ardid porque apenas la operación se cerró la estancia pasó a manos de Hidden Lake. La Cámara Federal de Casación Penal decretó el cierre de esa causa por prescripción, aunque hay esperanzas (no muchas) de que la Corte Suprema la reabra.

El paisjae a lo largo del camino cambia a medida que corre hacia la cordillera. Foto: Chino Leiva

Pero además Lewis tiene el apoyo de las personas que viven o son dueñas de las tierras por donde transcurre el camino vecinal de la discordia. Hay otro camino, claramente privado, que nace en la misma ruta 40, aunque unos kilómetros hacia el sur y desemboca en la misma cabecera del lago. Este sí que es intocable.

En los registros catastrales figuran aún algunos Montero como dueños de esas tierras, además de don Fernando Oyarzo, pero un apellido recurrente es Puchy.


El chacal de la Lipela



Atanasio Puchy y su hermano Eduardo formaban parte de la banda de Foster Rojas, cuya crueldad lo hizo merecedor del título de “El Chacal de La Lipela” porque en 1928 diseminaron crueldad con la familia Creide.

Dolores Creide nació al día siguiente de esa masacre gracias a que su madre pudo escapar. Aún vive, en Buenos Aires.

Ventajas de un diario centenario: el archivo de RÍO NEGRO guarda registro de este cruento episodio.
La banda recorrió toda la región. Hay registros de su crueldad en Bariloche, en Esquel, en Pilcaniyeu, en Los Repollos y, al llegar a lo que hoy es El Foyel, uno de los Puchy, Eduardo, violó a una niña de 12 años, hija de alemanes, llamada Emma Eggers, que quedó embarazada.

Atanasio huyó con la banda de Foster Rojas y Eduardo se quedó en la zona de El Foyel. Se casó con Emma y tuvo más hijos.

Una de las tantas tranqueras que hay que sortear en el camino Tacuifí. Foto: Chino Leiva

“Eduardo andaba con Atanasio, robando. Venían de Chile. Y en una de esas venidas, bueno, dejó embarazada a Emma, que tenía 12 años. Los viejos de Emma, estos gringos, alemanes, qué sé yo, lo amenazaron de muerte a Eduardo. Así que se vino a Foyel y ahí se quedó nomás. Era vago este Eduardo”, contó años después su nieta Zulema Zúñiga.

La descendencia de Puchy es ahora el celoso custodio de la resistencia de Lewis a abrir el largo y sinuoso camino que, así como están las cosas, nunca llegará al lago Escondido.


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