Su padre corre rally en Bariloche y Victoria, su copiloto, se formó para ocuparse de la mecánica del auto

Victoria Ancapan visita talleres mecánicas y participa de las carreras de rally desde que era pequeña. Egresó como auxiliar de electricista de automotores de la Escuela de Oficios 2 de Bariloche.

Con tan solo 20 años, Victoria Ancapan egresó como auxiliar de electricista de automotores de la Escuela de Oficios 2 de Bariloche. Su pasión por los fierros, admite, la heredó de su padre que corre rally desde hace ya algunos años. Siendo muy pequeña, lo acompañaba a los talleres mecánicos, observaba de lejos, lo alentaba en las competencias automovilísticas y de a poco, supo qué camino quería tomar. Hoy no se conforma con el logro reciente: su próximo paso será emprender una formación en mecánica

«Mi papá empezó a correr cuando yo era muy chica. Se le puso en la cabeza reacondicionar el auto, un Volkswagen Gol, un c1, y con mi mamá y la familia empezamos hace ventas de empanadas para juntar plata y poder armar el auto. Había que ponerle jaula antivuelco, butacas de competición, cascos, motor de competencia. Sucede que es un deporte carísimo«, cuenta Victoria. 

Victoria tiene 20 años. Desde chica recorre los talleres mecánicos, junto a su padre. Foto: Marcelo Martínez

A medida que comenzó a frecuentar los talleres mecánicos se dio cuenta que ese mundo le apasionaba. Recuerda que concurría siempre al taller de Pedro Sandoval, en el barrio El Mallín, que solía hacerle comentarios sobre las condiciones del auto, cuáles eran los mejores repuestos para un auto de competición y aportaba algunos tips que Victoria agendaba en su memoria. «Me interesaba ese mundo mecánico que era tan del mundo de los hombres. Al principio, ellos hablaban y yo no entendía nada, pero con el tiempo, empecé a comprender y le fui tomando el gusto», menciona.

Cuando la joven cumplió los 18 años, Gabriel, su padre, le propuso correr con él como copiloto en el Rally de Bariloche y ni siquiera lo dudó. Desbordaba de emoción, recuerda: «Desde que corre, yo quería acompañarlo». 

A esa carrera, le siguió otra donde también fue como navegante en Piedra del Águila. En esa oportunidad, la pareja volcó. «Ya cuando largamos, tuvimos inconvenientes porque no se abrochaba el casco y no nos querían dejar largar. Se generó una discusión entre nosotros y cuando pudimos largar, mi papá se puso nervioso y sin querer, se dio vuelta el auto. Yo casi que ni me di cuenta. Pero cayó sobre las ruedas. De modo que lo prendimos y seguimos la carrera«, relata.

Cuando se le consulta si sintió temor, lo descarta decidida: «Uno va preparada mentalmente y esto era algo que podía pasar. Lo importante es tener bien abrochados los cinturones. Me acuerdo que, en ese momento, nos miramos, nos preguntamos si estábamos bien y le dije que prendiera el auto para continuar en la carrera».

Por su parte, Gabriel coincide con su hija y minimiza el asunto. Hace hincapié en que «no hay que tener miedo al choque, vuelco o cualquier cosa que te pueda pasar». «Cada vez que nos hacen los estudios médicos, los pilotos y navegantes nos preguntamos para qué nos hacen el estudio psicológico«, bromea este barilochense que recuerda que, siendo muy pequeño, su padrino lo llevó a ver los Rally. En ese preciso momento, empezó el gusto por los autos de carrera. «Lo mismo pasó con Vicky. Cuando empecé a correr, me acuerdo que una vez en la rampa, me quedé sin nafta y ella empezó a pegarle al auto, enojadísima. Ahí ya fue claro que le gustaban los fierros», cuenta divertido.

Victoria asegura que decidió capacitarse en electricidad para no tener que recurrir a los mecánicos para «entender las conexiones de luces, el cablerío, saber si la bobina o la batería están bien. «Fueron dos años de estudio que disfruté mucho. En tanto, seguí viendo correr a mi viejo y disfrutando del rally. En la última carrera, no pude ir porque estaba trabajando en la despensa y supe por algunos video que se había dado vuelta. Fue desesperante hasta que me pude comunicar y supe que estaba bien«, admite.  

Gabriel y Victoria Ancapán, siempre acompañados por sus familiares. Foto: gentileza

Gabriel no pude ocultar el orgullo por su hija. «Para mí es emocionante. Ojalá le siga dando: ahora quiere ser mecánica; por eso, ya armamos una especie de taller en casa. Me gusta saber que le dejo una herencia, pero a la vez, ya le pedí disculpas porque lo cierto es que es un deporte caro. Pero ella también me ayuda a buscar sponsors», concluyó.


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