«Socorro Violeta», un espacio de escucha y asesoramiento ante las violencias machistas en Neuquén
Por fuera de los dispositivos estatales de atención, una organización feminista promovió hace ya 14 años un sitio seguro de acompañamiento. El incumplimiento de la cuota alimentaria y el maltrato laboral en petroleras, comercios y comisarías, son parte de las consultas que reciben.
En 2016 la provincia de Neuquén puso en funcionamiento la Línea 148, a la que pueden llamar mujeres que estén atravesando una situación de violencia de género para pedir ayuda. Siete años antes, cuando no existía ningún tipo de dispositivo de atención estatal las 24 horas, la organización feminista La Revuelta fundó «Socorro Violeta», un espacio pionero de asesoramiento legal gratuito y acompañamiento ante las violencias machistas, que sigue vigente.
Para poner en contexto: el servicio nació casi a la par de la ley 26.485 que establece los tipos y modalidades de violencia contra las mujeres, y mucho antes de que se realizara la primera marcha bajo la consigna «Ni Una Menos» en Argentina.
«La demanda era muy grande y de toda índole», contó la abogada Angie Acosta, que está en el socorro desde el minuto cero. En aquel momento funcionaba en articulación con los sindicatos docentes ATEN y ADUNC. Así continuó hasta 2012: con atención presencial una vez por semana en las sedes gremiales.
A partir de 2013 cambió de modalidad, ya que tanto el Estado como organizaciones comunitarias y del movimiento de mujeres comenzaron a brindar asesoramiento. Se orientó entonces a litigios estratégicos, fundamentalmente en casos de violencia institucional. A partir de marzo de 2018 volvió a sus orígenes.
Cada jueves una dupla, integrada por abogadas, trabajadoras sociales y docentes, escuchan y acompañan a personas que enfrentan violencias machistas, fundamentalmente mujeres.
«Lo que más recibimos son situaciones de violencia doméstica y laboral», señaló la abogada. El socorro no es un servicio de patrocinio jurídico gratuito, como el que brinda Nación por ejemplo, que se encarga de tramitar las causas, pero están en condiciones de asesorar a quienes necesitan ayuda.
En palabras de Acosta: «Le informamos sobre el abanico de reparaciones posibles, o la manera de que cese esa situación de violencia. Siempre es en orden a las reparaciones. Le preguntamos, ¿a vos qué te gustaría?, ¿cómo vos visualizas que podes salir de esta situación? Y en función de eso activamos».
Johana Berón, trabajadora social y parte del equipo, remarcó que en la actualidad las mujeres que llegan al espacio «tienen algún recorrido institucional».
Probablemente ya hayan hecho la denuncia y tengan medidas cautelares de protección, pero no han podido salir de la violencia económica: no reciben el pago de la cuota alimentaria, o tuvieron una economía conjunta con su expareja pero todos los bienes están a nombre del varón, o no cuentan con un trabajo remunerado que le permita costear un alquiler.
La mayor franja etaria que consulta está entre los 20 a los 45 años de edad.
En lo que respecta a la violencia laboral, casi siempre son omisiones de los empleadores a la hora de abordar estos casos, tanto en el ámbito público como privado. Han recibido consultas de mujeres que trabajan en empresas petroleras, en supermercados, en comisarías. En la mayoría de las ocasiones ellas han comunicado a los jefes los maltratos que reciben, pero no ha habido ninguna respuesta. En general involucra a superiores jerárquicos.
¿Por qué las mujeres siguen eligiendo el socorro?, ¿Cuál es su potencia? «Muchas de las personas vienen a asesorarse acá porque confían más en una casa feminista. No pertenecemos a ningún partido, a ninguna institución oficial. Han venido a denunciar a sectores políticos diversos, a funcionarios o funcionarias diversas, incluso a privados. Nos tomamos el tiempo, se sienten tranquilas», precisó Acosta.
Berón manifestó: «Vienen más de una vez, a veces hasta para decirnos: «bueno chicas pude hacer esto, me fue bien» o «fui, no me fue tan bien, ¿qué otra cosa puedo hacer? Ahí vamos escarbando a ver qué otros recursos tenemos para poder brindarle, pero sí, hay mujeres que han venido dos o tres veces».
Muchos asesoramientos consisten solo en explicar qué es una medida cautelar, cuál es su alcance, o dónde pueden recurrir para saber si el legajo judicial avanzó o está estancado.
«Es un espacio muy contenedor, te ofrecemos un vaso de agua, un mate, caramelos. Es un espacio súper cuidado y que intentamos que sea lo más amoroso posible», agregó Berón.
Medidas que no son situadas
¿Dónde están los mayores déficit institucionales en el abordaje de las situaciones de violencia de género? La respuesta de ambas no se demora: en el Poder Judicial, específicamente en el fuero de Familia. Cuestionaron el tipo de medidas cautelares que dictan los jueces y las juezas, la mayoría de las veces prohibiciones de acercamiento. «No hay exclusiones del hogar», afirmó Acosta.
La trabajadora social sumó que se imponen medidas «que no son situadas». «Te dan un botón antipánico que en el oeste hay lugares donde no tiene señal, entonces, ¿para qué? No le sirve. Que disponga una prohibición de acercamiento en una casa en la que comparten el terreno es ilógico o que el agresor vive a media cuadra», dijo.
Plantearon que los operadores no les informan a las mujeres, al momento de denunciar, cuáles son las medidas que existen, para que ellas puedan saber si se adaptan o no a lo que necesitan en ese momento.
Las estadísticas oficiales reportan qué número de personas vivieron situaciones de violencia de género, pero no miden qué tipo de respuesta obtuvieron, si fue satisfactoria o no.
Para las profesionales, además, no hay sitio dónde denunciar la violencia institucional contra las mujeres, que es la que ejercen funcionarios y/o agentes de los organismos públicos que impiden el acceso a un derecho. «Si no hubiesen omisiones estatales, sería otra cosa. ¿Yo dónde denuncio a la Oficina de Violencia del Poder Judicial? No hay registro de eso», sostuvieron.
Hubo causas en las que sí se involucraron directamente, como el año pasado cuando renunciaron el subsecretario de Diversidad, Adrián Urrutia, y del subsecretario de Trabajo, Ernesto Seguel, acusados de ejercer violencias sexistas. Al igual que sentaron postura frente al diseño de un protocolo de violencia laboral del Estado neuquino, al que calificaron de regresivo.
Cómo acceder al Socorro Violeta
El espacio funciona los jueves de 14.30 a 16.30 en La Casa Revuelta, ubicada en Ernesto Sábato 1209, esquina Remigio Bosch, de la ciudad de Neuquén. La atención es por orden de llegada y pueden ir con niños o niñas.
Para más información o consultas al teléfono 299-4722618, de 10 a 20 horas.
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