Sobrevivió a un intento de femicidio y formó una red de contención para mujeres a través de la danza, en Neuquén

Hace ocho años la expareja de Vanessa Coñaqueo intentó matarla. Hoy da clases de baile para mujeres que sufren violencia. Su grupo se llama "Zumberas del Oeste".

Vanessa Coñaqueo tiene 39 años, es madre de dos hijos y hace ocho años sobrevivió a un intento de femicidio. Su historia dio origen a un movimiento que transforma vidas en Neuquén: Zumberas del Oeste. Una red para mujeres que encuentra a la danza como una herramienta de sanación, contención y lucha.

Vanessa contó que se casó siendo muy joven. Tras algunos años de relación y dos hijos, comenzó a identificar conductas violentas por parte de su expareja. “Me aislé mucho porque él era una persona dependiente de mí. Sentía que me cuidaba, pero en realidad me controlaba», explicó.

La actual instructora de baile dejó de tener vínculos y de salir de su casa. Todo giraba en torno a las reglas que su expareja le imponía. «Empecé a estar solo para mi familia y tenía horarios fijos, no podía tener otras relaciones o amistades», detalló.

Vanessa relató que esa situación la llevó a no sentirse bien con su cuerpo y tratar de buscar una salida. «Decidí empezar a hacer actividad física. Fue ahí cuando descubrí el baile, y cambió todo”, contó.

El baile se transformó en su refugio, su escape. Su profesora le sugirió que se forme para dar clases porque «tenía la capacidad de generar vínculos y unir a las personas«, comentó. «Entonces estudié y me recibí, pero lo dejé ahí porque en mi casa la situación era cada vez peor».

«Él se estaba dando cuenta que yo estaba haciendo cosas. Me preguntaba y le decía que no estaba haciendo nada», indicó Vanessa, quien a escondidas se escapaba de su casa con sus hijos para encontrarse con otras mujeres y despejar la cabeza.

Fue un 25 de mayo cuando su expareja intentó matarla. «Ese día se enteró que yo estaba dando clases, que tenía contacto con otras personas y un lugar de trabajo», contó. «Cuando llegué a casa me dijo un montón de cosas horribles», relató. Después de eso, ocurrió el intento de femicidio. «Pensé que me iba de este mundo», expresó.

Su mamá la ayudó y sobrevivió. «Ahí se enteraron todos, porque para todo el mundo éramos la pareja perfecta», comentó.

Tras meses de pelear por su casa, la recuperó y volvió con sus hijos. «Me dije: voy a trabajar de lo que a mi me gusta, y decidí bailar», narró. Así comenzó a darle clases a tres alumnas. «Aunque hacía lo que me gustaba, estaba todo el tiempo pensando que algo me iba a pasar», dijo. A pesar de esto, fueron esas tres mujeres las que le enseñaron «que no estaba sola».

Zumberas del Oeste. Foto: Gentileza.

El grupo creció rápidamente y pasó de ser un espacio recreativo a un lugar de contención. “Un día conocí a una chica de un comedor en Cuenca XV. Ella me dijo: ‘Vos tenés que trabajar acá’. De diez alumnas pasamos a noventa”.

La experiencia de Vanessa con su agresor no terminó con su separación. “Un día, al salir de una clase en una escuela, lo vi afuera. Me puse pálida, sentí que se me bajó la presión», relato. «Mis alumnas me ayudaron a sacarlo del lugar. Ese momento me marcó: entendí que entre todas podemos cuidarnos”, manifestó.

Fue así como nació la idea de Zumberas del Oeste, un grupo que no solo baila, sino que también trabaja por la prevención y la educación sobre violencia de género. “Nos capacitamos en leyes, en cómo actuar en situaciones y en cómo exigir nuestros derechos», contó.

Zumberas del Oeste. Foto: Gentileza.

«También trabajamos con adolescentes, porque en la adolescencia están en una etapa donde uno genera un vínculo y si no sabe cómo es la persona, puede pasar la situación más terrible de su vida», dijo.

Zumberas del Oeste llegó a la Fiesta de la Confluencia hace unos años. Han bailado canciones cargadas de significado, como Creo en mí de Natalia Jiménez y Ella de Bebe, con pañuelos violetas como símbolo de su lucha.

Hoy, Vanessa lidera clases en cinco lugares diferentes. «Doy clases en el SUM de Cuenca XV, son gratuitas los lunes y miércoles a las 19:00. También en el barrio Gran Neuquén los martes y los jueves a las 20:00. Ahora sumamos la casa mapuche y Balsa las Perlas».

Además, ha comenzado a formar instructoras para que repliquen el mensaje en otros los puntos de la ciudad. “Hay lugares muy marginados donde hay muchas mujeres viviendo violencia. Queremos llegar a todos esos lugares”.

El grupo también organiza galas anuales en el teatro, donde sus coreografías reflejan el trabajo conjunto y los logros alcanzados. Este año, el 7 de diciembre, será una nueva presentación.

“Siempre digo que hay que transformar el dolor en fortaleza. No podemos quedarnos esperando que alguien nos venga a ayudar», expresó Vanessa.

Recientemente, el grupo conoció a la familia de Micaela García, quienes las invitaron a Entre Ríos para compartir su experiencia. “Quieren que llevemos nuestras clases allá. Es un honor para nosotras”.

Integrantes del grupo con los familiares de Micaela Garcia. Foto: Gentileza.

Este 25 de noviembre se conmemora el día internacional de la lucha contra la violencia hacia las mujeres. «En esta fecha yo siempre digo, hay que tratar de recordarlo de otra manera, pero siempre tenemos algún caso violencia», dijo Vanessa. «Estamos creciendo, pero nunca tenemos que dejar de trabajar para las mujeres«, agregó.


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