Sobrevivieron a accidentes en la montaña en Bariloche: la acción de los rescatistas y el helicoptero los salvó

Lucila Collado perdió una pierna tras ser arrastrada por un alud en la picada del refugio San Martín. Walter Goye sufrió un traumatismo del cráneo al caerse en el cerro López. Participaron de los 93 años del Club Andino Bariloche.

Goye y Collado participaron de los 93 años del Club Andino Bariloche. Foto: Chino Leiva

Lucila Collado no había regresado a Bariloche desde que sufrió el accidente en la picada al refugio San Martín. Esa tarde del 19 de enero del 2023 cuando las nubes de tormenta empezaban a asomar en el cielo de Bariloche, un alud la arrastró 200 metros y le ocasionó la pérdida de una pierna.

Un año y medio después, Lucila volvió a la ciudad cordillerana junto a su novio Iván y su madre para celebrar su cumpleaños 37 y para participar del aniversario por los 93 años del Club Andino Bariloche donde se reencontró con los rescatistas que, esa tarde de desesperación, angustia y dolor, la asistieron.

“¿Cómo es volver a Bariloche? Igual de hermoso que siempre. No es que el lugar tenga la culpa de algo. Lo que pasó era imprevisible”, dice con una sonrisa que no pierde aún en los momentos más crudos del relato.

Lucila Collado tiene 37 años y es de La Plata. Foto: Chino Leiva

Ese verano, la pareja decidió conocer el refugio San Martín donde pasaron una noche, nadaron en el lago Jakob y tampoco faltó un trekking hasta la Laguna Los Témpanos. “Almorzamos y pegamos la vuelta. En el camino, en un momento, empezó a granizar y nos refugiamos debajo de un árbol. Nos faltaba re poco para para llegar al auto, al Tambo Baez y ahí fue que me arrastró el alud”, cuenta y agrega: “Recuerdo que iba pasando como unos hilitos de agua. Levantabas el pie y los cruzabas. Iván iba a delante mío. Escuchó un ruido raro y me dijo que no cruzara, que mirara. Yo miré y fue como una película: algo me arrastró con fuerza como si fuera un tobogán. Era agua, piedras, árboles”.

Fueron 200 metros. Apenas unos segundos aunque, para ella, fue eterno. En un momento, asegura que quedó sepultada bajo piedras hasta que finalmente logró zafarse y volvió a respirar. “Pero había otras piedras que me estaban aplastando las piernas. Sentí como un desgarro. Cuando pude salir a flote, vi que la pierna estaba destrozada. Nadé como pude hasta un árbol del que logré agarrarme y grité para que Iván o alguien que pasara me escuchara”, señala.

Había quedado alejada del sendero. De repente, llegó Iván hasta donde se encontraba. Estaba despeserado pero aliviado de verla con vida. Con mucha dificultad por el lodo que había, logró agarrar a la mujer y acostarla a un costado del camino. Le hizo un torniquete, mientras otro joven que caminaba por el sector en el momento del accidente pedía ayuda.

Lucila Collado tiene 37 años y es de La Plata. Foto: Chino Leiva

“Cuando se produjo el alud, era todo silencio. Muy raro en la montaña. Sabía que quizás no encontrara nada. Gracias a Dios, en un momento, escuché su gritito, muy despacito. Era un milagro que estuviera viva”, revive con angustia Iván, su novio.

En el aniversario del Club Andino, me regalaron un libro con los rescates de los 90 años de la Comisión de Auxilio y uno de ellos es el mío”,

Lucila Collado, 37 años, de La Plata.

Lo único que me pasó en ese momento por la cabeza es que no me quería morir. Eso me dio una fuerza interior porque cuando miré mi pierna, me estaba desangrando. Aún así logré nadar. Yo simplemente quería vivir”, dice.

Al llegar al lugar, los rescatistas de la Comisión de Auxilio del Club Andino la estabilizaron y le inyectaron morfina para que no sintiera tanto dolor. Estaba hipotérmica. Recuerda que los rescatistas le hablaban y le indicaban ejercicios para la respiración.

“De pronto, me llevaron hasta el helicóptero. Yo siempre estuve despierta y es raro porque lo que me pasaba por la cabeza era que iba a estar bien. Lo peor ya había pasado de alguna manera. Pensaba: si llegué hasta acá, no me puedo morir ahora”, admite.

Goye y Collado participaron de los 93 años del Club Andino Bariloche. Foto: Chino Leiva

Cuando el helicóptero logró aterrizar, una ambulancia la esperaba para trasladarla al hospital. En ese momento, perdió la consciencia. Despertó después de la cirugía. “Cuando abrí los ojos vi el techo de terapia y pensé que no había sido un sueño. Lo primero que hice fue tocarme y dije: ‘Guau, tengo la rodilla’. Creí que me iban a amputar desde arriba, porque tenía el pie colgando y una fractura de tibia y peroné. De hecho, mientras esperaba el rescate, yo ya estaba pensando en una prótesis”, relata.

Tras 20 días de internación en Bariloche, Lucila regresó a La Plata. Empezó rehabilitación porque también tenía una fractura de cadera en la pierna derecha. El 15 de junio le pusieron una prótesis en la pierna y arrancó a caminar con bastones que dejó al muy poco tiempo.

“Recién conversábamos en el Club Andino: la saqué barata. Me golpeé todo el cuerpo menos la cabeza gracias a Dios. Pero también ayudó mi forma de ser: anímicamente siempre estuve bien. Yo estaba en el hospital con la computadora, trabajando”, manifiesta.

La mujer lleva una vida normal. Conduce una empresa de limpieza y control de plagas, conduce y concurre asiduamente al gimnasio. “En realidad -acota-, lo que necesito es hacer un poco más esfuerzo. No es lo mismo caminar que caminar con una prótesis pero ya hay más energía y hago todo. A los chicos que me rescataron siempre fui enviándoles videos de mi recuperación”, concluye.

Código rojo

El primero de abril pasado, el barilochense Walter Goye sufrió un traumatismo de cráneo al caerse en cercanías del Refugio López. Debió ser evacuado en helicóptero y hoy, a cuatro meses del accidente, todavía se encuentra en recuperación.

Ese día, Germán Correa, un turista de Tigre, había subido al cerro López junto a siete amigos, a través de Palotinos. «Cuando estábamos bajando, uno de mis amigos me grita, con un tono raro, si tenía algo para ayudar a un hombre», recuerda Germán, un estudiante de kinesiología que suma experiencia en una guardia de salud. Ante la consulta, Germán vio a Walter sentado en una piedra con una remera que le tapaba la cabeza.

«Estaba sentado como pensando. Cuando me acerco, veo que tenía sangre por todo el cuerpo. Le pedí que se saque la remera y vi cortes profundos en el parietal derecho. Había evidencia de fractura del hueso frontal con hundimiento porque tenía un sangrado leve en el oído. Eso indica dos opciones: una perforación del tímpano, pero me escuchaba; la otra opción era sangre en el cerebro. Eso marcaba que no teníamos mucho tiempo«, sostiene con detalle.

Walter Goye tiene 52 años y es barilochense. Foto: Chino Leiva

Germán comenzó a revisarlo, mientras sus amigos bajaban hasta el refugio en busca de ayuda. Las heridas más graves estaban en la cabeza; el resto del cuerpo solo presentaba raspones.

«En mi mochila tenia desinfectante, gasa, cinta. Sabía que no tenía que dormirse. Mientras le charlaba, le pedíamos información«, señala. Como pudo, Walter les contó que el cerro López «era su lugar en el mundo y si bien solía visitarlo con su hija o su hermano, en esa ocasión ellos no habían podido acompañarlo». Contó también que tenía 52 años y que había sido operado del corazón tiempo atrás. El hombre tenía experiencia en montaña, llevaba bastones y buen equipo. La mala suerte hizo que se tropezara.

«Él siempre estuvo consciente, intentamos bajarlo hasta el refugio pero se le vencían las piernas y encima, el terreno era muy empinado. De modo que encontramos una piedra para sentarlo porque además, estaba perdiendo el nivel cognitivo», detalla y agrega: «La chica que subió desde el refugio pensó que se trataba de un esguince así que, para no perder más tiempo, llamé al servicio de emergencia diciendo que había un código rojo«.

Walter Goye sufrió un traumatismo de cráneo en el cerro López. Foto: Chino Leiva

Cuando Germán encontró a Walter, el reloj marcaba las 15.15. «Cuando el sol se iba escondiendo, Walter empezaba a temblar así que lo puse adentro de mi bolsa de dormir. Iba cerrando los ojos y no dejábamos de hablarle. Tuvo episodios de vómitos», recalca. Cuatro horas más tarde, el helicóptero lograba aterrizar en cercanías del refugio López.

Una ambulancia lo trasladó al hospital Ramón Carrillo donde lo operaron de emergencia. «Antes de volver a Buenos Aires, pasamos a verlo. Estaba en terapia, inconsciente con respirador. Lo cierto es que estoy acostumbrado a las emergencias porque trabajé en una guardia de terapia intensiva durante la pandemia de Covid. Estoy acostumbrado a la adrenalina y a la toma de decisiones», finaliza.

Germán nunca perdió contacto con la familia de Walter y realizan videollamadas constantemente. «Me van contando cómo evoluciona. Hoy tiene una hemiplejia del lado derecho, camina con bastón. Tiene una discapacidad cognitiva y en el habla. Comprende, pero no puede expresarse con frases largas. Siempre es emocionante verlo«, reconoce el joven.

Érica, la esposa de Walter, no se cansa de agradecer «a las personas que estuvieron en el camino, a Germán y sus amigos, a la gente del Club Andino, al helicóptero y a quienes lo auxiliaron ese día«. Destacó además al personal de salud del hospital de Bariloche que, «pese a estar de paro y tener pocos insumos, lo dio todo como cualquier día. Fue un milagro y gracias a la fuerza que él tiene, las ganas de seguir viviendo y seguir disfrutando de las montañas, como lo hizo siempre«.

Walter Goye sufrió un traumatismo de cráneo en el cerro López. Foto: Chino Leiva

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