Sobreponerse al viento: testimonios desde Barrancas y Buta Ranquil tras los destrozos que dejó el temporal

Extrañados con un fenómeno que jamás habían vivido con esa intensidad, los vecinos del norte neuquino aún buscan soluciones para recuperarse de los daños.

La convivencia con las ráfagas impetuosas, en plena “Cordillera del Viento”, no es una novedad, pero lo que vivieron los vecinos del norte neuquino los sobrepasó y aún se sienten los daños, aunque haya pasado una semana. Testimonios desde Barrancas y Buta Ranquil que RÍO NEGRO pudo recolectar sirvieron para tener apenas un estracto de la angustia y la necesidades que todavía les impiden volver a la normalidad.

El pasado jueves 1°, la comunidad de Barrancas, en pleno norte neuquino, cumplía su 52° aniversario, izando la bandera en la plaza “Gregorio Álvarez”, pero fue imposible. Con el paso de las horas, el protocolo quedó a un lado, al igual que el acto oficial previsto para el sábado 3, la propuesta de cine móvil y la feria. Los avisos de suspensión se fueron sucediendo en redes sociales y la prioridad fue el llamado desde el propio municipio a “construir redes solidarias”, porque el viento no daba tregua.

Es que lo que se pronosticó como un “alerta naranja” se tradujo en el arrebato de ráfagas de más de 140 km/hr que destrozaron viviendas, arrancaron árboles de cuajo y los dejaron sin internet, luz y por consiguiente sin agua. «Fue una situación bastante compleja y dolorosa porque nos juntamos con un vecino y mientras le sosteníamos el techo, veíamos que al del lado se le estaba volando», manifestó el intendente de Barrancas, Rubén Figueroa. En un principio se habló de 20 inmuebles afectados por esta situación, pero días después, el dato que circulaba era de 70, con pocos comercios donde abastecerse de materiales, al menos con precios razonables y en medio de la crisis económica de la que no escapan los pobladores de estas localidades.

Foto: Gentileza.

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“Mi vecina es reconocida por su labor como cantora, vive de ese talento y de su oficio de costurera, pero no ha podido recuperar el servicio de luz porque no tiene el dinero para volver a colocar el pilar de luz”, contó Amancay, en diálogo con este medio desde Buta Ranquil, 35 kilómetros al sur por la Ruta 40. Sabe que en ambas localidades las autoridades han asistido dentro de sus posibilidades a los damnificados, pero afirma que no es suficiente. Su situación personal no es mejor: la vivienda de su padre, que tenían en alquiler en Barrancas, sufrió la pérdida de buena parte del techo y los inquilinos debieron dormir en su vehículo porque tampoco se podían calefaccionar. Cotizado el arreglo, había comerciantes que les pedían hasta tres millones de pesos por los materiales necesarios. Es cierto, no lamentaron la pérdida de vidas o heridos, pero hoy la preocupación y el nudo en la garganta pasa por lo económico, como le sucede por estas horas al poblador Eduardo Valenzuela, a quien el viento sólo le dejó las bases de su hogar y por eso recibía ayuda del resto de la comunidad. Ante semejante panorama, el rol de servidores públicos como los Bomberos, fue fundamental. 

Foto: Gentileza.

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Foto: Gentileza.

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Orfelina Zalazar es la directora de la Escuela N° 329 “Celestino Cabral”, en pleno Buta Ranquil, y desde su rol recibió junto a las docentes el relato de los más chicos del pueblo, que llegaron con los ojos grandotes a contarle el temor que sintieron en esas jornadas de temporal. “La mayoría expresó que sintieron mucho miedo, que se les rompió la puerta, alguna ventana, que los papás, los adultos tuvieron que colocar peso en los techos, que colocaron muebles o lo que tenían para contener las aberturas y que otros se fueron a lo de sus abuelos, aún con el riesgo de dejaron la casa sola o exponerse a la intemperie”, relató la docente. Ella misma trabajaba hoy desde su hogar porque el internet aún no había vuelto al colegio, hoy en día, un servicio indispensable para cortar con el aislamiento.

Conocedora de la naturaleza que los rodea, Orfelina afirmó que “no recordaba esa intensidad” del fenómeno y que le sorprendió la forma extraña en la que se movieron las ráfagas: “direcciones diferentes en el mismo fragmento de tiempo”. “Yo estoy acostumbrada a que viene siempre del Oeste, desde el Tromen y a mi casa le pega de ese lado, sin embargo, ahora yo tengo que asegurar la puerta que está en otra dirección, no es normal”, aseguró.

Desde el municipio, Vanina Lincheo contó que lo vivido motivó la intervención de todas las áreas del Ejecutivo, que se encuentra a cargo del intendente Pedro Cuyul. “Hoy siguen surgiendo algunas problemáticas en las zonas rurales, mientras tanto el personal municipal trabaja en la limpieza de calles y accesos,  también cortando la enorme cantidad de árboles que hay sobre calles y veredas. Se entregaron chapas, tirantes, alfajias, clavos, etc. y se siguen evaluando los casos particulares y los daños”, explicó, aunque reconoció que nunca pensaron que podía pasar algo así.


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