Silvina, la primera bombera mujer se retira del cuartel de Roca tras 20 años de servicio
Fue la única que llegó al cargo de segunda jefa en la asociación. A los 51 años, Silvina Henández todavía conserva su alma de niña bombera y el fuerte carácter que le permitió abrirse paso en una institución de hombres. Una mujer que hizo historia.
Aquella Silvina que se subió por primera vez a un camión de bomberos en 2006 para salir al combate no es la misma que hoy se baja, para siempre.
Aquella bombera voluntaria de 30 años que lloró en su casa al ver a cuatro nenes fallecidos por un accidente en la Ruta 22, es hoy la primera mujer en retirarse luego de una trayectoria de 20 años en el cuartel de Roca. Y es una de las pocas que está preparada para asistir a sus compañeros en Psicología de la Emergencia, ayudarlos a gestionar sus emociones.
Silvina Hernandez se anotó en 2005, en el año que se habilitó por primera vez la inscripción de mujeres. Juró en 2006 junto a otras cinco jóvenes e inauguró una nueva etapa en la Asociación de Bomberos Voluntarios Roca con el ingreso de las pioneras, que debían vestir pollera como regla.

“Siempre quise ser bombera porque prácticamente me crié en el cuartel, pero no había mujeres. Muchas de las hijas de los bomberos ya estábamos dando vueltas por acá, pero no podíamos sumarnos al staff porque era netamente masculino”, contó a Diario RÍO NEGRO.
Hasta que en 2005 se lanzó la primera convocatoria. “No lo dudé, vine y me anoté”, recordó. Se alistaron ocho mujeres y llegaron seis a la jura, dos quedaron en el camino. La academia era estricta. De las seis, actualmente solo quedan tres y Silvina es la primera en retirarse por haber cumplido más de 15 años de servicio y 50 años de edad.

Cuando recién ingresó, no se daba cuenta de que estaba haciendo historia, lo único que quería era lograr su anhelo de la infancia y juventud: que se abra el listado de aspirantes mujeres y ser bombera, como su papá.
Hoy tiene 51 años y es la única bombera que llegó a jefa de cuartel con cerca de 70 personas a cargo, segunda en la asociación de Roca. “Lo que me gusta es ayudar al prójimo”, reflexiona, una idea que aún sostiene todos los días.

Una niña con alma de bombera
A su carrera bomberil de 20 años hay que sumarle unos cuántos previos, cuando era una niña y jugaba entre los autobombas y los equipos mientras su papá prestaba servicios. Silvina tenía cinco años cuando visitaba el gran galpón de calle Belgrano. Todavía se acuerda como se celebraba a lo grande cada 2 de Junio. “Éramos muchos chiquitos arriba de los móviles saltando de un lado para otro”, recordó.
“Muchos de los que todavía están hoy fueron compañeros de mi papá, entonces me tienen como la nena… pero la nena ya tiene 51 años”, ironizó entre risas.
Para ella, que su papá tuviera que irse a una intervención en plena cena de Año Nuevo, era parte de su vida. Ellos seguían celebrando, porque sabían que era lo que les tocaba. Otra de sus hermanas siguió también los pasos de su padre.
Infancia, juventud y adultez: pasó toda su vida en el cuartel y conoce todos los recovecos. Hasta formó su propio hogar con Gerardo, un bombero a quien eligió como su pareja al año de haber ingresado y hoy es su marido.

Las marcas del fuego y el sacrificio
En las épocas más álgidas, Silvina salía de su casa a las 2 de la tarde y volvía a las 11 de la noche. “Solo cambiaba de camión, pero salía todo el día. Hubo momentos en que hemos llegado a tener 20 incendios pastizales en un día”, contó.

“Mi primer incidente vehicular fue un antes y un después, al poco tiempo de haber jurado. Fue un accidente en la Ruta 22 donde había personas fallecidas, entre ellos cuatro menores. Era la única mujer que iba a la dotación y fue duro. Cuando volví a mi casa, la verdad no sabía si seguir. Y en ese momento no se trabajaban las emociones cómo se pueden llegar a trabajar hoy. Entonces era muy difícil, era un ambiente netamente machista. Uno no se podía permitir llorar o descargar, gritar”, relató.
Otro de los sacrificios de ser bombero es despertarse por un llamado a la madrugada. “No es tan fácil en invierno levantarte a las 3 de la mañana e ir a un incendio”, lanzó.

Además, dijo que la tarea no termina con el control de las llamas o el rescate sino que al regresar al cuartel tienen que lavar el camión, los materiales, el equipo y dejar todo en condiciones para volver a salir. Ellos mismos se ocupan de la limpieza sea la hora que sea.
Si bien están capacitados, dijo que aún es un desafío la gestión de las emociones: ver personas perder todo, presenciar la muerte, entre otros escenarios dramáticos. “Hay que trabajar mucho con la persona, con tus emociones. No es tan fácil”, aseguró.
Mujeres que hicieron historia
Silvina proviene de una “camada” que rompió los esquemas porque fueron las pioneras y demostraron que las mujeres también podían batallar frente a frente al fuego, salvar vidas y hacer rescates.

“Cuando llegamos acá nos decían que veníamos a limpiar la ropa de los bomberos”, dijo y agregó: «Nos decían nuestros compañeros». En sus comienzos, ser mujer no era sencillo. “Entrabas a la instrucción y te decían: ahí llegaron las chicas, tengo mi ropa para lavar”, reforzó. Afortunadamente, la primera tanda tenía carácter y se abrió paso con respuestas contundentes. “Comentarios siempre hubo. Y hoy quizás un poco menos, pero en ese momento era re difícil”, sintetizó.
Con el transcurso de los años, poco a poco empezaron a sumarse cada vez más mujeres a la institución y la ecuación se equilibró. “Se vieron intervenciones en donde el chofer era el único varón y toda la dotación completa eran mujeres”, ejemplificó Silvina.

Actualmente, no hay tareas asignadas según el género. “Todos hacemos lo mismo”, dijo. No hay más fuerza o menos fuerza según sea varón o mujer. “Con la misma adrenalina, lo hacés. Uno saca fuerza donde no tiene. No te podés permitir dudar de hacer algo. En el momento lo tenés que hacer”, expresó.
Mujeres en la actualidad
- 45%
- del total de los bomberos voluntarios que prestan servicios en Roca son mujeres, aproximadamente.
Cuartelera: su trabajo continúa
En acto el 2 de junio por el Día del Bombero, Silvina recibió un reconocimiento: flores, una placa y su casco con la inscripción “209” que es su número de legajo.
Muy emocionada y con una sonrisa de oreja a oreja, dijo que se siente satisfecha. “Ya cumplí una etapa dentro de la institución, creo que di todo lo que podía llegar a dar”, reflexionó.
A pesar del retiro del voluntariado que se efectivizó en el acto, seguirá ligada al cuartel porque hace algunos años ingresó como cuartelera rentada de la asociación y cumple horario.

Su función es atender el teléfono, abrir la puerta y llamar a los compañeros ante una emergencia. Luego, seguían las obligaciones como voluntaria, que a partir del retiro ya no existen.
“Voy a seguir trabajando como cuartelera en mis horarios de trabajo. La única diferencia es que no me subo más a un camión”, precisó Silvina.
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