El espíritu solidario que impulsa a la Escuela Técnica N° 4 de Junín de los Andes

Desarrollan proyectos que los vinculan con las necesidades de sus vecinos. Aprender y ayudar es la fórmula.

No siempre todo sale bien, “pero somos una buena escuela”, dijo en diálogo con RÍO NEGRO Roberto González, el actual jefe de Taller de la Escuela Provincial de Educación Técnica N° 4 de Junín de los Andes. Él mismo cursó allí sus estudios en los ’80 y en ese momento ya los incentivaban a ayudar a otros. 30 años después siguen haciendo honor a ese espíritu solidario.

Calculan que desde entonces la EPET cordillerana, ubicada en pleno departamento Huiliches, ha puesto conocimiento y mano de obra en más de 100 proyectos concretos, en pos de mejorar la calidad de vida de vecinos y vecinas. Ejemplos como la electricidad para una familia del paraje El Salitral, los juegos de plaza para una escuela primaria, la silla trekking para personas con discapacidad motriz, la construcción circular o la conexión a los servicios básicos para el hogar de Sixto y su familia son apenas un puñado de iniciativas que los adultos han ido enmarcando en distintos proyectos educativos y que los estudiantes llevaron a cabo, como tareas pedagógicas para los primeros años del nivel Medio y como “prácticas profesionalizantes” para quienes están en el último tramo rumbo al egreso. 

Foto: Gentileza.

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“No esperaba que me dieran tantas manos”, dijo en su momento Sixto, uno de los pobladores acompañados, para la cámara que registró lo vivido en plena obra. Sus ojos de pronto se tornaron brillantes pero la sonrisa no se pudo disimular: lo que en la zona urbanizada quizás era habitual, para muchos residentes más alejados era un anhelo que parecía inalcanzable a causa de la escasez de fondos, las distancias y la falta de apoyo de otras áreas provinciales. Al respecto, Roberto es categórico: “somos parte del Estado”, pero saben que ésta no es su responsabilidad.

“Nunca nos ha pasado, que nos vengan a reconocer que hicimos su trabajo”, dice el profesor con algo de humor, pero sabe que en definitiva la acción de ellos deja en evidencia la falta de medidas de las autoridades. Por eso evalúan minuciosamente los pedidos que les acercan a la sede, ubicada en la esquina de calles Gregorio Álvarez y Perito Moreno, a una cuadra del paso de la Ruta 40. Muchas variables entran en juego, pero sobretodo la importancia de ayudar a aquellos no tienen alternativa para resolver sus urgencias de forma particular. 

Foto: Gentileza.

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La experiencia en la casa de Servando, por citar un caso, tuvo lugar en 2008 y el propio Canal Encuentro vino a documentarlo, dentro de una serie llamada “La Técnica”, que aún figura en la plataforma Vimeo y que constó de 13 capítulos filmados en todo el país. Junto a su esposa y sus dos hijos, ese poblador habló sobre cómo era vivir con una alimentación eléctrica de apenas 12 voltios y pasar a 220.  “Vamos a poder mirar televisión”, compartió, con lo que eso implicaba no sólo para su entretenimiento, sino también para salir del aislamiento que muchas veces se imponía y donde quizás apenas se podía escuchar radio para saber de la realidad del resto de la provincia.

Todo gracias a un molino, con panel solar integrado, hecho con elementos reciclados, colocado por los mismos chicos y chicas y aprovechando los recursos naturales disponibles como la luz y el viento. En otras situaciones se adaptó la solución al paso de los arroyos. “Nosotros queremos fortalecer la escuela pública y creemos que la forma es mostrando que allí pasan estas cosas”, dijo en ese momento Walter Martín, el director del establecimiento. 


Hoy Roberto habla de todo lo que les tocó atravesar después y dice que las mismas ganas siguen intactas. Quizás mejoró el acceso a los servicios, pero no disminuyeron las necesidades, así que siguieron buscando maneras de continuar integrados a la comunidad. El intercambio con los mismos beneficiarios, que ponen los recursos materiales que faltan o algunos convenios realizados con el Municipio, son algunas alternativas que les permiten que la cadena de favores no se corte.

La prioridad, para ellos, sin ningún tipo de lucro, es que los estudiantes se lleven la experiencia de haber hecho realidad esa idea que prepararon y que eso ayude a mejorar el entorno que los rodea.

“Nos resistimos a ser “otro ladrillo en la pared” (…) no renunciamos a la idea de siempre ir por más, tenemos con qué: alumnos/as y docentes con sentido de pertenencia y siempre dispuestos”,

recalcaron en su cuenta de Instagram.

Para quienes quieran conocerlos, tienen dos orientaciones: técnico electromecánico y técnicos en ciencias de la alimentación, con una matrícula de 600 alumnos y 170 docentes, en un edificio que desearían que fuera más grande, para que nadie se quede afuera.

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