Se conocieron a los 60 años nadando en Neuquén, son campeones sudamericanos y hoy conquistan podios juntos
Viviana Yoquet y Conrado Cargnel conocieron el amor después del amor y decidieron emprender esta aventura de la mano.
Cada lunes, miércoles y jueves a las 12:30, Viviana Yoquet y Conrado Cargnel se preparan para otro día de entrenamiento en la pileta de su club de Neuquén. No importa si hace frío o calor, allí están, cumpliendo con la rutina que los impulsa a desafiarse constantemente. Para ellos, la natación no es solo una pasión deportiva, sino el escenario donde nació su historia de amor. Unidos por la misma disciplina, los campeones sudamericanos encontraron a sus 60 años en el agua una nueva forma de transitar la vida juntos.
Viviana Yoquet, ahora a sus 69, tiene una larga trayectoria en la natación que se remonta a su infancia. «Mi mamá era una gran nadadora. Fue campeona sudamericana, así que a mí no me quedó otra que seguir ese camino», contó entre risas.
Desde niña, el agua fue su espacio de desarrollo y superación personal. Representó al club Gimnasia y Esgrima de Rosario y se coronó campeona argentina en varias ocasiones. Sin embargo, su vida no giró exclusivamente en torno al deporte: es odontóloga y docente de ciencias biológicas e inglés, profesiones que ejerció con la misma dedicación con la que afronta cada competencia de natación.
Su amor por la natación se mantuvo firme incluso después de mudarse a El Chocón, en Neuquén, donde el pueblo la adoptó como una embajadora del deporte y fue allí donde el lago se convirtió en su nuevo espacio de entrenamiento.
Por su parte, Conrado Carnel, conocido cariñosamente como Quino, también tuvo una infancia vinculada a la natación, pero su relación con el agua tuvo un paréntesis prolongado.
«Dejé de nadar a los 15 y no volvió a interesarme hasta los 63«, admitió. En el medio, su vida estuvo marcada por otra pasión: el ciclismo. «Yo andaba mucho en bicicleta, pero a esa edad tuve un accidente y decidí que era mejor ir a la pileta», explicó el docente jubilado. La decisión de retomar la natación lo llevó a reencontrarse con una pasión que había estado latente por décadas.
El destino quiso que en 2013, Viviana y Quino coincidieran en la pileta. «Lo vi nadar bien y lo invité a unirse al grupo que había formado», recordó Viviana. Fue ahí donde comenzó la complicidad. La pasión compartida se convirtió en amistad, y la amistad, con el tiempo, en amor.
«Cuando nos conocimos, yo tenía 63 y Viviana 58. Los dos éramos viudos», contó Quino. Ella había enviudado a los 36 años y crio sola a sus cuatro hijos varones. Él había perdido a su esposa doce años antes. Encontrar a alguien que entendiera ese dolor fue significativo para ambos.
Los torneos comenzaron a formar parte de la vida de la pareja. «Sudamericanos, Panamericanos, Mundiales, competencias nacionales…«, enumeró Viviana. «En una carrera en Cozumel, llegamos segundo y tercero», comentó con orgullo Quino.
El día a día de esta pareja es de disciplina. Los lunes, miércoles y jueves a las 12:30, están listos para sumergirse en el agua, pero su entrenamiento no se limita a eso. «Vamos también al gimnasio y nadamos por nuestra cuenta», comenta Quino.
La rutina es exigente, pero el acompañamiento mutuo es la clave. «Nos alegra tener un proyecto de vida, juntarnos con gente sana, porque siempre a través del deporte hay un ambiente sano, y es la manera en que uno elige pasar por la vida», reflexiona Viviana.
Para ella, el agua es más que un lugar de entrenamiento. «Yo siento que pertenezco ahí. Si me siento mal, tengo dudas, cansancio o estoy enferma, a mí me cura el agua», confesó. Esa sensación de pertenencia se potencia con Quino a su lado.
«Yo soy menos acuático, podría competir en bicicleta o atletismo, pero lo que me gusta de esto es el compañerismo y que hacemos las cosas juntos«, comentó el deportista, hoy de 74 años.
La natación siempre fue el camino de Viviana, y Quino no dudó en unirse a ella. «Ahora nos hacemos compañía porque compartimos la misma pasión. Eso nos permite, a esta altura de la vida, encontrar en el otro un compañero con quien seguir adelante», expresó Viviana.
Compartir la misma pasión con su compañero de vida es esencial para Viviana. «Creo que otra persona no se aguantaría al lado mío, porque uno entrena fuerte, tiene que hacer viajes… Es bueno saber que tenés a alguien al lado con quien podés hablar libremente de lo que te pasa y que la otra persona te va a entender», reflexiona.
Es por eso que ambos ya se preparan para lo que se viene. «Voy a ver si puedo ir a competir a Bariloche y Villa Traful que son tres días de nado», contó la odontóloga. Además, espera el primero de febrero donde nadará en Mari Menuco.
Sin embargo, el gran desafío llegará en 2025. «Vamos a empezar a entrenar para el Argentino en abril y después para el mundial que va a ser en Singapur», dijo Viviana. Por su parte, Quino también está evaluando sus próximos pasos. «No sé si voy a participar en el Mundial, voy a ver cómo ando en el Argentino«, dijo con modestia, pero sin cerrar la puerta a nuevas aventuras.
Viviana y Quino enfrentan juntos la rutina, las competencias y los sueños, siempre con el agua como escenario principal. Su historia no es solo de amor, sino también de determinación, compañerismo y el deseo de seguir avanzando contra la corriente, juntos.
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