San Cayetano y la falta de trabajo: «Se vive con una sensación de angustia permanente»

Hoy, en muchos casos, tener un empleo no es suficiente para llegar a fin de mes. Otros buscan un trabajo desde hace tiempo, sin encontrarlo. Las formas de rebusque para tener un plato de comida.

El equipo de Panadería de la Fundación San José Obrero en el barrio Malvinas. Foto: Chino Leiva

La crisis laboral y económica golpea cada vez más fuerte. La falta de avisos se suplanta por pedidos desesperados de trabajo, noticias de constantes despidos, recortes e incluso changas que ya no aparecen o empleos temporales, cada vez más breves. Este 7 de agosto, no serán pocos los que se aferren a San Cayetano, el santo del pan y del trabajo.

En el primer trimestre, la pobreza llegó al 54,9% y la indigencia al 20,3% de la población, según el Observatorio de la Deuda Social Argentina dependiente de la Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA) en base a los datos de la Encuesta Permanente de Hogares publicados por el Indec.

Las estimaciones de la UCA ubican a la región de Gran Resistencia, Chaco, como la más pobre del país con una tasa del 79,5%. Más adelante, se encuentra Viedma y Carmen de Patagones, con el 57,1% y, Neuquén y Plottier, con el 36,6%. Resistencia también encabeza los niveles de indigencia. En este ítem, Neuquén y Plottier registran el 14% y, Viedma y Carmen de Patagones, el 13,6%.

El obispo de Bariloche, Juan Carlos Ares, advirtió que la crisis se refleja en una mayor cantidad de gente que concurre a los merenderos y comedores en busca de alimentos. “El trabajo ubica a la familia, a la persona. Tiene que ver con su dignidad. Lo hace sujeto protagonista de la historia. Sin trabajo, uno se siente inútil, la sociedad no responde. Mucha gente ha perdido changas. O apenas consigue algo temporal y después, nada. Bariloche es una zona turística que se mueve bastante, pero no se extiende”, resumió Ares.

Comparó la situación actual al 2001: “Acá (en la región) todavía no se nota mucho: se percibe a cuentagotas. La gente aguanta. No es que haya una reacción de violencia. Pero uno no sabe hasta dónde llega la cosa”.

Hay quienes buscan y buscan un puesto, sin éxito. Mientras tanto, la vida sigue y se las rebuscan como pueden.

Soledad Alvarez es cordobesa. Cumplió 35 años y hace apenas 3 que vive en Bariloche, junto a su pareja y tres hijos de 5, 9 y 17 años. No logró encontrar trabajo, pero sí un espacio en el equipo productivo de panadería de la Fundación San José Obrero. Saca alrededor de 60 mil pesos por quincena, de acuerdo a lo que logren vender.

“No está habilitada aún la panadería. Entonces, vendemos a la gente del barrio, dentro del grupo de la Fundación y en mi caso, tengo gente conocida que me hace pedidos y se los llevo a domicilio”, contó la mujer que también accede a una asignación familiar.

Muchos acceden a un plato de comida a través de la Fundación de Bariloche. Foto: Chino Leiva

¿Cómo se hace para llegar a fin de mes? Soledad no tiene la respuesta. «Está bastante complicado. Mi marido hace construcción en seco y electricidad. De todo un poco. Trabaja todo el día, incuso los fines de semana. Se las arregla», manifestó.

Explicó que el dinero que ingresa a su casa -alrededor de 200 mil pesos- se destina principalmente al pago del alquiler y al gasto de combustible: «La plata no nos rinde nada hoy en día. No te alcanza». Admitió que, en el último tiempo, han recortado gastos, especialmente en carne. «Dos de mis hijos buscan la vianda en la Fundación porque no hay comedores. La provincia no está dando de comer. Y nosotros, con tres niños, se nos complica especialmente a la noche», dijo.

Isaías Rodríguez, de 32 años, es compañero de Soledad en el grupo de panadería. Pese al «momento difícil», destaca que cursa el cuarto año de la secundaria y cobra una pensión por discapacidad. «Haga lo que haga, no se llega a fin de mes. Pero me considero una persona afortunada porque, al menos, tengo algo. Sé que hay gente que no tiene nada. Soy de los 90 y me cansé de ver a gente buscando comida en el basurero, sacando ropa», resaltó.

Con este plan de gobierno, el mundo laboral ha pasado -y está pasando- el peor momento. Hemos hecho un sacrificio grande entre y no vemos ninguna remontada. La gente necesita más trabajo”,

Enrique Lapa, sacerdote de la parroquia San Cayetano en el barrio El Frutillar.

Los recortes llegan a los alimentos

Cristian Salazar tiene 20 años y llegó desde Buenos Aires a Bariloche, junto a su novia, cuatro meses atrás. Al no conseguir trabajo, realiza talleres de carpintería, panadería y cerámica. Pero lamenta «vivir al día» y padece en gran medida hasta los costos de «viajar en colectivo».

«Recibo algunos pedidos de carpintería y con eso me genero algunos ingresos, también con la panadería y la cerámica. No cobro ningún plan. No necesito la ayuda de nadie», planteó y agregó: «¿Qué se recorta? Todo. Hay que administrar bien lo que vamos a gastar».

Cristian Salazar tiene 20 años y llegó desde Buenos Aires a Bariloche, cuatro meses atrás. Foto: Chino Leiva

Mariana Báez, una barilochense de 32 años, repartió Currículums por todos lados y asegura que «hasta ahora nada» aunque, aclara, que tiene el secundario completo. Recibe un explan Potencial Trabajo y realiza tratamientos capilares en su casa los fines de semana.

Es madre de dos niños, de 6 y 12 años. «Me vi obligada a hacer una reducción de leche, frutas y cosas básicas que antes, sí podía comprar y ahora ya no se puede. Este año estoy retirando la vianda en el San José Obrero porque si no, mis hijos no comerían lo que es lo básico, como proteínas, carnes, legumbres y esas cosas«, argumentó.

Tiempo atrás, Mariana dejó de pagar DirecTV y asegura que carga el teléfono de su hijo adolescente para estar comunicados a través del WhatsApp, aunque solo «una vez al mes».

«Mi pareja trabaja en Catedral y tiene su sueldo. Entre los dos, es un poco más fácil. Aún así, no llegamos. El metro de leña está entre 20 y 25 mil pesos, cuando la conseguís barato. Usamos 4 metros de leña y dos garrafas al mes que cuestan 15 mil pesos«.

Contó que durante el paro del personal de salud en el hospital Ramón Carrillo, uno de sus hijos se enfermó. «Tuvimos que ir por nuestros medios a comprar Ibuprofeno que está carísimo. Esa semana no comimos carne para comprarle el remedio al más chico. Todo el tiempo hay que tomar ese tipo de decisiones y es complicado: antes no pasaba. Vivimos con una sensación de angustia permanente. Todos los días pasa algo que te angustia más«, concluyó la mujer.

Buscar otros caminos

Edith Bahamonde tiene 49 años, es gasista matriculada y ahora realiza un taller de mecánica de autos y carpintería. «Me anoté para evaluar otras salidas laborales, porque la verdad que no se llega a fin de mes ni recortando las cosas«, resumió.

Edith Bahamonde es gasista matriculada, pero intenta capacitarse para acceder a otra salida laboral. Foto: Chino Leiva

Reconoció que tiene mucho trabajo, pero «lo que pasa es que no se cobra lo que lo que se tiene que cobrar porque estamos todos en la misma. Estamos contando el peso para llegar a fin de mes». Explicó que no dispone de un sueldo mensual ya que cobra «el día a día»: «Por eso, estoy en estos talleres para aprender y tener otra salida laboral. Además, hay muchas cosas que, cuando uno las manda a hacer, son caras. Mejor hacerlo uno mismo».

Edith está en pareja y tiene tres hijos que ya son grandes. «Gracias a Dios se mantienen como pueden también. Nos ayudamos como podemos. Vamos juntando el peso para comprar la comida: cada vez, es más lo que hay que juntar. Obligadamente tengo que usar el auto para trabajar, así que eso no lo puedo recortar, pero se complica mantenerlo», señaló.

Contó que recorre varios comercios en busca de precios y ofertas. Sin embargo, acotó, «si uno se pone a pensar, también es un gasto porque hay que ir de una punta a la otra y no da el presupuesto. A veces, conviene comprar más en el barrio que en los supermercados porque te ahorrás el combustible».


Este miércoles, la parroquia San Cayetano en el barrio Frutillar, al sur de Bariloche, permanecerá abierta durante todo el día. La procesión está prevista para las 15.30 y la misa, a las 17.


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