San Cayetano en Neuquén: «Este año se ha multiplicado la indigencia, la pobreza», dijo el obispo

Fieles buscan venerar al patrono del pan y del trabajo.

Elisa Rifo suma los zapallos cortados en cubitos a una olla para 180 personas. El pollo y la cebolla ya están en el fuego. Una compañera de organización, Libres del Sur, le alcanza la papa. De a poco se cocina el guiso para celebrar San Cayetano. Pero para eso, faltan algunos minutos.

Subido a las escalinatas de la Catedral, Fernando Croxatto, obispo de Neuquén, micrófono en mano dice: «Este año se ha multiplicado la indigencia, la pobreza, el hambre, la falta de trabajo, la falta de empleo«. A su alrededor organizaciones sociales: Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), Libres del Sur, Corriente Clasista y Combativa (CCC), Frente de Organizaciones en Lucha (FOL), Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP), La noche de la Caridad, Caritas, La Casa de la Misericordia. «Sabemos que son muchos los que están en el barro cada día», continúa Croxatto, «en la calle, en los barrios, tratando de sostener esta situación. Muchos que no se ven, muchos que no son a veces tenidos en cuenta, que no se los valora».

El centro de Neuquén parece detenerse. Ahí reunidos en silencio, parados frente a la Catedral lo escuchan. «Nosotros como Iglesia también necesitamos recuperar una cultura del encuentro donde el otro es importante», dice el obispo, «y donde dejemos de lado a veces nuestras propias ideas, nuestras propias ideologías y poder entrar en una mesa a dialogar, a encontrarnos, a buscar juntos la amistad social».

Frente a Croxatto una mesa. Sobre ella una bolsita de cartón con harina, y una canasta para quienes quieran, dejen sus intenciones. Al costado, cuatro mujeres sostienen sobre sus hombros una virgen de Lujan.

Croxatto lee la parábola de Jesús. Termina y bendice. «En esta bendición, la queremos hacer a los comedores, a los merenderos, a aquellos que atienden tantas necesidades». Esparce agua bendita a quienes, concentrados lo miran. «Gente como ustedes que fundamentalmente lo que hacen es darle tiempo y darle mirada al otro, que el otro no es un invisible, que el otro es alguien que tiene una dignidad como la tenemos cada uno de nosotros cuando queremos pedir esa gracia para que volvamos a mirarnos, a detenernos, a darnos tiempo».

El obispo está a punto de invitar a cruzar la calle para compartir un almuerzo. Pero antes dice: «estamos todos en lo mismo. Tenemos que construir juntos esta amistad social que tanto nos cuesta, que nos ponemos de la vereda de frente todo el tiempo. Somos todos iguales, ¿no?», y cierra con una afirmación, «somos todos iguales».

Fieles en el día de San Cayetano. Foto: Cecilia Maletti

Un plato de comida en San Cayetano:


Del otro lado de la vereda, cruzando la Av. Argentina, hay ollas encendidas. También organizaciones sociales. Mujeres que cocinan para quienes van a buscar una vianda. Detrás del guiso de arroz con pollo está Elisa Rifo, de Libres del Sur. En su barrio, Villa Ceferino tiene un comedor y un merendero. Los martes y jueves le da de almorzar a 170. Los lunes, miércoles y viernes de merendar a otros tantos. “No damos abasto”, dice y prepara las lentejas que ya trajo cocinadas, “cada día es más gente la que se suma, la que necesita comer. La gente cada vez está peor”.

Elisa Rifo de Libres del Sur. Foto: Cecilia Maletti

A unos pasos de Elisa está Lilian Larosa, integrante del FOL. Frente a ella una olla de fideos con pollo para 500 personas. Su compañera, al lado, le entrega una porción a un joven que vino con su propio tupper. “Vinimos para que el obispo nos bendiga a los comedores, a los merenderos que tanto estamos sufriendo en esta crisis y para que nos alcance lo que estamos haciendo para tanta gente que la está pasando muy mal de verdad”, dice. Los fideos ya los trajeron cocinados, ahora solo los calientan. Temieron, hoy a las 6 de la mañana, no poder cocinar en el centro de Neuquén. Lilian trabaja en uno de los ocho comedores que tiene el FOL en distintos barrios de Neuquén. “Hay un montón de vecinos que se acercan, que se quedaron sin laburo”, cuenta, “que se quedaron sin esa changa y que nos piden”.

También esta Paola Guerrero, de la Casita Santa Teresita del Niño Jesús, un lugar de contención para personas trans. Su diagnóstico es similar: “se nota mucho la miseria. Hay mucha falta de trabajo, de alimento, hay poca ayuda para los comedores”. Y suma: «como hay más necesidad nos estamos aferrando mucho más a esta creencia también. Estamos pidiendo que por favor salgamos de esta crisis”.

La mesa ya está servida con bandejas de pan. Érico, José y Gabriel ya están sentados. Comen una torta frita y esperan un plato de comida. Érico tiene 52, José 41 y Gabriel 25. Los tres hace años que están en situación de calle. “Siempre venimos a catequesis porque nos dan comida”, cuenta Eric, “y nos dijeron que hoy estaba esto, así que nos quedamos. ¿Qué hay de comer?”, pregunta. “Guiso de arroz con pollo”, dice Gabriel. “Bien ahí”, contesta Érico.

Ollas solidarias en Neuquén. Foto: Cecilia Maletti.


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