«Sabía que no me tenía que quedar dormido», el duro relato del piloto que aterrizó sobre una laguna en la Patagonia

Ezequiel “Queque” Parodi, un experimentado aviador que debió aterrizar de emergencia en una zona de alta montaña, cerca de Lago Puelo, recordó cómo fueron aquellas horas en las que aún no lograba ser rescatado.

Un desperfecto técnico en una aeronave llevó a que el piloto Ezequiel «Queque» Parodi tuviera que aterrizar de emergencia sobre un lago congelado en la Patagonia, específicamente, la Comarca Andina, Chubut. El hombre en medio de un enorme vacío blanco tuvo que enfrentarse a las inclemencias del tiempo y si bien logró ser rescatado, las horas que estuvo a la intemperie fueron de total terror.

Con un video de aproximadamente 30 minutos, Ezequiel «Queque» Parodi relató cómo fueron aquellas horas en medio de la montaña.

«Todo empezó con un vuelo de carga que teníamos que hacer», contó el piloto y aseguró que se trató de un viaje que hace habitualmente, el propósito era trasladar algunos materiales para mover nieve pero el clima comenzó a afectar el vuelo. Debido a una turbulencia y a que el avión de Parodi era el más propenso a desequilibrarse, este tuvo que hacer una maniobra que terminó con la odisea del piloto en el lago.

«Era una maniobra super común para nosotros, pero en el momento en que quise cortar el descenso del avión me vi con la laguna muy cerca. No me estaba respondiendo el avión y no tuve mucho para reaccionar. Había mucha nieve y todo fue muy rápido. Cuando me quise dar cuenta, estaba con el avión dado vuelta», recordó. Al quedar sobre la laguna, la primera reacción del piloto fue salir del avión y poder llegar cuánto antes a la orilla: «Mi miedo más grande era que se rompa el hielo y que el avión se vaya para abajo. Si yo me mojaba me iba a morir ahí arriba».

Tenía miedo de que el hielo se rompa y empecé a caminar. Cada paso con terror de que al próximo se rompa y me caiga dentro del agua. Llegué a la costa lo más rápido que pude sin mirar atrás.

Ezequiel «Queque» Parodi

El piloto en medio de la emoción de verse ya a salvo en su hogar, recordó cada instante de lo que tuvo que atravesar. Mientras el seguía atrapado en un desierto de nieve, arriba sus compañeros pilotos cumplieron con el trabajo de sobrevolar y arrojarle mochilas para que Parodi pudiera proveerse de lo necesario para subsistir a la espera de un rescate.

La noche atrapó a Parodi y sus amigos a contrarreloj buscaron la forma de acudir a rescatistas para que pudieran sacarlo cuánto antes de ese lugar. «Dani y Pablo me salvaron la vida si no me hubiesen tirado esa mochila no hubiese pasado la primer noche», contó.


El relato del piloto: miedo, frío y horas claves


A medida que las horas pasaban, el miedo aumentaba en Parodi. «Realmente no veía la opción de que me rescaten», señaló.

«Había empezado a soplar viento, se había empezado a poner frío y yo estaba con un pantalón, unos borcegos y un par de medias que apenas me bajé del avión, ya estaba todo mojado», agregó. También señaló que las camperas que le lanzaron sus compañeros, además de comida, le fueron muy útiles para poder sobrellevar el frío intenso que le congelaba hasta su respirar.

«Conozco lo que es pasar la noche en la montaña, pero a diferencia de todas las noches anteriores esta no tenía equipo preparado para hacerlo. Estaba empapado, solo y sin conocer la vía de escape de esa montaña. Mi objetivo en ese momento era poder secarme y pasar la noche. No morirme en esa noche», manifestó.

Con unas bolsas, el reparo de una roca helada y la ropa mojada sin la posibilidad de que se pueda secar porque el fuego era imposible de encender, Ezequiel intentó pasar su primera noche y planear cómo continuar su odisea al amanecer.

Ya no sentía los dedos de los pies y me preocupaba. Tenía mucho frío, por momentos me quedaba dormía y sabía que no me tenía que quedar dormido

El duro relato de Ezequiel Parodi

Con los primeros indicios de claridad, el piloto decidió iniciar su camino de salida de esa montaña. El frío era agotador para Ezequiel pero aún así caminó por horas. «Cada tanto gritaba por si alguien me escuchaba pensando que podían estar viniéndome a rescatar o a asistirme. Me desesperaba que el físico no me estaba dando más», recordó.

Faltaba poco para que el piloto se adentrara a un bosque cuando escuchó el ruido que lo emocionó hasta las lágrimas: un helicóptero había llegado para su rescate y en este se encontraban sus amigos. «No lo podía creer. Fue una sensación de relajo, de felicidad, de tranquilidad y a su vez como que se apagó un interruptor y se me cayó todo el cansancio encima», expresó.

De esta manera Ezequiel finalizó su relato totalmente agradecido con quienes no pararon hasta poder salvarlo: «Hay gente que piensa que este rescate lo pago el Estado y no es así, este rescate lo pagaron mis amigos. Gracias a todos esos amigos estoy acá en casa. Anoche pude dormir tapado con una sábana sin el frío que pasé hace unos días».


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