“Rocco” y Armando, los canillitas que mantienen vigente el diario impreso en Chos Malal
Son equipo desde hace años, después de los tiempos de gloria en que llegaron a ser 32 colegas en el Norte Neuquino. En medio de la era digital, no cambian el intercambio con sus vecinos por nada.
Juan Esteban, con 80 años, es quien atiende a los fieles lectores, en el kiosco que abrió hace décadas. Antes él también salía a la calle para ofrecer los ejemplares de RÍO NEGRO, pero hoy es Armando, algo más joven, quien lo secunda en Chos Malal. Ambos ostentan el título de “canillita” y así seguirá siendo mientras sea posible.
Con la emoción a flor de piel, conmemorarán una vez más su día este jueves 7 y según se les anticipó, habrá desayuno oficial para homenajearlos por su labor en la comunidad. A esta altura ya se los considera “servidores públicos”, personajes emblemáticos del compartir cotidiano en la calle, donde están siempre disponibles, en la misma esquina, con las noticias impresas para quienes gustan informarse con tiempo, en profundidad, sin el apuro de la web o las redes sociales.
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Atentos al arribo de la encomienda, que sale cada mañana a las 6 desde Zapala, esta dupla es la encargada de distribuir un formato que hace lo posible por seguir vigente en el Norte Neuquino. Ya con los ejemplares sobre el mostrador o bajo el brazo, se las ingenian para destacar lo más interesante de cada edición, enfocándose sobretodo en los Suplementos y los informes especiales, por su contenido en profundidad. De parte de los lectores, en tiempos de crisis, la inquietud está puesta en temas como los cambios en las jubilaciones o los aumentos en la policía, ejemplificó Rocco.
Nacionalizado argentino, pero de origen chileno, de la zona de Valparaíso, Juan Esteban partió de allí con su madre María Ester, con apenas dos años. Después de ingresar al país por el norte y de pasar por Mendoza, llegó a la capital histórica de Neuquén siendo adulto, “castigado” por un patrón que reprobó su apoyo a un paro de sus compañeros, por problemas salariales. De ese incidente pasajero, a simple vista, pasó a instalarse para siempre.
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Con el tiempo desempleado, Rocco encontró la salida en la licitación de un kiosco cerca del antiguo Hospital en la esquina de Sarmiento y Lamadrid. Allí recibió la oferta de vender el RÍO NEGRO, a mediados de los ‘80. Más de 35 años pasaron de eso y la trayectoria lo llevó a disfrutar del intercambio con la gente cada mañana. No es un oficio fácil, como ninguno de los que enfrentó en su vida, pero con su perseverancia pudo sustentar la crianza de cinco hijos y eso le da el orgullo ante los proyectos que logró concretar.
Después de los años de gloria, en los que llegaron a vender 740 diarios en un día y a coordinar 32 canillitas a cargo, hoy sólo quedó en dupla con Armando Britos, su colega de 64 años, el encargado de salir a la venta callejera, firme en la intersección de calles Sarmiento y Urquiza.
Canillita
“No falta nunca”, dijo con admiración de su propio compañero, que días atrás cumplió 22 años dedicados a esta labor, según destacó el periodista local Juan Carlos Parada, desde FM Patagonia. Armando no anda solo, porque lo acompaña con ternura una perra que adoptó y que devuelve con su compañía la gratitud por sus cuidados.
Como recuerdo de tantos años de pedalear las calles, con frío y con calor, quedó la típica bicicleta con carrito adelante, en la que “Rocco” supo cargar hasta 140 ejemplares, para recorrer las calles de su pueblo. Donada al Museo, es testimonio vivo de lo que significó esta actividad para tantas generaciones, sobretodo desde la infancia de la mayoría.
El Día del Canillita se celebra cada 7 de noviembre, en homenaje a los trabajadores que venden diarios, revistas y otros productos de la prensa gráfica. La efeméride surgió por el legado del periodista y dramaturgo Florencio Sánchez, quien falleció el 7 de noviembre de 1910, autor de la obra “Canillita”, en la que representaba justamente a los niños que se ganaban la vida de esta manera.
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