Qué cambió la Ley de Matrimonio Igualitario (y por qué es importante mantenerla)

En 2003, la unión civil fue el primer paso para consolidar una familia para la comunidad LGBTQI+. En 2010, la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario fue el segundo. Derechos como la adopción conjunta o la pensión tras el fallecimiento de la pareja se volvieron parte de la vida de muchas personas.

Manifestaciones por parte de la comunidad a favor del matrimonio igualitario en el Congreso. Crédito: Ministerio de Cultura.

Un 15 de julio de 2010 Argentina hizo historia en materia de derechos para la comunidad LGTBIQ+: la Ley de Matrimonio Igualitario fue sancionada en el Senado de la Nación con 33 votos afirmativos, 27 negativos y 3 abstenciones. De esta manera, se convirtió en el primer país de Latinoamérica en aceptar esta igualdad ante la ley y pionero en el reconocimiento de derechos para esta comunidad. 

Pero, ¿por qué esta conquista fue tan relevante? Previo al 2010, las personas del mismo sexo podían únicamente consolidar la unión civil ante la ley en regiones específicas del país, como en la Ciudad de Buenos Aires, en la Provincia de Río Negro o algunas ciudades de Córdoba, nos explica María Rachid, secretaria de Relaciones Institucionales de la Federación Argentina LGBT (FALGBT) y una de las principales activistas en la lucha por el matrimonio igualitario. 

Esta no permitía acceder a los derechos más fundamentales del matrimonio como la adopción en conjunto, la pensión tras el fallecimiento de el o la cónyuge, compartir la obra social o la protección de la vivienda y los bienes patrimoniales conjuntos. Todos derechos que, luego, serían reconocidos aquel julio de 2010. 

“Es importante destacar que la unión civil fue en su momento un avance en el reconocimiento legal de las parejas del mismo sexo, pero la misma no siempre llegó a cumplir las expectativas de un reconocimiento pleno”, reflexiona en diálogo con RED/ACCION Ivan Chanis Barahona, abogado especialista en DD.HH. y presidente de Fundación Iguales, una ONG dedicada a la promoción, respeto y defensa de los derechos humanos con sede en Panamá. 

Así, Chanis Barahona explica que, además de no reconocer todos los derechos, el principal problema con la unión civil es que, a diferencia del matrimonio, no es una institución reconocida en todo el mundo. Consecuentemente, esto genera distintos vacíos y complicaciones jurídicas para familias compuestas por el mismo sexo. 

Es muy difícil equiparar fácilmente las uniones civiles entre diferentes países, ya que no necesariamente el otro país comprende o tiene la figura de la unión civil, pero sí del matrimonio”, profundiza el presidente de la Fundación Iguales. “Como dijo la Corte Interamericana de Derechos Humanos en su Opinión Consultiva OC/24 de 2017, no hay que crear instituciones nuevas sino extender las existentes a parejas del mismo sexo”, asegura. 


La igualdad, el tesoro de esta ley


Momentos previos a la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario. Crédito: Ministerio de Cultura. 

Pero, más allá del reconocimiento de derechos legales, la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario tuvo un significado simbólico en la vida de las personas que pertenecen a la comunidad LGTBIQ+. Rachid nos cuenta que en el momento en que se discutía la cuestión, muchas de las organizaciones y autoridades proponían una unión civil con todos los derechos que suponía el matrimonio. Sin embargo, había algo que no se reconocía en esa propuesta y es la igualdad ante la ley, la igualdad ante la sociedad. 

Eso, entonces, fue lo fundamental y lo que generó un punto de inflexión en la sociedad argentina: hubo un reconocimiento de igualdad. “El matrimonio igualitario lo que hace es dar acceso a la igualdad por parte del Estado, lo cual es una herramienta esencial para trabajar contra la discriminación y la violencia”,  expresa Rachid, quién en 2007 comenzó con su lucha activa por el matrimonio igualitario al ser rechazada por un funcionario en el registro civil cuando se quiso casar con su pareja. 

En esta línea el abogado especialista en DD.HH., describió a esta ley como la reivindicación de una larga historia de discriminación y, también, como un vehículo esencial para normalizar las vidas de las personas LGBTIQ+. “Es no separar entre unos y otros, sino reconocer que existen diversas formas de familia que merecen el reconocimiento y protección del Estado”. 

Esta conversación volvió a los titulares a partir de las declaraciones de Victoria Villarruel, precandidata a vicepresidenta del partido Libertad Avanza, que, en diálogo con el periodista Luis Novaresio, aseguró que para ella el matrimonio igualitario estaba garantizado con la unión civil. Si bien habría que expandir ciertos derechos, explica Villarruel, no considera correcto llamarlo matrimonio debido a que esta institución tiene una connotación de tipo religioso a lo largo de la historia. 

A partir de los resultados de las PASO, en el cual el partido liberal sacó un 30% de los votos, el debate sobre un posible futuro sin matrimonio igualitario se planteó. “Que se derogue la ley de matrimonio igualitario significa un enorme retroceso en materia de igualdad simbólica más allá de los derechos que depende de si se reemplaza por una unión civil o no”, nos comenta Rachid. 

Desde una mirada internacional el presidente de la Fundación Iguales, Chanis, señaló que Argentina fue un “faro de luz” en el avance de los derechos de personas LGTBIQ+ para las Américas y el mundo. “Es para mí imposible ver a este país ser el primero en deslegitimar a una mayoría de personas que apoyan el matrimonio igualitario, y de principios universales de derechos humanos como son el derecho a la no discriminación, igualdad ante la ley, derechos patrimoniales y el derecho a formar una familia”, concluye. 


Este artículo fue publicado originalmente en RED/ACCIÓN y se republica como parte del programa «Periodismo Humano», una alianza por el periodismo de calidad entre RÍO NEGRO y RED/ACCIÓN.



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