Protagonistas olvidadas: Rosalind Franklin, la química que develó la estructura del ADN

Luego de convertirse en una de las cristalógrafas más reconocidas de su época, a Franklin le fue asignada la investigación de la estructura del ADN en el Laboratorio de Biofísica del King 's College de Londres. Allí, puso en práctica sus capacidades y concluyó que las moléculas del se organizan en forma helicoidal, dando lugar al primer descubrimiento acertado de esta estructura vital para la vida.

La estructura del ADN es algo que hoy damos por hecho. Sin embargo, años atrás era un completo misterio. Develar aquella incógnita llevó tiempo, pero se logró. Y no solamente eso, sino que lo hizo una mujer con nombre y apellido: la química Rosalind Franklin

Nacida el 25 de julio de 1920 en el corazón de una familia judía que vivía en Londres, Inglaterra, Rosalind Franklin era la segunda de cinco hermanos. Debido a la buena posición económica de su familia banquera tuvo la posibilidad de completar el primario y secundario en colegios prestigiosos de Europa. 

Con apenas 18 años, al terminar su primera educación, el futuro de Rosalind parecía estar escrito en el mundo de la ciencia. Pero, además de las pruebas académicas que tuvo que superar para entrar a la Universidad de Cambridge, también tuvo que enfrentarse a su padre, quién no estaba de acuerdo con que estudie ciencias, ya que no era lo que se esperaba de la mujer en aquella época, según lo recuerda National Geographic. 

En 1941 se graduó de Ciencias Naturales en la Universidad de Cambridge y, gracias a su excelencia académica y a su entusiasmo, se ganó una beca para iniciar su doctorado. Pero su carrera académica se vio interrumpida por la Segunda Guerra Mundial.

Inesperadamente, esta situación la llevó a la primera cumbre de su carrera. Mujeres Con Ciencia asegura que en 1942 la Asociación Británica para la Utilización del Carbón, le ofreció un puesto de trabajo en el que pudo investigar la composición química del carbón. Sus investigaciones ayudaron a su país durante la guerra y, al terminar el conflicto bélico, les sirvieron para defender su tesis doctoral. 

Este fue el primer paso. Pero el segundo vino poco tiempo después. Rosalind decidió continuar su carrera profesional en Francia debido al incentivo de una científica, Adrienne Weill. En París se sumó al Laboratorio Central de Servicios Químicos del Estado, en donde encontró un grupo de investigación muy activo y con apertura hacia las mujeres, cosa que, a lo largo de toda su carrera, todavía no había encontrado. 

Jacques Mering era el líder de este grupo y allí fue donde Rosalind se familiarizó con la técnica de difracción de rayos X, materia en la cual pasó luego a ser una de las mejores especialistas de la historia. Según explica la empresa fabricante y proveedora de instrumentos analíticos de laboratorio Malvern Panalytical, la difracción de rayos X (XRD) es una técnica analítica versátil y no destructiva que se utiliza para analizar propiedades físicas, como la composición de gases, la estructura cristalina y la orientación de muestras en polvo, sólidas y líquidas.  

Los días en París llegaron a su fin a pesar de todo el disfrute y felicidad que esa ciudad le había concedido a la científica. En 1951, con la excusa de una beca para entrar al Laboratorio de Biofísica del King ‘s College de Londres, Rosalind volvió a su tierra natal. Fue en aquel entonces que el director del departamento John Randall decidió orientar los estudios a comprender la estructura del ADN y, como el destino no es una casualidad, Franklin, la cristalógrafa mejor reputada de la época, se encontraba en aquel equipo. 

Crédito: National Library of Medicine. 

La química trabajó día a día para poder profundizar sobre el conocimiento de esta estructura que, hasta aquella fecha, era desconocida. En 1952, según informa National Geographic, consiguió obtener algunas de las imágenes más nítidas de la estructura completa del ADN que se habían hecho hasta el momento, junto a su estudiante de doctorado Raymond Gosling. Gracias a esta revelación, la científica pudo describir más detalladamente la densidad del ADN y estableció que sus moléculas se organizan en forma helicoidal.

Lamentablemente, su gran aporte nunca llegó al podio del reconocimiento que debería tener. Luego de develar estos resultados, Rosalind los expuso en una charla a sus colegas del King ́ s College. En el público se encontraban Watson y Crick, dos científicos interesados en la estructura del ADN que trabajaban en el Laboratorio Cavendish, en Cambridge. Ambos, sorprendidos por los descubrimientos de Franklin, lograron profundizar en su campo de estudio a partir de los descubrimientos de Franklin. 

Entre la charla de Franklin, las imágenes que habían obtenido de la química (entre ellas la famosa fotografía 51) y también sus propias investigaciones, Watson y Crick publicaron su propuesta de la estructura del ADN en la revista Nature en abril de 1953. Si bien hubo una mención a Rosalind y una “clara inspiración en su trabajo”, el protagonismo que merecía no estuvo presente. 

No obstante, el silencio no era una opción para Rosalind. En el mismo número de Nature, unas páginas más adelante, Franklin y Gosling publicaron un artículo muy técnico sobre sus fotografías (incluyendo la famosa 51), lo que demostraba su honradez científica y personal al apoyar el modelo propuesto por Watson y Crick, según lo recuerda Mujeres Científicas. 

Luego, según informa Nature, en un estudio académico publicado en 1954 ambos científicos reconocieron que, sin los datos de Franklin, «la formulación de nuestra estructura habría sido muy improbable, si no imposible«. Sin embargo, pese a este pequeño reconocimiento, la historia no lo recuerda igual. Ocho años más tarde le otorgaron el premio Nobel de Medicina a Watson y Crick dejando, una vez, a la mujer eclipsada. 

Watson y Crick recibiendo el Premio Nobel de Medicina en el año 1962. Ninguna mención a Rosalind fue escuchada en su discurso. Crédito BBVA.

“Merece ser recordada no como la víctima de la doble hélice, sino como una contribuyente en pie de igualdad a la solución de la estructura”, reflexiona Nature en un artículo que publicaron este año en conmemoración a la primera publicación de la estructura del ADN. 

Entre la decepción y la angustia, Rosalind decidió terminar su carrera en Birbeck College, en donde, de acuerdo con National Geographic, realizó importantes trabajos sobre virus, en concreto: el del mosaico del tabaco y el de la polio que todavía citan los expertos.  

Lamentablemente, un cáncer de ovarios le puso fin a su vida. Se cree que la causa principal fue la exposición a la radiación con la trabajó toda su vida. Falleció el 16 de abril de 1958 en Londres, su hogar. Aunque la historia no le hace justicia, sus grandes contribuciones siguen siendo relevantes hoy y sin ellas, probablemente, nada sería de la misma manera. 


Este contenido fue originalmente publicado en RED/ACCIÓN y se republica como parte del programa ‘Periodismo Humano’, una alianza por el periodismo de calidad entre RÍO NEGRO y RED/ACCIÓN



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