Protagonistas Olvidadas: Qiu Jin, la poeta revolucionaria que desafió a la dinastía china Qing con feminismo

Después de ser sometida a un matrimonio arreglado, se embarcó a Japón para educarse y alejarse de los mandatos que le imponía su país. Falleció decapitada en las manos de los soldados, pero su muerte fue para ella el signo más honorable de lucha por su causa.

Qiu Jin fundó una revista en 1906 con el objetivo de concientizar y visibilizar la desigualdad de las mujeres y las tradiciones que las oprimían como el vendado de pies. Crédito: Wikipedia.

El feminismo es una revolución que se inició hace siglos. Si bien sus comienzos se los adjudican a mujeres que alzaron su voz en Occidente, a la par y en otros lugares del mundo, este fenómeno también crecía. Como en las ediciones pasadas de Protagonistas Olvidadas conté la historia de personas que en su mayoría provienen de Europa o Estados Unidos, hoy decidí alejarme y viajar (simbólicamente) a China, Asia. 

Ahora que pusimos sobre la mesa las palabras feminismo y China, muchos se acordarán de una princesa, considerada la más disruptiva, que ha marcado infancias en las pantallas grandes: Mulan. Si bien es una ficción, la historia y la realidad de Qiu Jin no está muy alejada de eso. 

Nacida el 8 de noviembre de 1875 dentro de una familia aristocrática de buena posición económica, Qui Guijin (su nombre de nacimiento) creció entre Xiamen, una ciudad al sur, y la casa ancestral de su familia en Shaoxing, al norte. Su padre, Qiu Shounan, trabajaba en el gobierno como funcionario y su madre, debida a obvias razones de la época, se ocupaba de la casa y sus hijos. 

A pesar de que su niñez haya sido cómoda, a medida que fue creciendo empezó a enfrentarse con las diferentes desigualdades que suponía ser mujer en aquel tiempo. La primera de ellas fue cuando la obligaron a vendarse los pies. Esta tradición, proveniente de la dinastía Tang, era símbolo de atracción física y un elemento clave para distinguir a las mujeres de clase alta. 

El proceso implicaba mucho dolor y las niñas chinas comenzaban a hacerlo a los cinco años. Consistía en vendar los pies doblando todos los dedos (menos el gordo) hacia adentro para así obtener un pie más pequeño. La consecuencia principal, que alimentaba el sistema patriarcal, era que las mujeres no tenían la misma movilidad y quedaban fuera de muchas de las tareas de la sociedad, de acuerdo con World History Encyclopedia.

Detrás de toda esa injusticia, en Que se cultivaba una mujer apasionada por la literatura. De hecho, desde pequeña soñó con ver su nombre grabado en papel. Alejada de los intereses que “corresponden” a los jóvenes del siglo XIX, también quedó cautivada por las artes marciales y los elementos de guerra como espadas. Todas pasiones y deseos que parecían verse limitadas por su simple condición de mujer. 

Al ser un poco más grande, se casó. Muy diferente a la concepción de hoy en día, se tuvo que comprometer a los 20 años con el hombre que su padre había elegido para ella. Se llamaba Wang Ting Jun y provenía, también, de una familia comerciante con buen pasar económico proveniente de Hunan.

A pesar de la desgracia que esto significó para ella, logró mudarse a Pekín, la capital, junto a su marido. Fue, sin dudas, un hecho catalizador de su alma revolucionaria y lo que terminó de impulsar su feminismo. Allí había definitivamente había mucha más libertad y logró consolidar amistades femeninas que estaban alineadas a su deseo de igualdad y equidad de género, según lo recuerda un artículo The New York Times.

Fue en ese momento donde se desvendó los pies, una acción profundamente revolucionaria para los estándares sociales, comenzó a vestirse con la moda de hombre y a beber mucho vino. Casi que se podría decir que Qiu fue una gran pionera de la moda oversize y la tendencia del vino…

Cuando se mudó a la capital, Pekín, Qiu Jin comenzó a explorar en una moda más asemejada a lo que usaban los hombres que se alejaba mucho de los estándares patriarcales de la época. Crédito: Mujeres Bacanas. 

También comenzó a adentrarse en el contexto político y aprender sobre él. Tras enterarse de sucesos como la Rebelión de los Bóxers y la ocupación de Pekín, utilizó su poesía, con alusiones literarias a heroínas del pasado, para expresar su preocupación por el destino de China y de las mujeres, según un artículo de Amazing Women in History.

Vale la pena recordar que, en aquellos años, China todavía no era una república como la conocemos hoy (República Popular China), sino que estaba gobernada por la dinastía Qing, un modelo que se asemeja y es muy similar a la monarquía absoluta que transitaron varios países de Europa como Francia y Reino Unido. 

Pero si bien pudo desenvolverse más que en su ciudad natal, todo dentro de esta nación le significaba un encierro. Se había vuelto muy infeliz en su matrimonio y declaró que el comportamiento de su marido era “peor que un animal” y la trataba como si valiera menos que la nada misma. 

Así fue como en el verano de 1904, luego de ocho años de casada y dos hijos, Que abandonó todo y se fue a Japón. Con poco dinero que logró recaudar por sus joyas vendidas embarcó con la intención de escapar a su destino y lo documentó en un poema llamado Arrepentimientos: líneas escritas camino a Japón

Ni el Sol ni la Luna dejaron rastro de luz, la Tierra está oscura.

Nuestro mundo de mujeres tan profundamente hundido, ¿quién podrá ayudarnos?

Las joyas vendidas para pagar el viaje por los mares,

separada de mi familia dejo mi tierra natal.

Desvendando mis pies limpio mil años de veneno,

con mi corazón ardiente animo a las mujeres.

Ay, este delicado pañuelo mío

manchado mitad de sangre y mitad de llanto.


Qué hizo en Japón


En el país vecino se dedicó a continuar y profundizar su educación. Se inscribió en la Escuela Práctica para Mujeres de Shimoda Utako y fue ahí donde acortó su nombre a Qiu Jin. También comenzó a hablar formalmente en sus diarios y discursos sobre la necesidad de mejorar el acceso a la educación para las mujeres y, también, se manifestó en contra de la tradición de vendar los pies. 

Además, enfocó gran parte de su energía generando contactos y conversaciones con otros estudiantes chinos de mente reformista que estaban alineados con la idea de fomentar una revolución en su tierra natal. Así, se unió a alianzas y sociedades secretas que buscaban derrocar la dinastía. 

En 1906, dos años después de su huida, regresó a China con estas dos puntas que había estudiado y materializado en Japón. Fundó así la Revista de las Mujeres Chinas, que, si bien no duró mucho tiempo, fue una gran puerta para visibilizar y llegar a muchas jóvenes ya que estaba escrito con un dialecto más popular que hacía su compresión más fácil para muchas. 

Con respecto a su vocación política y revolucionaria, en 1097 Qiu fue directora de la Escuela Datong, dedicada a reclutar y entrenar a jóvenes revolucionarios. Pero el clima en China estaba cada vez más tenso, ya que la dinastía estaba al tanto de las intenciones de los diferentes grupos revolucionarios y, en consecuencia, la joven se enteró que Xu Xelin (un amigo suyo fundador de la escuela) había sido asesinado. 

Al poco tiempo, según The New York Times, Qiu fue informada que la estaban viniendo a buscar. Aunque tuvo tiempo para escapar de los soldados, sus intenciones parecían ser contrarias: más que escaparse, ella se quedó para enfrentarlos.

El final de esta historia terminó con Qiu a los 31 años capturada, torturada y decapitada. Una muerte que dejó una mancha de sangre a la dinastía, pero que también marcó la historia. Su muerte fue considerada su mayor acto de honor por las causas que luchaba y gracias a ella fue reconocida por la historia como la “Juana de Arco china”.

Estatua de Qiu Jin en Shaoxing, donde estaba ubicada la casa ancestral de su familia. Crédito: Wikipedia. 

“Argumentaba que no era suficiente que las mujeres solo se quedaran sentadas pidiendo equidad”, dijo Hu Ying, profesora de Literatura China en la Universidad de California en Irvine según The New York Times. “Creía que debías estar dispuesta a arriesgar tu vida, y el hecho de que ella realmente viviera así fue lo que hizo que sus palabras perduraran”, agregó.

Mi cuerpo no me permite
mezclarme con los hombres
pero mi corazón es más valiente
que el de cualquiera de ellos.

Estos versos, escritos en un cuaderno de Qiu en 1903, fueron el ancla de sus causas, de sus pasiones y luego de su muerte. Por más de que no haya vivido para verlo, sus acciones fueron el principio de una liberación.


Este contenido fue originalmente publicado en RED/ACCIÓN y se republica como parte del programa ‘Periodismo Humano’, una alianza por el periodismo de calidad entre RÍO NEGRO y RED/ACCIÓN



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