Protagonistas olvidadas: Nettie Stevens, la genetista que descubrió los cromosomas XY que determinan el sexo biológico 

En una investigación publicada en 1905 estudió más de 50 especies de insectos con el objetivo de entender la determinación del sexo biológico, Stevens concluyó que las hembras solo producían cromosomas X, mientras que el macho producía tanto X como Y. Un nuevo camino para la genética había comenzado.

A pesar de su condición de mujer y sus limitaciones económicas, Nettie ahorró por más de diez años para poder financiarse sus estudios. Logró licenciarse y hacer una maestría en la Universidad de Standford. Crédito: Enciclopedia Británica.

Sabemos que el cromosoma X e Y indican el sexo biológico del ser humano. Esto, aunque parezca una obviedad para la ciencia y la medicina de hoy, hace no más de un siglo era un misterio. El descubrimiento de esto tiene nombre y apellido: Nettie Stevens. 

Nació en Cavendish, Vermont (Estados Unidos) el 7 de julio de 1861. Fue la tercera hija de Julia Adams y Efraim Stevens. Su madre murió cuando la pequeña Nattie tenía tan solo cuatro años, un hecho que la marcó para siempre. Sin embargo, su padre al poco tiempo se casó nuevamente. En consecuencia, la familia se mudó a la localidad de Westford, en Vermont. 

Fue allí donde Nettie atendió a la escuela pública para comenzar su camino educativo. En la primaria y secundaria se dio cuenta que tenía grandes capacidades para el aprendizaje: terminó cuatro años de colegio en dos y se recibió como la mejor de su clase. Pero, 1870 no es lo mismo que 2023. Su condición de mujer, junto con sus limitaciones económicas, le impidieron acceder a la universidad apenas terminado el colegio. 

A pesar de todos los obstáculos, Nettie tenía un objetivo y lo cumplía, llevase el tiempo que llevase. Desde que se graduó del secundario comenzó a trabajar como profesora y bibliotecaria y todos los días ahorraba para, eventualmente, pagar sus estudios. 

En 1896, a sus 35 años, se matriculó en la Universidad de Standford donde hizo una licenciatura en fisiología y trabajó codo a codo con Oliver Pebbles Jenkins, un fisiólogo e histólogo reconocido. Además, pasó sus veranos como estudiante investigando en el Hopkins Seaside Laboratory donde conoció a Frank Mace Macfarland, antiguo alumno de Jenkins y profesor adjunto de la universidad. 

De acuerdo con un artículo de Embryo Project Encyclopedia, fue en ese período cuando la científica comenzó a interesarse cada vez más con la histología: el estudio microscópico de los tejidos y las células utilizado para diagnosticar numerosas enfermedades. 

Entró a la universidad en 1896 y ya en 1900 había completado su licenciatura y su maestría, ambas en Stanford. Según un artículo de Mujeres Bacanas, luego emprendió un viaje a Europa, entre 1901 y 1902, en donde trabajó en la Estación de Zoología de Nápoles y luego en el laboratorio de Theodor Boveri, quien por ese entonces investigaba el rol de los cromosomas en la herencia. Allí se acercó a su verdadera vocación y a su pasión: la genética. 

Siempre fue una alumna destacada al igual que su hermana, Emma. Ambas se graduaron como las mejores de la clase. Crédito: Wikipedia.

En 1903, de vuelta en Estados Unidos, realizó un doctorado en el Bryn Mawr College de Filadelfia (Pensilvania). Este nivel de estudio era casi inconcebible para las mujeres de la época, que apenas logran recibirse de las escuelas secundarias. Allí conoció al prestigioso genetista y futuro premio nobel, Thomas Hunt Morgan y a su colega Edmund Beecher Wilson.

Impresionados por el conocimiento y la capacidad de Nettie, Morgan la incorporó a su equipo, la ayudó a dirigir y buscar financiamiento para su trabajo enfocado en investigar la determinación del sexo a través de los cromosomas y la herencia de Mendel (patrones acerca de cómo se transmiten los rasgos de los padres a los hijos).

Tras recibir una subvención de la Institución Carnegie (impulsada por sus logros pero, también, por la carta de recomendación que envió Morgan), utilizó células germinales de pulgones (un insecto) para examinar la posible variación en la estructura cromosómica entre los dos sexos. “Su determinación y devoción, combinadas con un agudo poder de observación; su consideración y paciencia, unidas a un juicio equilibrado, explican en parte sus notables logros”, dijo en aquel entonces Morgan sobre la joven.

En aquel entonces había diferentes teorías para explicar la determinación del sexo“Algunos pensaban que los factores externos durante el desarrollo eran los responsables de determinar el sexo. Otros creían que el sexo se determinaba internamente, concretamente a través del óvulo. Otros creían que los factores hereditarios influían en el sexo y otros creían que los factores hereditarios influían en el sexo”, explica la historiadora de biología Jane Maischein para Embryo Porject Encyclopedia.

Lo que comenzó con el estudio de una sola especie de insecto terminó con el análisis de más de 50. Su principal (e innovadora) conclusión fue que las hembras solo producían células X, mientras que el macho producía tanto X como Y. Un primer paso para comprender de donde, verdaderamente, venía la composición del sexo biológico. 

Así, en 1905, Nettie publicó su (luego) famosa investigación Studies in Spermatogenesis with Special Reference to the “Accessory Chromosome”. En esta afirmó, por primera vez en la historia, que las cromosomas que definen el sexo biológico son parejas de células en donde el óvulo fecundado por un espermatozoide portador del cromosoma X daría como resultado una hembra (XX) mientras que si era portador de Y el resultado sería un macho. 

Nettie fue reconocida por Thomas Morgan, ganador del Premio Nobel, lo que ayudó a que se le abran puertas en aquel mundo donde la mujer no tenía lugar. Crédito: Mujeres Bacanas.

Sin embargo, la historia no le hizo juicio, al menos, en vida. Wilson, a quien había conocido durante sus años de estudiante, había publicado ese mismo año una investigación parecida. Pero el fisiólogo había elegido un organismo al que le faltaba un cromosoma, por lo que sus resultados representan un modelo (X,O) de herencia, mientras que el modelo de Stevens seguía el modelo (X,Y) de herencia.

De todas maneras, esto no fue destacado en aquel momento. Por años, muchos creyeron que Nettie había sido solo una investigadora secundaria y adjunta en la investigación de Wilson y que su influencia era menor. De acuerdo con La Voz de Galicia, Esto sucedió incluso cuando en un artículo publicado el propio Wilson hacía mención a que “sus hallazgos concordaban con las observaciones de Nettie Stevens”.

Nettie, desde aquel entonces, se decidió a seguir produciendo investigación de calidad sustentado de datos y de mucha investigación. Como bien lo retrata la historia de su vida, obstáculos parecía una palabra fuera de su diccionario. Siguió haciendo aportes en el campo de la genética enfocados en la determinación del sexo pero con una particularidad: refirió, en muchos de sus informes, al trabajo de otras mujeres para darles visibilidad, según un artículo de La Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica.

Si bien no fue reconocida como tal, esta publicación le abrió varias puertas. Logró conseguir una posición en Bryn Mawr College de Filadelfia como asociada en morfología experimental. También siguió afiliada a la Institución Carnegie, donde trabajó como ayudante de investigación.

La única distinción que recibió en vida fue el premio Ellen Richards, que tenía como reconocimiento una suma de mil dólares por su trabajo «A Study of the Germs Cells of Aphis rosae and Aphis oenothera». De hecho, muchos científicos, después de 1905 siguieron (y siguen) defendiendo el enfoque externalista en la determinación del sexo a pesar de las conclusiones de Nettie . 

Afortunadamente la historia, corrigió el error. Años después, Nettie fue reivindicada por la ciencia y es reconocida como la investigadora que dio este primer aporte que cambió la dirección de la genética de manera universal. Su muerte, que llegó por un cáncer de mama en 1912, fue apenas siete años después de haber publicado su famoso estudio. 

No logró dirigir la cátedra que Bryn Mawr College le había hecho especialmente para ella. “Ella era una experta formada en el sentido moderno, en el sentido en que la biología dejó de ser un patio de recreo para el aficionado y un juguete para el místico”, recordó Morgan.


Este contenido fue originalmente publicado en RED/ACCIÓN y se republica como parte del programa ‘Periodismo Humano’, una alianza por el periodismo de calidad entre RÍO NEGRO y RED/ACCIÓN



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