Preocupa que la ola de calor y los incendios en Europa se reiteren en el norte de la Patagonia
El fenómeno El Niño trae precipitaciones por encima de la media, pero a la vez, veranos más cálidos y secos. Según el Servicio Meteorológico Nacional, la temperatura máxima media en julio es de 6.7 grados. Pero el último sábado de julio, la mínima fue 5.1 grados y la máxima, de 12.5 grados.
Desde hace semanas, Italia, Grecia, Croacia y España atraviesan una trascendente ola de calor, en algunos casos con temperaturas que llegan a los 46 grados, y una gran cantidad de incendios forestales. Las autoridades griegas informaron 594 incendios en Grecia en los últimos diez días.
El panorama para la zona norte de la Patagonia para este verano, con temperaturas cada vez más elevadas, una mayor recurrencia de tormentas eléctricas y falta de lluvias, es complicado.
Según el Servicio Meteorológico Nacional, la temperatura mínima media en julio es de -1.6 grados en Bariloche y la temperatura máxima media, de 6.7 grados (para el período 1991 y 2020). Sin embargo, el último sábado de julio, la mínima fue 5.1 grados y la máxima, de 12.5 grados.
«Todo se debe al cambio climático que, además de una tendencia de mayor calentamiento, genera estos ‘hot spells´ (olas de calor): la temperatura sube mucho más y genera una desecación fuerte de los combustibles. Sobre todo cuando se viene de inviernos con falta de humedad«, explicó el biólogo Juan Paritsis, investigador del Inibioma (Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente) que depende del Conicet y la Universidad Nacional del Comahue.
Señaló que el combustible vegetal se deseca ante las temperaturas tan altas y frente a cualquier ignición, esa masa vegetal está lista para arder. «Con esas temperaturas -agregó- es difícil combatirlas porque al fuego le resulta fácil propagarse».
En la zona patagónica, recalcó, se registraron incendios incluso antes del arribo de los pueblos originarios que aumentaron con su llegada y, crecieron aún más con los colonos europeos. «En ese momento, necesitaban abrir tierras para el ganado. Lo que estamos viendo ahora es que la frecuencia histórica en ultimas décadas se ha incrementado más y está relacionada con el cambio del clima. Cuando los veranos son más cálidos y secos hay más incendios: el material combustible está más seco y más propenso a quemarse, entonces se propagan más los incendios», afirmó.
Hace un tiempo atrás, Paritsis, junto a Thomas Kitzberger y otros investigadores, realizaron un estudio de modelaje de incendios forestales en la zona noroeste de Patagonia. Se evaluaron variables que inciden en los incendios, como el tipo de vegetación, la topografía y el clima. «Lo que vimos es que la vegetación es una variable importante, pero predomina la variable meteorológica, es decir cómo va a estar el tiempo meteorológico durante la temporada de incendios«, sostuvo.
Con esos datos, se hicieron predicciones de acuerdo a los escenarios climáticos futuros basados en las emisiones de carbono: emisiones altas y moderas de carbono y un escenario tan optimista como poco probable como cesar con la producción de carbono. «Lo que se ve es alarmante: en todos los tipos forestales (bosques secos y húmedos), bajo un escenario moderado, la frecuencia de incendios aumenta al doble o al triple hacia fin de siglo. En el escenario más pesimista, aumenta como 6 veces la frecuencia de incendios. Es un pronóstico a largo plazo».
Indicó que en ambos escenarios, los tipos forestales de la Patagonia no podrían recuperarse y el bosque retrocedería a favor de otros tipos de vegetación como el matorral, mucho más inflamable. Comentó que el bosque de lenga, húmedo, que actúa como una especie de barrera y hace más difícil que el fuego se propague. «Frente a situaciones extremas, se queman, pero no lo hacen con la facilidad de un matorral o la estepa donde los combustibles están más secos porque son ambientes más abiertos», planteó Paritsis.
Advirtió que hoy es posible contar con un pronóstico relacionado a las teleconexiones -la interrelación entre fenómenos meteorológicos situados en lugares muy distantes entre sí, que suelen incluir patrones climáticos que se extienden a miles de kilómetros-.
«Sabemos que estamos en la fase del Niño: en junio, Bariloche tuvo precipitaciones por encima de la media y hay altas chances de que este fenómeno se mantenga hasta el verano 2024. En invierno y primavera, el Niño está relacionado con mayores precipitaciones en el noroeste de la Patagonia. El verano, en cambio, es más cálido y seco que el promedio», destacó.
Consideró que muchos modelos coinciden en que las precipitaciones en Patagonia disminuirán en las próximas decadas y la temperatura seguirá en aumento, siguiendo la tendencia mundial de calentamiento.
Otra consecuencia del cambio climático es el aumento de tormentas convectivas eléctricas y secas que no producen lluvias. «Hay ingresos de aire del norte que traen este fenómeno que antes no era tan común. Entonces, además del aumento de igniciones por el humano, ahora hay un incremento de incendios causados por rayos. Pueden ocurrir en lugares muy remotos, difíciles de acceder y la detección puede ser no tan rápida», señaló. El incendio que se originó en cercanías del lago Martin y que se extendió por más de dos meses es un ejemplo claro.
Paritsis alertó que los incendios en la región se incrementarán también por la expansión urbana y suburbana. Sucede que la gente comienza a instalarse en lugares cercanos a tipos de vegetación propensa a generar incendios. Esto sucedió en el incendio que se afectó El Hoyo y Las Golondrinas que destruyó más de 200 viviendas.
«Los incendios de interfase -más peligrosos porque ocurren en zonas habitadas- serán más recurrentes. Hace unos años generamos una app de evaluación de riesgos de incendios de interfase para hogares (https://www.rediapp.com.ar/). Permite testear las condiciones de una casa para estimar el nivel de riesgo y brinda recomendaciones para hacerla más segura», dijo.
El investigador aseguró que morigerar las emisiones de carbono es la única manera de mermar el cambio climático global aunque se pueden buscar soluciones más locales vinculadas al manejo del combustible y a la reducción de igniciones. «Es importante manejar las plantaciones de pinares, aquellos lugares donde hay coníferas exóticas para disminuir los riesgos de incendios. Si uno tiene material inflamable cerca de la casa conviene reducir ese combustible para hacer de la casa un lugar más seguro. Por otro lado, también hay que realizar trabajos de prevención y concientización para disminuir las igniciones causadas por seres humanos», señaló.
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