Por qué para combatir la desinformación educar el pensamiento crítico es más efectivo que la censura
La proliferación de fakes news e información intencionalmente errónea se ha vuelto cada vez más común en los últimos años y será, posiblemente, un problema mayor en el futuro. Ante esto, la estrategia más efectiva es enseñar a evaluar críticamente los datos y a permanecer abiertos a cambiar de opinión.
“Mientras que la información errónea se refiere a la difusión accidental de información inexacta, la desinformación no solo es inexacta, sino que tiene por objetivo engañar y causar graves prejuicios”, define Naciones Unidas. Como tal, es uno de los grandes problemas que trae aparejados nuestra era digital de rápidas transformaciones tecnológicas.
En busca de soluciones, un nuevo estudio encontró que, en lugar de combatir la desinformación por internet a través de la censura o prohibiendo las cuentas y contenidos de quienes difunden noticias falsas, es más efectiva la educación temprana y continua. La metodología debe ser enseñar a las personas a evaluar críticamente la información y a permanecer abiertas a cambiar de opinión.
“La proliferación de desinformación, información errónea y noticias falsas se ha vuelto cada vez más común en los últimos años. El desarrollo de poderosos chatbots, como ChatGPT, ha alimentado aún más las preocupaciones sobre el potencial de manipulación de información con intenciones maliciosas. Las campañas de desinformación afectaron las elecciones presidenciales de EE. UU. de 2016 y contribuyeron a las dudas sobre las vacunas durante la pandemia de COVID-19”, contextualiza el paper.
Punto de inflexión
Para la investigación publicada en SIAM News, un medio de la Sociedad de Matemáticas Industriales y Aplicadas (SIAM), los científicos utilizaron un modelo que simula cómo cambian las opiniones de las personas con el tiempo. El estudio se centró en comprender el llamado «punto de inflexión»: ese momento en el que un pequeño cambio puede generar efectos significativos.
Para ir más a fondo, compararon tres estrategias principales de mitigación de la desinformación que está actualmente considerando el Congreso de Estados Unidos:
– Moderación del contenido, por ejemplo, prohibir o censurar a quienes difunden noticias falsas.
– Contracampañas, lo que significa promover grupos comprometidos con la difusión de verdades contra noticias falsas.
– Educación pública, es decir, enseñar a las personas a verificar los hechos y ser escépticas.
En efecto, encontraron que la tercera opción fue la estrategia con efectos más significativos para detener la desinformación. Es decir: enseñar a las personas a reconocer sus prejuicios, estar más abiertos a nuevas opiniones y ser escépticas de la información online. En contraste, tratar de corregir las creencias de las personas después de que ya se han formado opiniones no fue tan efectivo, aunque sí tuvo cierto impacto.
En línea con estudios previos, los hallazgos sugieren que la desinformación se propaga fácilmente porque las personas naturalmente queremos creer cosas que se alinean con nuestras creencias existentes, tal como aclaró PsyPost.
“Se necesita más investigación para comprender cómo y por qué las personas se sienten atraídas por la desinformación en general. La gente tiende a sentirse atraída por ideas sensacionalistas, que potencian y dan ventaja a las fuentes de desinformación. Dado un mejor conocimiento de este aspecto de la naturaleza humana, podemos mejorar nuestros modelos y los legisladores quizás podrían desarrollar ‘cinturones de seguridad’ más óptimos para controlar la propagación de la desinformación”, dijo el autor del estudio Michael Murillo, profesor del Departamento de Matemática Computacional, Ciencia e Ingeniería de la Universidad Estatal de Michigan, EE. UU.
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