La explosiva creatividad de Pil García: arte gigante que embellece Neuquén

Si se presta atención, Neuquén esta rodeada de arte callejero. Stencils, stickers y garabatos decoran las paredes y espacios públicos de la ciudad. Una egresada de la Universidad Nacional de Río Negro logra embellecer con su arte las calles de la ciudad.

La pared está pintada de verde. Lisa. Se nota el relieve de los ladrillos. Al costado, a pasos de la ruta 7, niños juegan a la pelota, transeúntes vuelven a sus casas de sus trabajos, autos esperan que el semáforo se ponga en verde. Ninguno lo sabe, pero en media hora, el paisaje será otro. Uno más bello, uno que punce, uno que descoloque a quienes levanten la cabeza.

“Yo venía de una crisis creativa muy fuerte”, dice y marca con una tiza la imagen que hace minutos pegó con cinta en la pared, “en la carrera me tiré mucho por el lado del teórico, fui muy ñoña. Era buena con eso de cumplir con lo que espera el docente, pero cuando me recibí, entré en crisis. La parte práctica y creativa la había perdido”.

La que ahora se aleja de la pared, observa y confirma que ya delineó cada una de las imágenes que ahí plasmará, se llama Pilmaiquen, pero le dicen Pil. Pil García. Tiene 33 años y es licenciada en Artes visuales por la Universidad Nacional de Río Negro.

La pared que esta por intervenir la eligió la noche anterior. Cerca de la 20:30. Es la de una garita, de la plaza que se forma entre Salta y Av. del Trabajador. “A veces el lugar aparece solo, otras salimos a buscarlo”.

La clave para salir del bloqueo creativo fue “El acto de crear” un libro de Rick Rubin: hay que arrancar por cosas que te divirtieran, por las que te gustaría ver en este mudo. Y así fue: empezó a garabatear en la computadora. Evitó ponerse trabas. Había que buscar diversión y encontró creatividad. Primero dibujó una paloma y pensó: qué bueno sería que sean gigantes, en blanco y negro, para intervenir en el espacio público. Después unas polillas, un cardo. De a poco encontró lo que buscaba. Su arte. Su manera de decir, de hablar, de punzar, en el medio del espacio público.

Pil García esta rodeada de cuatro amigos. “Sin ellos yo no puedo hacer nada”, dice y pasa el pincel lleno de engrudo sobre la pared. Pablo Orellana, Romina Tealdi y Tamara Bohlmann a veces le ceban mates, otras le convidan una cerveza, sostienen las figuras gigantes con las que interviene paredes.

“Me gusta el yuyo, la plaga lo que está desplazado, lo que da asco, lo que se rechaza, pero que igual siempre esta presente”, carga de nuevo el pincel y coloca más engrudo sobre la pared, “el concepto tiene que ver con lo que está a mano, con lo que nos rodea, esto por ejemplo es un diente de león”, dice y señala las imágenes que en minutos va a pegar, “hay que poner el foco en lo chiquito, en lo invisible, y yo lo agrando para enaltecerlos”.

Pil García usa todos elementos a mano: papel A4, engrudo y el espacio público. Foto: Cecilia Maletti

La ciudad fue avanzando sobre la barda. Por eso, ubicó un cardo gigante a pocos metros de la rotonda de la ruta 7. Las palomas tienen mala prensa, se les dice las ratas de ciudad, por eso, puso unas gigantes sobre una calle de Neuquén. A pasos de un shopping ubicó a unas polillas, enceguecidas por la luz que de sus ventanas sale. “No necesitamos mirar mucho más allá de lo que nos da el mundo”, dice, “para encontrar belleza en la vida diaria”.

La tarde cae y hay menos luz, pero la garita se ve cada vez más iluminada. “Pueden ayudarme “, dice y ríe. Una de sus amigas pasa el mate, otra agarra un pincel y el otro registra todo en fotos. De a poco, el boceto que trajo desarmado, de a partes, enumerados, va quedando pegado en la pared. “¿Sabes?”, le dice a una de sus amigas, “acá me confundí”, revisa la foto del diseño original y levanta el pegamento de una parte del cabezal de un diente de león gigante y corrige, “listo ahora esta bien”.

Un vecino irrumpe: “¿Qué están haciendo?, se acerca, “¿es una consigna revolucionaria?”. “No”, contestan los amigos . “¿O sí?”, pregunta Pil. “Esta bárbaro”, contesta el vecino y se aleja, “muy bueno”.

Ahí están, tres dientes de león con hojas que le salen de los costados. Delineados primero con tiza y pegados después con engrudo. Ahí está la maleza se hizo gigante. Son solo imágenes pero parece que gritan. Ahí están, no necesitan demasiado, pero irrumpen y punzan a quiénes quieren ver.


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