Patagonia Run, un viaje de grandes emociones inspiradas en la montaña

La exaltación de los sentidos, la superación y las voluntades inquebrantables de más de 5.000 atletas para la competencia de trail y ultra trail más importante de Latinoamérica.

La oda de los aventureros y la apología del esfuerzo. La simbiosis perfecta entre superación, el desvelo y los límites de la voluntad. Todo ello dado dentro de un encantador entorno natural, siempre idílico para una postal aunque también inquietante si se trata de un desafío tierra adentro.


La Patagonia Run acude año a año al llamado de la montaña, y junto a él los hacen miles de feligreses que se congregan para una ceremonia única, diferente, que provoca e incita al reto y siempre pide más. Su alimento son las voluntades inquebrantables de los atletas que le dan forma a la competencia de ultra trail non stop más importante del hemisferio sur, y la devolución por parte de la organización es entregar una prueba impecable, sin fallas, donde el objetivo final siempre es el mismo: volver con más ganas al año siguiente.

Competidores de todas edades se animan a correr las 100 milllas, la prueba más extensa del PR. /(Foto/Andrés Maripe)


Cada mes de abril, San Martín de los Andes le abre sus brazos a un evento que ya lleva 14 años. La criatura va creciendo y la ciudad siente la prueba como propia: la vive, la protege, la cuida. También le da trabajo.

En el lapso de 5 días que dura toda la carrera, los cerca de 5.000 atletas afectados directamente a la competencia arrastran a otros 15.000 turistas entre familiares, acompañantes y asistentes. En una ciudad donde el 72% del empleo registrado está ligado al turismo, la hotelería, gastronomía y el consumo en los comercios de todos los rubros se ven beneficiados con la invasión que provoca la Patagonia Run. “Eso es dinero que entra directo al pueblo y va hacia todos los niveles. El impacto es muy grande”, afirma el director general de la prueba Mariano Álvarez.

Mariano Álvarez, director de la prueba. (Foto/Andrés Maripe)

Quizás sirva para confirmar los dichos de Álvarez, algunas de las experiencias que se vivieron en los stands de la Expo Ultra Trail, que se pudo disfrutar durante un par de jornadas en las instalaciones del Club Lácar. Uno de los expositores llegó a vender 100 pares de zapatillas en el primer día, cuando generalmente no suele comercializar más de diez, u otro que se quedó sin stock de camperas en 48 horas.

El centro de acreditaciones, el corazón de la prueba antes de encarar la montaña. (Foto/Andrés Maripe)

El año pasado la estadía durante la carrera, según los datos relevados por la Secretaría de Turismo de la ciudad, fue de 5 noches y “el promedio de gasto por persona fue de 221 dólares. Todo eso es generado por la carrera en sí, después están los 500 trabajadores de San Martín afectados directamente a la competencia. Patagonia Run genera trabajo para muchísima gente”, agrega el titular del área de Turismo, Alejandro Apaolaza.

Los números que arroja la prueba en todos los rubros siempre sorprenden. Para esta edición fueron en total 600 las personas afectadas a la organización, asistieron corredores de 36 países distintos, hubo competidores que estuvieron hasta 40 horas en la montaña disputando las distancias largas, y una mujer súper atleta se animó a correr cuatro de las siete pruebas que engloba el programa general de la prueba.

Para la primera edición, en el 2009, hubo 900 competidores; para este 2024 la cifra se quintuplicó, y al igual que el año pasado la competencia se dividió en: PR Vertical, una prueba corta, explosiva y en constante ascenso por la ladera de la montaña, llegando a tener en algunos puntos hasta 30° de pendiente. Esta distancia, al igual que los 10k y los 21k se largaron en el mismo día, el miércoles, en la base del Cerro Chapelco.

El explosivo PRVertical, es la primera prueba del extenso programa del evento. (Foto/Patagonia Run)

El jueves llegaría el turno de los 42k; el viernes a las 15 fue la hora señalada para las emblemáticas 100 millas (160 kilómetros) y a las 21 la largada nocturna para los 110 kilómetros en la Plaza de Armas del Regimiento de Montaña 4, donde por primera vez en la historia de la prueba algunos competidores pasarían dos noches entre los cerros.

Por caso, el último de los clasificados en esta distancia tardó 35 horas en llegar. Es decir, corrió toda la noche del viernes, vio el amanecer y el atardecer del sábado, y también el amanecer del domingo antes de cruzar el arco inflable de la llegada montado en el centro de la ciudad.

La espectacular largada nocturna de los 110 kilómetros. (Foto/Andrés Maripe)

La última carrera se largó el sábado por la mañana y fueron los 70 kilómetros. Esta prueba, junto a las 100 millas y los 110k, tienen ciertos requisitos en común. La linterna frontal es un elemento de seguridad crítico e indispensable para afrontar estas distancias, donde sí o sí se deberá correr de noche en algunos tramos y por reglamento cada competidor deberá llevar una puesta y otra de repuesto en su mochila.

Además deben contar con un silbato (para el caso de que hubiera una situación de extravío en la alta montaña), además de una manta de supervivencia, entre otros elementos de seguridad.


El gran objetivo es llegar



Para los que desconocen la dinámica de este tipo de competencias, las preguntas abundan aunque los competidores y también la organización tienen respuestas para todas. La prueba estrella del evento son las 100 millas, que forman parte de la Patagonia Run desde el 2018.

¿Cómo es que hace un atleta para correr 160 kilómetros por los cerros, soportando el frío, la nieve, vadeando arroyos, lagos y mallines? ¿Qué lo hace mantenerse en carrera por tantas horas?

La largada de las 100 millas, al pie del Cerro Chapelco. (Foto/Andrés Maripe)

“Más allá de una preparación física impecable y con una cuidada alimentación sostenida en el tiempo, el factor clave es la cabeza, que suele jugarte varias malas pasadas en todo el recorrido. Si uno logra dominar y disipar pensamientos negativos como preguntarte ‘¿qué estoy haciendo acá?’ cuando estás en la montaña, de noche y en el medio de la nada, crecen muchísimo las posibilidades de completar la prueba”, nos apunta Sofi Cantilo, la mujer que se animó a correr 4 pruebas (PRVertical, 21K, 42K y 110 millas) este año.

Otro testimonio. “En un momento, cerca de la meta, me vi corriendo sola. No tenía a nadie por detrás y tampoco veía a nadie adelante. Cuando me di cuenta fue un instante de duda, de angustia, pero ahí me enfoqué en llegar, estaba cerca por suerte…”, nos dice Camila al pie del Chapelco, que se vino desde Buenos Aires a correr los 42 kilómetros.

Otro símbolo de superación de esta competencia es Miguel Manríquez, un atleta con vidente que con la contención de “Puentes de Luz”, una asociación civil para personas con discapacidad, y el apoyo de la organización de la prueba, ha sido protagonista año a año de la competencia y como muchos no ha podido escapar al vicio Patagonia Run. Es decir, comenzar corriendo los 10 kilómetros, al año siguiente pasar a los 21k, luego a los 42 como antesala de los 70, hasta llegar a las distancias grandes.

El gran objetivo del 90% de los miles de atletas amateur que vienen a correr aquí es llegar y ser parte de una prueba única. Son relativamente pocos los que corren por el podio, una pequeña porción reservada para la elite donde se destaca sin dudas el neuquino Sergio Pereyra.


Nacido en Zapala y criado en Junín de los Andes, este ultra atleta venía de ganar el año pasado (ya lo había hecho en el 2021) y esta vez repitió la medalla de oro aunque nunca antes le había costado tanto. “No sé si voy a correr esta distancia el próximo año, ha sido mucho el esfuerzo…”, declaró Pereyra apenas finalizada la faena, que le demandó esta vez más de 20 horas.

Después de cruzar la meta junto a su hija y de recibir la ovación de la gente en la llegada, al igual que a su escolta el español Cristofer Clemente, el tricampeón pagó con varias horas de asistencia médica, las consecuencias del esfuerzo titánico de correr estas distancias.

Nacido en Zapala y criado en Junín de los Andes, al igual que el año pasado, Pereyra cruzó la meta junto a su hija en brazos. (Foto/Andrés Maripe).

“Siempre es difícil planificar en una carrera de 160 kilómetros. Yo tengo mi expectativa, pero hay que llevarla a la realidad. Te puede salir o no, es una distancia muy larga y hay muchos factores”, había reconocido Pereyra a Río Negro antes de la largada, que a diferencia de muchos se siente cómodo corriendo en la noche. Y para ello tiene una explicación. “Es mucho más llevadero porque no sabes dónde termina la montaña y donde comienza la otra. Sólo ves lo que refleja tu linterna y nada más. Es por eso, que al menos para mí, los kilómetros se pasan mucho más rápido de noche que de día…”.

Sergio Pereyra saluda en la largada al español Clemente, quien sería su escolta en las 100 millas. Entre ambos, el uruguayo Maxi Vázquez, que se llevó la medalla de bronce. (Foto/Andrés Maripe)

Mientras los atletas compiten de día y de noche en las diferentes distancias, una vez que se puso en marcha la primera prueba, comienza la extensa carrera de la organización a lo largo de los cinco días que dura el evento. En la vida interior del Patagonia Run todo fluye, cada cosa está en su lugar y ante cualquier inconveniente que se presenta, hay alguien que da soluciones.

No es común que haya tantas coincidencias entre los competidores sobre cómo se canaliza de la mejor manera la dinámica de una prueba tan compleja como esta, que tiene como escenario grandes superficies, largas distancias entre un punto y otro, y por sobre todo, que es capaz de velar por la seguridad y el bienestar de 5.000 atletas.

Una selfie al pie del cerro Chapelco, antes de afrontar los desafíos de la montaña. (Foto/Andrés Maripe)

El centro de prensa se mantiene activo en todo momento, con un streaming en vivo durante todo el día y que es seguido por todos los que de una manera u otra están ligados a la carrera, y con un sitio web donde las clasificaciones están actualizadas al instante. En la página se puede buscar, por número o por nombre, la performance del atleta en cuestión sobre cualquiera de las siete pruebas en competencia.

La carrera es seguida por los aficionados a través del streaming de la prueba, que está activo las 24 horas. (Foto/Andrés Maripe)

Los PAS, un oasis en el medio de la montaña



El seguimiento en las distancias largas se hace a través de los PAS (puestos de asistencia), que este año fueron 15. En cada uno de ellos estan muchas de las respuestas sobre los interrogatorios de cómo hace un atleta para estar corriendo tantas horas en la montaña.

Cada uno de los puestos de asistencia es referencia obligada para los competidores. No sólo porque representan llegadas parciales que hacen bien al alma, sino que además allí se hidratan con bebidas frías o calientes, se alimentan para recuperar fuerzas, cambian ropas y zapatillas, y por supuesto, también descansan antes de retomar los senderos.

Los corredores son esperados en los PAS para reponer energías. (Foto/Andrés Maripe)

En los PAS hay mesas con frutos secos, papas saladas, sacramentos con dulce de membrillo, frutas frescas cortadas en dados, bebidas isotónicas, pizzetas, empanadas, arroz y una sopa con caldo casero que es la favorita de todos, al menos en el PAS Colorado, uno de los principales que tiene la prueba.

“Este es uno de los más grandes porque por aquí pasan 3.000 corredores de ultra distancia (70k, 110k y 100m), de ida desde San Martín para la montaña y de vuelta a la ciudad”, nos cuenta Laura Domínguez, la jefa de PAS Colorado, que lleva este nombre por el cerro que está camino al paso fronterizo Hua Hum.

Laura Domínguez, jefa del PAS Colorado. (Foto/Andrés Maripe)

En este puesto, los corredores pueden dejar una de las tres bolsas que le servirá para renovar, principalmente la vestimenta. “En estas bolsas guardan zapatillas secas, remeras, medias, suplementos energéticos, sales… Todo lo que sea necesario para la asistencia al corredor”, nos agrega Laura, que cuando todo termine completará, al igual que sus colaboradores, 36 horas corridas asistiendo a los protagonistas.

La asistencia al corredor es vital antes de regresar a los senderos. (Foto/Andrés Maripe)

El ida y vuelta en el PAS Colorado puede llegar a confundir a los atletas, como fue el caso de Nelly, una mexicana que corrió los 70k, que equivocó el sendero y en vez de seguir camino a la montaña, volvía a San Martín.

La atleta mexicana, ahora sí por el camino correcto. (Foto/Andrés Maripe)

Todo esto y mucho encierra la Patagonia Run, que no es sólo el desafío que tienen por delante los competidores en cada largada. Se trata de algo más.
Se trata de los sueños, de cumplirlos, de ser libres…Estamos aquí para hacerlos realidad, nosotros pelearemos codo a codo con ustedes con la misión de ayudarlos a cumplir esos sueños. Estaremos siempre a su lado, y al final de la jornada nos encontraremos abajo del arco de llegada para darnos un gran abrazo y entregarles la medalla que lucirán con orgullo para siempre”, fue parte de la arenga del director de la prueba cuando se largaron las 100 millas.

Es el final y es tiempo de festejar por la tarea cumplida. (Foto/Andrés Maripe)

Para los que llegaron hasta acá a ser parte, lo único importante es haberlo dado todo. “Que sea trail”. La experiencia Patagonia Run sí que vale la pena.


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