Paro universitario: historias detrás de los reclamos
En medio de las medidas de fuerza, los docentes reclaman una pérdida del poder adquisitivo del 50% en lo que va del año. La oferta de incremento del gobierno es de un 3% para agosto y un 3% para septiembre.
Los docentes universitarios transitan la segunda jornada de paro en lo que va de la semana y organizan una Marcha Federal Universitaria. Durante la semana pasada, la medida de fuerza se extendió durante tres días. Reclaman una pérdida del poder adquisitivo del 50% en lo que va del año y rechazan la oferta del gobierno de un aumento del 3% para agosto y del 2% para septiembre. Insisten en un 40%. O bien acceder a los incrementos otorgados a los estatales.
Desde 2011, María Salazar dicta dos materias en la carrera de Educación Física del Centro Regional Universitario Bariloche (Crub). Por un lado, es encargada de cátedra en “Juego, recreación y vida en la naturaleza” y es ayudante en “Prácticas de la enseñanza”. Trabaja 30 horas semanales y de acuerdo a su último recibo de junio, percibió 723 mil pesos.
“Uno no quiere dar lástima: pero no nos quedamos sin trabajo y estamos changueando. Es el mismo trabajo que hacemos todos los años”, resaltó esta profesora de educación física, técnica en recreación y licenciada en Enseñanza de Ciencias del Ambiente.
Tiene 43 años y es madre de tres niños de 5, 9 y 11 años. “Venimos charlando con los compañeros y con los estudiantes sobre cómo nos afecta la situación en lo cotidiano. En los últimos meses modificamos mucho para llegar a fin de mes. Más allá de recortar actividades extras de los chicos, lo que más ajustamos es el tema alimenticio”, dijo.
Recalcó que tiempo atrás, realizaba compras en un supermercado mayorista que le duraban tres meses. “Hoy ya no puedo. Voy comprando lo que consumo mes a mes. En la verdulería, ya no compro variedad: solo compro papa, cebolla, zanahoria y lechuga. Está todo tan caro que terminás comiendo lo básico”, resumió.
Contó que vive en un barrio que no tiene conexión de gas. “Ese es el único gasto que no pudimos achicar porque necesitamos calefaccionar la casa. El metro de leña sale 50 mil pesos y nos dura 12, 15 días como mucho. Una garrafa que dura una semana sale 25 mil pesos. A eso sumale la luz. Solo en eso, se me va la mitad de sueldo”, dijo.
Comentó que la semana pasada, se enfermaron sus tres hijos. “Hubo un bono por las consultas, más los antibiótico, más el costo del hisopado. Ese número no estaba previsto. Dilaté una vez más el control anual ginecológico porque se que tengo que pagar la mamografía. Así vas viviendo”, advirtió.
Admitió que necesitaría otro trabajo aunque se vuelve algo imposible con las 30 horas semanales en la universidad y las tareas que demandan sus tres hijos. “Hay varios compañeros que están tomando otros trabajos. Por eso, estamos calculando y ajustando horarios de salidas o reuniones para que puedan agarrar esos trabajos”, señaló.
Aseguró que la crisis también se refleja en la cursada de los estudiantes: “En una materia hacemos salidas y campamentos que tienen un costo. En algún momento, la universidad se hacía cargo del costo, pero ahora ya no tenemos esa posibilidad. Tuvimos que cambiar el cronograma. Hay otro tema del seguro universitario: antes se pagaba un seguro anual y podías hacer actividades todos los meses, ahora se redujo la cantidad de meses a octubre y noviembre. Si llueve, los chicos pueden perder la materia”.
10 horas semanales por 168 mil pesos
“La situación salarial conlleva a una baja de la calidad. Esto irá vaciando la universidad. No es que ponen un candado, pero hay muchos profesores que se están yendo u optan por otros cargos. Hacen docencia en la provincia porque es abismal la diferencia salarial”. Karina Menchini es profesora de educación física y tiene cuatro trabajos para poder llegar a fin de mes.
Dicta clases de gimnasia en un jardín, es profesora de natación, es niñera y es ayudante en dos materias cuatrimestrales en la carrera de Educación Física del Crub. Celebra que, al menos, los trabajos están interrelacionados. El escaso tiempo que le queda libre está destinado a corregir trabajos y planificar las actividades.
Arrancó en 2022 con algunas suplencias en la Unco y a fines del año pasado quedó como profesora interina. Por las 10 horas semanales, cobra 168 mil pesos. “El problema es que no tengo antigüedad y soy ayudante docente que es como el primer escalafón”, sintetizó.
Advirtió que está en pareja y eso facilita las cosas. “Si tuviera que vivir sola sería más complicado todo. Por lo menos, los gastos de vivienda son compartidos. Y no tengo hijos porque en ese caso, no podría trabajar las horas que hoy trabajo. Me paso el día trabajando”, señaló esta mujer de 29 años.
Respecto a la propuesta salarial del gobierno, objetó que “no hay escucha de lo que pasa en las universidades. No tengo dudas de que todo es intencional. Desde el gobierno están diciendo que quieren vaciar el estado y que desde las universidades adoctrinamos. Desde Capital Humano omiten información: sacaron un comunicado sobre un aumento pero que está destinado a los gastos. Lo que corresponde al salario docente no hubo aumento”.
Changuitas para subsistir
Patricia “Pulmy” Mendoza es licenciada en Trabajo Social, tiene 52 años y advierte que muchos docentes se ven obligados a pedir licencias para probar con otros trabajos. De hecho, este cuatrimestre, inició el dictado de una materia para que la que no cuenta con compañera de equipo. Sucede que esta psicóloga se fue a probar suerte a España.
Mendoza trabaja en la carrera de Enfermería de la Universidad Nacional del Comahue desde 2012, donde dicta las materias “Aspectos antropológicos del cuidado”, “Salud intercultural”, “Psicología social y de las organizaciones” y es integrante del equipo de “Cuidados enfermeros en salud psicosocial”. También integra el área de ingreso y permanencia de la universidad que brinda los talleres para el último año del secundario a fin de fortalecer el “ingreso universitario”.
Este cuatrimestre trabajará alrededor de 40 horas semanales. “Venía con un promedio de 30 horas y según mis cálculos, sacaba un millón de pesos. Ahora con las 40 horas, estimo que estaré en 1,2 millón. Con 20 años de antigüedad docente”, subrayó.
Detacó que es monotributista para poder hacer “algunas changuitas”, trabajos puntuales como tutorías virtuales para diplomaturas de otras universidades. “Por una cuestión de tiempo, no puedo tomar muchas otras cosas. Por eso, uso los mismos temas que estoy trabajando. Quizás te piden una charla para algún instituto. La virtualidad ayuda”, acotó.
Patricia tiene una hija que termina quinto año del secundario. La muchacha está interesada en la carrera de Gestión Cultural que se dicta en Avellaneda, provincia de Buenos Aires. “Todo esto me lleva a repensar muchas cosas. Si se va, tendré que alquilar mi casa y alquilar algo más chiquito”, acotó.
Dijo que la crisis en el ámbito universitario se traslada al recorte en la presentación de nuevos proyectos de investigación y extensión.
“Hoy no es atractivo presentarse a un concurso docente. A muchos docentes les conviene trabajar en el secundario. Y el que está en condiciones de jubilarse, lo hace ya. Antes los docentes se quedaban más tiempo. Respecto a la carrera de Enfermería, conviene ir a trabajar a una clínica o al hospital que tomar 10 horas en la universidad. Un docente con 10 horas no llega a ganar 200 mil pesos”, planteó.
Campaña polémica
La Universidad de Buenos Aires (UBA) lanzó una campaña a través de las redes para reclamar por los salarios de los trabajadores. A través de dos videos, retrata la necesidad de muchos docentes de buscar alternativas laborales ya sea como mozos en un bar o remiseros.
«Exigimos una recomposición salarial justa para nuestros/as profesores/as y para todo el personal nodocente. Salarios dignos para quienes tienen la misión de garantizar una formación de excelencia para nuestros/as estudiantes» se lee al final de la pieza audiovisual.
La campaña generó un fuerte impacto. Si bien instaló el reclamo docente, también generó polémica porque el mensaje fue definido como discriminador en relación a los trabajadores de esos rubros.
Al ser consultada, Mendoza consideró: “Me pareció interesante en tanto logra instalar la problemática docente trabajando de otras cuestiones. Es real. Pero soy cuidadosa y respeto todos los trabajos. Todos tenemos distintas trayectorias”.
Comentarios