Músico desde la cuna: Rafael, el «nene» que creció con las orquestas municipales de Roca
Rafael Orozco hoy tiene 19 años y una trayectoria musical inigualable. Toca en los conjuntos infanto juveniles desde los ocho años. Es percusionista y también atleta.
Aquel pequeño alumno, ahora ya es un maestro: un ejemplo a seguir para las nuevas generaciones de niños que ingresan a la Orquesta Infanto Juvenil Municipal de Roca. Los ojos de sus profesores se iluminan de orgullo al repasar lo transitado durante años: es que vivir la infancia y la adolescencia aferrado a la música no da lo mismo.
Rafael Orozco tiene 19 años y vive en el barrio Stefenelli. Cuando tenía ocho años, en 2012, ingresó a la orquesta infantil del Municipio de Roca. Pasaron más de diez años y aún sigue en el plantel, mientras cursa el último año de secundaria en una escuela nocturna.
Pasó más de la mitad de su vida aprendiendo música de la mano del conjunto sinfónico estatal que es escuela para cientos de niños de la ciudad. Antes de ingresar no sabía nada, solo tenía la certeza de que le gustaba la música y de que estaba rodeado de artistas desde la cuna.
En su familia, la mayoría son músicos. Su mamá, su hermana y tíos; tocan la guitarra. Su abuela dio clases de piano y uno de sus primos hace carrera musical en Suecia como guitarrista de jazz.
«Yo siempre andaba golpeando las cosas, haciendo ruido”, recordó. Ese mismo año le habían regalado un bombo su primer instrumento. «Empecé desde muy chiquito con una camada de primos”, recordó. Los primeros ingresaron cuando se fundó la orquesta escuela en 2006 y a medida que iban cumpliendo la edad, se alistaban.
Todavía se acuerda cómo fue su ingreso a lo que hoy sigue siendo el pilar de su vida. “Fuimos al acto de promesa a la bandera de mi hermana en el polideportivo. Ahí tocaban. Mi papá conocía al director y como ya sabía que desde chiquito me gustaba la de la música, le preguntó si podía empezar”, recordó. En aquel entonces Rafael estaba cerca de la edad límite para ser admitido, le faltaban unos meses para cumplir ocho.
No le pregunten porqué ni cómo, pero en un abrir y cerrar de ojos estaba ahí: en lo que solía ser la pre orquesta, a la que iban los más pequeños en iniciación.
“Lo primero que hice de música fue la orquesta. Me enseñaron un ritmo y enseguida me mandaron a tocar. Yo no me acordaba ni cómo se llamaba ni cómo era el ritmo”, contó a Diario RIO NEGRO con su ashiko en mano, un pequeño tambor hecho por él en un taller de Confección de Instrumentos de Cuero del Instituto Municipal de Bellas Artes (IMBA).
Sus primos lo ayudaron en los primeros pasos hasta que por fin pasó a la “orquesta grande”, como le dice él, ya con una formación donde continúa hasta la actualidad. Durante casi once años asistió a clases de instrumentos, audio y percepción, ensayos semanales y a las presentaciones.
Aprendió a leer partituras, a tocar instrumentos, afinarlos, amaestrar sus oídos. De percusión, tocó todos los que tuvo a su alcance, más de una veintena: bongo, congas, djembé, cajón, bombo, tambores, timbales, xilofón, batería. Durante mucho tiempo fueron varios de su familia quienes habitaron el espacio.
La pandemia hizo estragos y se redujo un montón el plantel orquestal. Eso llevó a que hoy solo quede una, la infanto juvenil municipal.
“La mayoría de los chicos deja a los 18 o 19 años porque se van por otros caminos. Muchos van al IUPA, pero no dejan de ir a dar una mano», contó Rafael y dijo entre risas: “En la orquesta voy a estar hasta que me echen o hasta que no pueda más”.
En 2021, inició un trayecto preuniversitario en el Instituto Universitario Patagónico de las Artes (IUPA) pero al ser virtual y por falta de tiempo, no pudo continuar.
Su profesor Jerónimo Molina, también docente en IUPA e integrante de diversos conjuntos de la región, para Rafael es un eslabón fundamental, una mano amiga. “Jero fue muy importante para que yo siga en la orquesta. Siempre está ahí, incentivándonos para que no dejemos de ir. Él siempre nos motiva”, contó.
Son tres los integrantes jóvenes que permanecen hace varios años. «El profe también nos ayudó en muchas cosas, un poco fuera de lo que es la orquesta”, valoró.
La música y el deporte como estilo de vida
“Para mí la música es como liberarme, pensar en otras cosas. Escapar de la vida cotidiana, los problemas que uno tiene. Tenes un mal día y te ponés los auriculares con la música que le gusta y te relaja”, aseguró el joven roquense.
Pero Rafa no solo desarrolla su mente y creatividad con la música sino también su cuerpo y físico con el deporte. Practica atletismo desde 2022 en la pista municipal, con entrenamientos que sostiene rigurosamente tres veces por semana y que le conllevan disciplina.
«La música tiene un lugar fijo en mi vida, siempre estuvo y siempre va a estar para mí”.
Rafael Orozco, músico de la Orquesta Infanto Juvenil de Roca.
“El año que viene me gustaría poder seguir una carrera con la música porque es algo que estuvo siempre”, aseguró, aunque su meta es la carrera de Producción Musical, que desafortunadamente no está en Roca. Ahora está aprendiendo a tocar la guitarra y sueña con poder con el violín y el violonchelo.
Para cerrar, Rafael habló de la importancia de sumarse a estos espacios e incentivó a otros niños y adolescentes a que se sumen. “Te deja mucho”, señaló.
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