Miguel le hace frente a las heladas en Roca: podador, acróbata del frío y de las chacras
“Combatimos la temperatura con lo que tenemos”; dijo uno de los tantos peones rurales que llegó al Alto Valle desde Tucumán, de muy joven. Con sus manos escarchadas del frío y curtidas por todos los climas y estaciones, contó su historia.
“En la poda, llegamos a los 8 o 9 grados bajo cero”, contó Miguel Palacios. Solos el clima y él. Su cuerpo como escudo y nada más, en la inmensidad, con la compañía del cielo, las plantas de pera desnudas y un colchón de hojas secas entre los cuadros de la chacra.
Las heladas mandan esta temporada entre Roca y Allen, en un otoño que parece invierno. Al amanecer, emprende viaje a la chacra a las 8:30, pero aguarda los primeros rayos de sol potentes para que la escarcha baje y se pueda trabajar. Después de las 11, el ambiente se siente cálido y las herramientas ya se pueden manipular.
“Para empezar en la mañana, tenés que esperar que se descongele un poco porque se te quiebra la tijera en la parte del puente. El que puede comprarse ropa térmica, la usa, pero el que no, combatimos el frío con lo que tenemos”, contó en plena tarea cultural con una jornada que termina a las 17:30.
Hace 30 años empezó a trabajar en la chacra, cuando tenía 15. Con una mochila y lo puesto, Miguel era un adolescente cuando llegó al Alto Valle en 1995 desde Río Seco, un pueblo de Tucumán. Si bien fue contratado ilegalmente por ser menor de edad; como muchos, se aventuró por necesidad, persiguiendo un futuro, una fuente de trabajo. Así conoció su oficio más querido. “Soy peón rural”, cuenta hoy con orgullo.
El trabajo es sacrificado siempre: en tiempo de poda, raleo, de cosecha. Todos los días del almanaque sin feriados, de lunes a sábados es duro salir a ponerle el cuerpo al frío, el viento, la lluvia, el fulminante sol de verano. La intemperie es impredecible y su única protección es la fuerza de voluntad.
“Calentás el cuerpo y ya después, por más frío que haga, el cuerpo se adapta”, dijo. “Hay que tener mucho cuidado con la escalera por el viento, más que nada”, agregó. Pero el frío no es lo peor. Durante la cosecha, es la temporada de calor. “El calor te agobia, te mata. Y más con el peso del recolector, si es pera. La pera es mucho más pesada que la manzana”, admitió el hombre de 46 años.
“No soy ingeniero, ni recorredor, pero…. casi”, dijo entre risas. En su caso, él empezó juntando la fruta del suelo, así progresó hasta la escalera. Hizo la parte de riego y sabe lo que cuesta ganarse algunos pesos con mucho trabajo, con jornales que nunca alcanzan.
De sus comienzos, recordó que en aquella época no había tantos problemas para entrar a trabajar en la chacra. “Tenías que tener ganas”, recordó si bien aclaró que por ser menor de edad, hoy no lo hubieran tomado. Sin embargo, cuestionó: “Muchos pibes viven en la calle, roban, se drogan, porque no tienen la oportunidad de ejercer su trabajo”. Hoy es una especie de maestro para los rurales más jóvenes que recién empiezan.
“Yo siempre trabajé en la chacra, pero me fui porque podía entrar a OCA haciendo repartos de carteros e iba a tener mejor sueldo”, contó. Así pasó ocho años en otro rubro, pero volvió, siempre se vuelve a lo amado. Miguel estuvo doce años en la comisión directiva de Uatre en Roca.
Muy pocas veces regresó a sus pagos. Lo hacía en invierno, fuera de temporada, hasta que empezó a conseguir trabajo en invierno y se radicó definitivamente en el valle. “Está inmenso mi pueblo. Crece, todo crece, Hasta yo crezco, también. Menos de altura”, bromeó el hombre.
Un acróbata en altura
Miguel aprovecha su estatura y contextura delgada para subir rapidísimo y ligero las escaleras, parece un acróbata a seis metros de altura, parado en un pie para llegar más lejos y alcanzar la ramita más recóndita. Usa un extremo de la escalera como si fuera su propio pie para deslizarse sin bajar.
Cuando empezó a podar, le fue bien. Aprendió. Luego apareció el raleo y volvió a la cosecha. Así empezó a pasar todo el año en Río Negro. Formó una familia.
“A los rurales que ya estamos en el ambiente, nos gusta la chacra. Lástima que se están perdiendo muchas, se están volviendo loteos privados”.
Miguel Palacios, obrero rural en la poda, Roca.
La tranquilidad y el pasar tiempo con los “compañeros” devenidos amigos, como una familia en el día a día; es lo que Miguel más disfruta.
Comentarios