«Mientras exista un niño, el circo no morirá»: ser artista circense en el 2024

Tres historias, una familia, un amor y un sueño. Un mismo fin: hacer sonreir un alma. Conocé a Melina, Neto, Serena y Nacho, cuatro artistas circenses que viven de manera nómade y visitaron Cipolletti con el Cirque XXI.

Sentados en los escalones del escenario del Cirque XXI frente a las butacas vacías previo al show de esta noche en Cipolletti, Melina, Nacho y Neto hablaron con Diario RÍO NEGRO para comentar su experiencia como artistas circenses. Cada uno con su historias particular: una es quinta de generación de artistas de circo, otro siempre soñó con ser parte de un espectáculo así, el tercero con una gran afición por la acrobacia área que lo emigrar.

Una semana atras, comenzó a escucharse en las calles de Cipolletti por los altavoces de una camioneta la icónica frase «llegó el circo a la ciudad y busca ayudantes para montar su carpa». En menos de dos días, la inmensa estructura que recubre el show del Cirque XXI estaba lista para el estreno. Alrededor de la carpa, se ven los trailers en donde los artistas viven los 365 días del año.

Dos horas antes del show, el equipo de Diario RÍO NEGRO entró a la carpa para dialogar con los artistas circenses y el productor del evento. Allí, comentaron las peripecias, altibajos y emociones que se viven al llegar a una nueva ciudad, montar las carpas, vivir de manera nómade y mucho más.

El primero en hablar fue Gabriel Credidio, productor comercial del circo, quién llegó hace más de 15 años y hoy viaja junto a su familia en Cirque XXI. «Yo hice de todo acá, fui payaso, malabarista, productor, chofer, capataz. Hoy me dedico a comerciales y trámites. Tengo mis hijas criadas en el circo y es una vida que no cambiaría. Si tuviera que hacerlo, volvería a la verdulería que pusimos durante la pandemia, el único momento en el que la carpa frenó», dijo.

El Cirque XXI tiene una particularidad, es el «primer espectáculo con un escenario 360° donde la tribuna puede ver todo el show sin interrupciones, desde la entrada más accesible hasta la más costosa. El escenario gira, hay trampas, dos coretos, todo para que los más de 20 artistas se luzcan en sus actos. Hay acróbatas, malabaristas, magia, comedia, es un show espectacular para toda la familia», explicó Gabriel Credidio, productor del circo.

Además, explicó que la vida del circo no para, salvo una semana durante el verano. «Vamos recorriendo las ciudades, conociendo los diversos públicos. A Cipolletti nunca habíamos venido y la verdad el recibimiento fue hermoso, vienen familias completas, abuelas con nietos, tíos con sobrinos, grupos de amigos. Y no hemos visto que merme la cantidad de espectadores que tenemos, con o sin promociones la gente viene a disfrutar del show».

Sobre las funciones aclaró que las únicas confirmadas hasta el momento son jueves y viernes a las 21, así como también sábado y domingo a las 18 y a las 19. «Podríamos quedarnos un par de semanitas más pero no está confirmado», dijo Gabriel.

Luego de la breve charla, el productor abandonó la entrevista para darle espacio a los artistas quienes relataron su experiencia como circenses. Allí, Melina, Nacho y Neto, sentados en los escalones del escenario de Cirque XXI, contaron cómo fue su llegada al circo. Cada uno con su historia particular: una con genes circenses, otro con el sueño de ser parte de un espectáculo así y el tercero con un gran fanatismo por las acrobacias aéreas que lo llevaron a emigrar de su país.

«Para mi es normal la vida del circo, no lo cambiaría», dijo Melina Videla, quinta generación de artistas circenses


Melina Videla tiene 26 años y forma parte del staff de Cirque XXI desde chica. La primera vez que pisó el escenario fue con tan solo seis años y un acto de contorsionismo, «empecé jugando con mi hermana. La via a ella «, explicó. Hoy es la coreógrafa del equipo, tiene un acto de Hula Hula y otro de quickchange junto a su pareja.

«Para mi la vida del circo es normal, levantarme todos los días y ver la carpa, estar tres semanas en cada lugar es mi realidad. Distinto sería si viviera fija en lugar, creo que no podría, ver siempre el mismo paisaje por la ventana, o conocer la misma gente», remarcó Melina.

Sobre su familia circense, la joven explicó que era su padre quien era parte del circo. «Mi mamá empezó como patinadora de hielo en Uruguay. Ahí lo conoció a mi papá y hoy tienen a su familia en el circo. Acá todos hacemos de todo, mi papá inició como payaso, pero fue acróbata, saltarín, representante, siempre hay que saber hacer de todo».

A lo que agregó «mi hijo ya pisó el escenario. Me encanta la vida que tenemos y lo que aporta social y culturalmente, me gustaría que el siga esta vida. Es muy nutritivo. Toda mi familia está sobre el escenario, mi pareja, mi hermano, mi cuñada».

Sobre la educación, Melina explicó que existe una Ley Nacional que avala a las familias nómades que permite la incorporación de los infantes, niños y adolescentes a las escuelas del lugar en el que se encuentre.

«Se llama Ley Golondrina, y lo que plantea es que las escuelas te acepten en el curso que te corresponde durante el periodo de tiempo que estes en esa ciudad. Yo hice jardín, primaria y secundaria estando tres semanas en cada lugar. Obvio hay que presentar los papeles correspondientes», manifestó.

«Vengo de familia de artistas folclóricos, pero quería estar en el circo», comentó Nacho que hoy se sube al monociclo junto a su pareja


Nacho tiene un acto con monociclos en el Cirque XXI, él y su pareja Serena desafían los obstáculos del equilibro sobre una rueda. La primera vez que pisó un escenario tenía solo cuatro años, y fue para bailar folclore junto a sus padres, a los seis ya se había anotado a la escuela de circo.

«Desde que tengo uso de razón quería estar en este escenario. Ahora monociclos pero hice de todo: acrobacias, palo chino, malabares. Por la escuela, mis padres me dejaban ir solo a las temporadas, dos semanas en invierno y cuatro en verano. Ahora que vivo puramente en el circo hace tres años, es un ámbito muy familiar. Yo viviendo fuera del circo quería vivir acá», explicó Nacho.

A lo que agregó, «amo el circo, quiero tener generaciones de hijos en el circo. Conocí hace un año y medio a mi pareja Serene, ella no tenía nada que ver con el circo y hoy vive con nosotros. Tenemos un acto de monociclos juntos. La vida del circo es hermosa, conoces mucha gente, haces amigos, te vas encontrando con gente buena. Uno tiene que ser una buena persona, además de buen artista».

Nacho y Serena, en su acto de monociclos. Foto: Cecilia Maletti.

Neto, el sueño de ser acrobata aereo y su llegada de Venezuela a Argentina


Con el característico acento venezolano, Neto relató a Diario RÍO NEGRO su llega al mundo circense. Del fuego a las telas, y de las telas a «Corneto», el payaso que encarna para hacer reír a los más pequeños.

«Empecé con unos amigos que hacían malabares con fuego, una vez que me aburrió eso me fuí a las telas por un video del Cirque Du Solei. En una práctica de telas, me caí y perdí la memoria, yo nunca me imaginé ser artista de circo, pero durante ese periodo le decía a mi mamá que me dejara irme a hacer mi show al circo», relató Neto.

Fue después de eso que empezó su vida en el circo, primero con un número de payaso en telas y luego finalmente con su personaje de Corneto. «A mi me gusta mucho hacer telas, pero también me gusta ser payaso. En 2018, estaba de gira en Colombia y fue en ese momento que me llamaron para venir a Argentina. Hice telas, aquadance, acrobacias y payaso», explicó.

Sumado a esto dijo, «el payaso ayuda a que las personas se olviden de sus problemas, si no hacemos reír estamos en problemas. Pero es escapar un ratito de la realidad, de los dramas políticos, sociales, tanto del público como del personaje. Uno cuando pisa el escenario tiene que dejar atras sus problemas».

Corneto y Pochoclito durante la función del Cirque XXI. Foto: Cecilia Maletti

«A la 1, a las 2 y a las tres, había una vez, un circo que alegraba siempre el corazón», llegó la hora de la función

Una hora antes del show, comienzan las idas y venidas en el exterior de la carpa. Las puertas de los trailers en los que viven los artistas empiezan a abrirse y los brillos de los vestuarios hacen su estelar ingreso. Bailarines, acróbatas, payasos y el staff recorren el lugar ultimando detalles.

En el camarín, Neto y Nacho se maquillan para sus actos, uno con la base blanca ya lista para diseñar a su personaje Corneto, el otro delineando sus rasgos listo para subirse al monociclo. Mientras tanto, en el camarín contiguo, Serene y las demás bailarinas preparan sus vestuarios, también está el hijo de Melina jugando con sus pulseras.

Del otro lado, las familias comienzan a ingresar al interior de la carpa donde las luces rojas y azules les dan la bienvenida. Risas, colores, niños danzando, y alegría representan el ambiente que se vive minutos antes de que inicie la función.

A las 21, se escucha por el altoparlante el anuncio, «prepárense para disfrutar del Cirque XXI 360». Las luces se apagan y hace su ingreso estelar Corneto. El show empieza al coro de un sin fin de niños y adultos alentando a los artistas.

Malabares, acrobacias aéreas, actos de comedia, equilibramos y mucho más se desarrollan durante la hora cuarenta que dura el espectáculo. Allí, vemos Corneto sonreir por la carcajada de un niño, a Nacho y Serene danzando en monociclos con miradas cómplices y a Melina disfrutando de compartir el escenario con su marido.

La función finaliza con una frase que genera emotividad en quienes la escuchamos, «mientras exista un niño, el circo no morirá».


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