Lucía, la escritora que lucha y sueña con publicar su primer libro

Tiene 29 años y padece una parálisis cerebral. Con el tiempo ha logrado superar varios obstáculos junto a su familia. Le apasionan los libros, es una gran lectora y sueña con terminar sus estudios para ser bibliotecaria.

Lucía y su abuela Chola comparten los libros en casa. Foto: Juan Thomes.

Lucía tiene un sueño. Y como ya ha superado tantos retos en su vida, cree que en algún momento lo logrará y espera con ansias ese instante, cuando pueda poner entre sus manos un libro con su nombre, sus poemas y relatos.

Lucía Coronel tiene 29 años y como ella se define, es escritora. Desde los 15 años que sintió que esa musa inspiradora daba vueltas y decidió poner palabra sobre palabra.

Sueña con ser bibliotecaria por lo que no pierde la esperanza de lograrlo porque es una aficionada a los libros y asegura que puede estar horas y horas leyendo y dejando que su imaginación recorra otros mundos, otras historias y otras geografías.

El encuentro

La fría mañana de invierno encontró a la abuela “Chola” abriendo el portón de la casa donde vive Lucía, en Roca.

La bienvenida es grata y encontramos a nuestra entrevistada sentada en un amplio comedor y junto a una mesa. Y una luz del pálido sol alumbrando sobre sus espaldas.

A pesar de las dificultades para comunicarse, se las ingenia para comentar de manera lenta y sin apuro cuáles son sus objetivos como escritora aunque reconoce que todavía resta mucho por aprender. Y así, contó parte de su historia que fue acompañada por un escrito.

Me diagnosticaron parálisis cerebral debido a una asfixia durante mi nacimiento: mi madre ya estaba para dar a luz, pero los médicos demoraron el parto seis horas, y a partir de ahí, todo fue muy complicado para ambas. Pero, pusimos todo de nosotras” contó.

Y el relato continuó como si fuera un cuento: “madre e hija fueron hacia delante, y, como ‘soles’ luchando contra una gran tormenta que las apagaba, lograron enfrentarla y empezar a brillar poco a poco”.

Con sus padres y la familia afrontaron todo. Las visitas a los médicos especialistas y las terapias que pasaron a ser parte de su mundo cotidiano. Logró caminar, primero con la asistencia del andador, luego de manera independiente.

“Más tarde, conseguí mi habla, también con dificultad para los que recién me conocen, resulta confusa”, aclaró, aunque en el contacto directo trata siempre de buscar una pausa para lograr la comprensión.

La abuela Chola (Julia Josefina García) ayuda en medio de la charla y oficia como “traductora” cuando la comunicación se complica un poco aunque todo fluye casi de manera natural.

«La noche me invitó»

«La noche me llamó tocó mi ventana, la encontró abierta: entró y avanzó Silenciosa y cautelosa, la noche llegó a mi cama y me despertó: me despertó con una suave caricia en la mejilla, suave, como la seda de un pañuelo, suave como la pluma de algún ave en pleno vuelo.

Lucía Coronel.

La ayuda

En su escuela primaria N°133 tuvo a una maestra integradora que la ayudó y la “alfabetizó”, recuerda con orgullo.

Silvinia Espeche fue su docente de primer grado que un día le propuso usar una computadora como medio de escritura. Y allí se abrió otro mundo. “Realicé una escolarización completa, gracias a que mi maestra integradora me alfabetizó y mi seño de 1° grado me propuso usar la compu como medio de escritura: herramienta que, hoy es mi mano derecha”, expresó con orugllo.

Lucía aseguró que ese fue un momento que le ayudó a buscar la independencia a través de la escritura y para observar otros mundos y realidades. “Me acompañó muchísimo de una forma única, muy especial… Con decir que no solo fue mí maestra de primer grado, sino de segundo, sexto y séptimo.. y en los años restantes, me asistía cuando pasaba algo con mí computadora”, relató Lucía al contar el proceso de esos primeros años.

“Ella dice que fueron mis ganas de avanzar las que la movían a ella a seguir adelante, buscando el mejor camino. Estuvo y sigue estando presente en mi vida”, confió.

Lucia desafío todos los pronósticos y no sólo se animó a realizar equitación sino también a caminar y a participar de eventos deportivos para personas con capacidades diferentes. Así recorrió los 1,5 y 2 kilómetros en Villa Regina y Neuquén.

A pesar de sus problemas físicos con los que tiene que lidiar todos los días, se las ingenia para comunicarse y dedicarle un tiempo a la escritura. “A veces cuesta”, aseguró la abuela Chola, su fiel compañera.

Con el paso del tiempo y ya dedicada de lleno al arte, también realizó talleres inclusivos de teatro y pintura. “Espacio donde puedo expresarme libremente a a través del arte: somos como una gran familia de artistas” reconoció. En la actualidad también forma parte del taller cultural inclusivo Izamal donde se realizan actividades que van desde las artes plásticas, la danza, la música y el movimiento corporal. Allí, adolescentes, jóvenes y adultos comparten su actividad y también sus logros.


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