Los Pumas de los Andes: la historia del equipo de fútbol inclusivo de San Martín con más de 15 años
El equipo lo fundó Ernesto Coliluan, quien fue distinguido como Vecino Destacado de San Martín de los Andes.
Hace casi 20 años, Ernesto Coliluan, un empleado municipal de San Martin de los Andes, decidió emprender un proyecto que cambiaría su vida y la de los demás. Formó un equipo de futbol inclusivo, Los Pumas de los Andes, y logró crear un espacio de encuentro y contención para niños, jóvenes y adultos con discapacidad, que hoy compite en distintos puntos del país. «Lo hacemos todo a pulmón y porque nos gusta«, expresó el hombre que fue declarado vecino destacado en la localidad.
«Cuando empezamos, me pregunté en qué me metí», declaró a Diario RÍO NEGRO. «Después, cuando vi que las cosas no eran tan difíciles, que era cuestión de querer, logramos conformar Los Pumas de los Andes», dijo orgulloso.
Todo comenzó a partir de un familiar suyo. «Tengo un cuñado que tiene discapacidad física y que iba a entrenar con algunos de los chicos en un baldío con otras personas. Vi el trato que tenían y me di cuenta que yo había sido educado de otra manera, y no quería eso para ellos», relató.
Ernesto quiso «dar una mano lo más que podía y los llamó a una reunión. «Les comenté que la idea era armar un equipo de futbol para poder salir de San Martín y ganarse un lugar. Y se lo ganaron».
Hoy Los Pumas de Los Andes tiene 17 años. Algunos se fueron, pero otros siguen formando parte del equipo que se fundó sobre las bases del compañerismo, la solidaridad y la inclusión.
El grupo les ha dado a los chicos la posibilidad de superarse y afrontar desafíos, individuales y colectivos. «La idea era que los chicos tuvieran un lugar y fueran reconocidos porque veía que se les cerraban muchas puertas, en el nivel laboral, en el nivel deportivo», señaló Ernesto.
Comenzaron a entrenar y actualmente lo hacen los fines de semana. «Tengo a chicos que gracias a Dios durante la semana trabajan, otros que están estudiando y en realidad es lo que yo más le remarco. Que puedan lograr objetivos«, contó el entrenador.
Algunos trabajan, otros estudian y algunos están por terminar la secundaria, pero todos tienen la suerte de reunirse una vez a la semana y hacer lo que les gusta, que los ha llevado a conseguir grandes logros. Así fue que los chicos fueron recientemente declarados embajadores deportivos de la localidad.
El equipo de Los Pumas de los Andes va más allá del deporte. «La idea es que sea como una familia, donde todos son tratados por igual«, afirmó el entrenador. Algunos son veteranos, como Víctor Villalobos, quien además se insertó en el mundo laboral gracias a Ernesto y hoy trabaja en el área de espacios verdes de la municipalidad.
«Víctor es como el líder del grupo. A él le pido que trabaje con los chicos más jóvenes y que me ayude con las cosas», cuenta Ernesto.
Son 10 jugadores los que integran el equipo. La mayoría tienen retraso madurativo y algunos, discapacidad motriz. Los integrantes son: Matheo Pezo, Damián Mansilla, Maximiliano Aqueveque, Eluney Flores, Cesar Valderrama, Arnoldo Castillo y Miguel Sepúlveda.
También forman parte del equipo Dilan Fuentes y Mayra Castro Flores. Son dos jóvenes que no tienen ninguna discapacidad, pero que de todas maneras forman parte de esta gran familia.
«Lo empecé a hacer inclusivo porque veía que en la escuela los chicos sufrían bullying. Quería que los demás comenzaran a entender lo que significa vivir con una discapacidad, que tiene las mismas ganas que ellos de hacer, de jugar, de reírse, de ser alguien», expresó el entrenador.
En Los Pumas de los Andes todo es «a pulmón»
El equipo no cuenta con personería jurídica y funciona «a pulmón», como dice Ernesto. Sin un espacio propio para entrenar, el entrenador contó que cada semana debe «golpear puertas» en los gimnasios municipales para encontrar un lugar.
«Los lunes empiezo a preguntar si tienen un lugarcito, a veces nos dicen que sí y a veces no», comentó. Aun así, el equipo se reúne todos los sábados para practicar. Dijo: «a veces hago participar a los padres en los partidos para que se sientan protegidos por su propia familia».
Esto no ha impedido que el grupo crezca y se fortalezca. «Hemos viajado bastante, gracias a Dios. El último viaje fue a Mendoza, donde los chicos salieron campeones», contó.
Ahora se preparan para un encuentro en El Bolsón a fin de mes. Sin embargo, el profe lamentó que el destino de Puerto Madryn sea una deuda pendiente. «Teníamos un partido, pero no vamos a poder ir porque no tenemos los fondos«, contó.
Ernesto detalló que el alojamiento y la comida ya está cubierto, pero que le falta el transporte. «Hablé con la gente de la provincia, envié notas, pero me dijeron que no iba a ser posible«, agrega. «Yo nunca tiro la toalla y siempre hay gente que se solidariza y nos da una mano«, confió.
Un proyecto de vida y amor por el deporte inclusivo
A Ernesto entrenar a Los Pumas de los Andes no le da ninguna ganancia económica, lo hace «de corazón. «Yo no gano nada, simplemente me llevo la alegría de verlos felices«, aseguró.
La solidaridad nació en Ernesto y llegó a miles de lugares. Tanto, que fue reconocido como Vecino Destacado de San Martín de los Andes.
Este compromiso con sus jugadores ha sido su motor todos estos años. De hecho, su familia siempre lo apoyo en este camino, como una de sus hijas que se encarga de gestionar cartas y pedidos.
«Ojalá algún día, si yo no estoy, alguien continúe con esto, con la misma idea. La clave para salir adelante es seguir, aunque haya piedras en el camino», manifestó Ernesto.
Los Pumas de los Andes son, en palabras de su fundador, «un equipo de barrio y humilde». Un proyecto que, pese a las dificultades y la falta de recursos, continúa adelante gracias a la pasión y al amor por el deporte.
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