Los estudiantes de plomería que realizan trabajos solidarios a familias de Roca

La obra de plomería comienza a las 19.30 en un barrio de la zona oeste de Roca. Allí llegan los estudiantes del Centro de Exalumnos Don Bosco a realizar sus prácticas. El grupo es muy variado pero todos tienen un mismo objetivo que es aprender y poder incorporar una herramienta laboral. En medio de la crisis económica muchos buscan un nuevo oficio para complementar al trabajo que ya tienen o bien cambiar completamente de rubro.

Varios de los integrantes de la clase de plomería tienen otros trabajos y luego de cumplir con sus obligaciones que incluyen largas jornadas de más de 8 horas llegan a la obra con toda la predisposición de capacitarse. Luis por ejemplo es asesor financiero, Roxana es efectiva policial en la Comisaría Tercera, Eugenia es docente en una escuela primaria y Emiliano trabaja en un galpón de empaque.
Algunas como Romina llegan en bicicleta y otros vienen desde Cervantes a especializarse como Rulo.

El grupo que tiene unos 20 estudiantes es dirigido por su profesor Ricardo Racioppi que con humor y paciencia les enseña la profesión. También hay otros plomeros que integran el conjunto y que buscan obtener su matrícula. Alejandro Antiqueo y Carlos Suárez con su experiencia guían a sus compañeros en cada etapa.

“En el curso de plomería aprenden todo lo que es instalaciones de agua caliente, fría y cloacas. Después en el segundo año pasan al curso de gas. Nosotros hacemos para las prácticas trabajos comunitarios a gente necesitada, que no tiene recursos, le hacemos la instalación gratis”, recalcó Ricardo.

Cada año miles de personas llegan a inscribirse al colegio Don Bosco. Allí se brindan talleres de plomería y gas; electricidad del automóvil; mecánica, tapicería, electricidad domiciliaria e industrial; soldadura, peluquería y carpintería. Además la institución tiene una escuela primaria de adultos donde se ofrece contención a los estudiantes.

Esfuerzo y compañerismo

Entre risas y algunos gritos del profesor Ricardo que se emociona con las clases, los chicos van aprendiendo las mañas de la plomería.

Los momentos de recreación no faltan y cada tanto se quema la parrilla para un asadito de obra. Entre todos se junta una “vaquita” y compran algo de carne para disfrutar de un buen compañerismo.

“Muchos trabajan en empresas y toman un colectivo para llegar al colegio y capacitarse. Hay un esfuerzo de estudiantes que tienen otras profesiones pero se comprometen para tener una herramienta laboral para el día de mañana”, destacó el plomero Carlos Suárez.

Los estudiantes ayudan a personas de bajos recursos y a familias que quizás no pueden costear una obra de agua o cloacas. “Nosotros estamos agradecidos porque nos dan el lugar para poder practicar y adquirir experiencia”, destacó.

Para Eugenia que es docente el recorrido es maravilloso porque no tan solo significa la oportunidad de tener un oficio. “Tenemos un gran profesor que nos explica muy bien y vamos a la acción a una obra a hacer trabajo comunitario donde aprendemos. También aprovechamos esos momentos para compartir con nuestros compañeros”, expresó muy contenta.